_
_
_
_
_

Una victoria hueca

En el Arco de la Victoria, una sala de exposiciones que nunca se usó y un ascensor que se estropeó el primer día Escenario de botellones, nadie quiere ocuparse de mantener el monumento del Régimen

Patricia Gosálvez
El Arco de la Victoria, en el nacimiento de la A-6, está alineado con el Valle de los Caídos, la otra gran obra del franquismo.
El Arco de la Victoria, en el nacimiento de la A-6, está alineado con el Valle de los Caídos, la otra gran obra del franquismo. SAMUEL SÁNCHEZ

En una de las patas del Arco de la Victoria se puede leer la firma sin gracia de un grafitero llamado Gus. El mismo tipo ha plantado su soso tag en el culo de uno de los caballos que coronan el monumento franquista. No trepó los 40 metros de altura, simplemente entró por una puerta y subió siete pisos de escaleras.

Aunque muchos madrileños desconocen que el arco es hueco, colarse dentro de esta obra se ha convertido en una hazaña para curiosos, de esas de las que luego se cuelgan las fotos en Internet. Tanto que hace un mes se soldaron las puertas para evitar actos vandálicos y desgracias.

Sección interior del arco.
Sección interior del arco.CONCORCIO URBANÍSTICO DE LA CIUDAD UNIVERSITARIA

No se puede entrar, pero en el Consorcio Urbanístico de la Ciudad Universitaria (propietario del monumento) se conservan enormes acuarelas del proyecto original en las que se pueden ver la escalera y los murales alegóricos que nunca se colocaron en la sala de exposiciones (que, durante un tiempo, alojó una maqueta de la Ciudad Universitaria, pero que casi siempre estuvo sin uso). También aparece dibujado el ascensor que, según cuentan, se estropeó el primer día ya que perdió su verticalidad debido a un problema de cimentación. “El espacio interior nunca tuvo sentido; el arco está aislado, la sala es muy pequeña y ni siquiera tiene vistas”, opina Javier Aldecoa, arquitecto del Consorcio de Transportes, la institución que socavó en 2004 el intercambiador de Moncloa bajo el arco, habilitó la plaza y arregló las goteras del interior (que, a juzgar por las fotos de quienes se han colado recientemente, han vuelto).

El Arco del Triunfo se proyectó en los cuarenta para conmemorar la victoria en la Guerra Civil, pero tardó una década en acabarse y nunca se inauguró oficialmente. Su autor, Modesto López Otero, fue director de la Escuela de Arquitectura de Madrid, de 1923 a 1955 y como tal, desarrolló con diplomacia el proyecto del campus de la Ciudad Universitaria bajo el mandato de Alfonso XIII, de la República y de Franco, lo que se tradujo en un viaje estético desde el movimiento moderno y la vanguardia hasta el historicismo neoclásico del Régimen. “Aún así, y aunque el campus fue destrozado por ser frente en la Guerra y transformado más tarde por el crecimiento de la ciudad y sus carreteras, el espíritu urbanístico del proyecto de López Otero era tan potente que ha prevalecido”, dice Antonio Rubio, arquitecto de la UNED y experto en la historia de la Ciudad Universitaria.

Colocación de la cuadriga en los años cincuenta.
Colocación de la cuadriga en los años cincuenta.CONCORCIO URBANÍSTICO DE LA CIUDAD UNIVERSITARIA
Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

En los planos del arco —firmados “en honor de Su Excelencia el Generalisimo Franco y los ejercitos nacionales”— se puede ver dibujada una estatua ecuestre del dictador que nunca se colocó en la explanada de la plaza (fue la que acabó frente al Ministerio de Vivienda). “El proyecto era aún más grandilocuente de lo que se construyó”, explica Rubio. “El arco formaba parte de un eje triunfal que arrancaba en el monumento circular a los Caídos [nunca terminado y hoy sede del distrito de Moncloa] y acababa a kilómetros, en la cruz del Valle de los Caídos... Todo muy discreto”.

El Arco en sí es, según el experto, “un buen ejercicio de clasicismo, elaborado con rigor y propiedad”. “Vamos, que no es un pegote”, explica Rubio, “aunque el entorno está desvirtuado”. En su opinión habría que conservarlo, pero documentándolo y explicándolo mejor, “como se hace con los monumentos fascistas en Italia”. Tal como está ahora, es un quiero y no puedo. Un hito de la exaltación al Régimen atrapado entre los carriles de una autopista, la Ley de Memoria Histórica y su catalogación como Monumento histórico Artístico (nivel 1).

Arco de la Victoria

  • Autores. Modesto López Otero y Pascual Bravo.
  • Obra. 1953 - 1956.
  • Ubicación. Moncloa.
  • Estilo. Neoclásico.
  • Función. Monumento conmemorativo con una sala de exposiciones que nunca se llegó a usar.

La política, sin embargo, no es lo único ni lo más espinoso de esta obra. Además de polémico e incorrecto políticamente, el arco es un trasto. Está lleno de grafitis y restos de botellón y el pavimento que lo rodea (arreglado hace pocos años) aparece roto y arrancado en muchos lugares. La Ciudad Universitaria, el Consorcio de Transportes y el Ayuntamiento se pasan la pelota a la hora de señalar quién debería hacerse cargo del mantenimiento y de vigilar que no se haga botellón ni se patine en la plaza. La duda es si merece la pena gastar dinero —sobre todo dinero universitario, sobre todo, en época de recortes educativos— en atusar un ejercicio hueco de vanagloria.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Patricia Gosálvez
Escribe en EL PAÍS desde 2003, donde también ha ejercido como subjefa del Lab de nuevas narrativas y la sección de Sociedad. Actualmente forma parte del equipo de Fin de semana. Es máster de EL PAÍS, estudió Periodismo en la Complutense y cine en la universidad de Glasgow. Ha pasado por medios como Efe o la Cadena Ser.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_