De Mallona a Bielsa
Ibai Gómez ha ido del Santutxu al Athletic madurando tranquilo
En Mallona, un campo emblemático de Bilbao, donde habita el monumento a los liberales del 2 de mayo, se juegan un promedio de 20 partidos cada fin de semana. Desde prebenjamines (algún día habrá un campeonato de bebés) hasta la Tercera División, el lugar más alto a donde ha llegado el Santutxu y, una vez, llego el Begoña. Por allí, ya con el césped artificial, no en la arenilla donde jugó su padre, Ibai Gómez dio sus primeros pasos en el Santutxu, asomando su fartaleza en las piernas y su toque de balón seco, preciso. En 2009, por alli andaba Ibai Gómez, peleándose en la División de Honor juvenil y sintiendo que Marcelo Bielsa era un tipo que estaba en Argentina, en Chile, con fama de loco y lejos, muyn lejos del Athletic.
El Athletic no obstante había puesto los ojos en Ibai Gómez con algunas certezas y algunas dudas. Las certezas eran su magnífico golpeo del balón, su madurez futbolística, su acompasamiento con el juego. Las dudas, su desarrollo físico, el necesario para afrontar la competición en la máxima categoría.
E Ibai desarrolló de forma tardía, pero segura. Poco a poco. Como ha desarrollado con Bielsa su presencia rojiblanca. No es fácil jugar en un Athletic en el que apenas participan 14 ó 15 jugadores. No es fácil entrar en la pequeña enciclopedia de Bielsa, en un equipo sin lesiones musculares, en un equipo que jamás da síntomas de agotamiento.
Ibai Gómez, autor de goles memorables (en Old Traford o en San Mamés ante el Sporting de Portugal) y de asistencias increíbles, como la que le dió a Llorente la oportunidad de conseguir el gol que pone al Athletic en la final europea de Bucarest, hizo grande a su padre, Mitxelo, futbolista de estilo, de banda, gambeteador, pero sobre todo conocido como cazatalentos de jóvenes jugadores en las categorías vizcaínas. Pero el talento estaba en casa, en el salón, en la habitación de al lado.
Siempre se ha distinguido por su madurez y su golpeo del balón
Tiene Ibai pecados de juventud, errores obsesivos o de ambición, pero son los pecados del desparpajo. “Siempre hay gente que se fija en lo que le falta a un joven, y no en lo que nos da. Eso es muy de San Mamés”, dice quien conoce la cantera. “La capacidad de mejora de Ibai Gómez aún no se puede saber, pero está progresando. Ya veremos hasta donde llega”.
De momento, Bielsa le ha dado los galones para sacar las faltas, directas e indirectas y los saques de esquina. Un trabajo constante. El golpeo del balón es como el bolígrafo para un escritor.
Probablemente, ante el Sporting tocó su primer cielo: asistente, goleador, gambeteador (en el tercer gol), todo lo que un futbolista puede soñar en un partido. Todo lo que no imaginaba al término de las calzadas de Mallona, donde el fútbol era más monocorde. Y todo en cuatro años. Como un grado universitario tras la reforma de Bolonia.
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