Goya visto por sus musas
La escritora Almudena de Arteaga presenta en Valencia su última novela, 'Capricho' Con ella ganó el Premio Azorín de Novela, entregado por Planeta y la diputación de Alicante
El jardín de El Capricho, en el barrio madrileño de Alameda de Osuna, representa a la perfección las pretensiones de la condesa que da nombre a dicha zona de la capital. En él, esta dama se empeñó en cuidar hasta el último detalle: fuentes, laberintos, zonas de baile y hasta canales al estilo veneciano. Esos antojos, envueltos por el nacimiento de La Pepa, son los que relata Capricho, la última novela de Almudena de Arteaga (Madrid, 1967). Con este libro, la autora de La princesa de Éboli ganó el premio Azorín de Novela, entregado por la editorial Planeta y la diputación de Alicante.
"Es una novela que anuda unos hilos que me interesaban mucho", explica la escritora, "y que pertenecen a una época que no ha sido muy tratada en la literatura". La narración está enmarcada en la invasión de España por parte de las tropas napoleónicas, que dio pie a la Constitución de 1812, más conocida como La Pepa. "Goya era el cronista oficial de la época", reconoce, refiriéndose al pintor Francisco de Goya. Para relatar estos acontecimiento desechó tomar al artista como narrador y optó por sus tres musas: "Aposté por darle una dimensión distinta a partir de sus tres satélites principales".
Estos astros no eran más que la condesa de Osuna, la duquesa de Alba y la condesa de Chinchón: "Utilizo este trasfondo para incluir paralelismos". "Los caprichos que tenían se volvieron frívolos o banales con la invasión, como está pasando con la crisis", asegura Arteaga, que pone como ejemplo que "hace poco, la preocupación era comprarse una televisión de plasma de 42 pulgadas. Ahora es poder pagar el piso", asiente.
"Quería incluir paralelismos con la crisis actual" señala la autora
Estas semejanzas se acoplan con la celebración del bicentenario de La Pepa, que se firmó en Cádiz: "Quería hacer honor a una carta en la que participaron personas de todo tipo de ideología", reivindica la escritora, "y describir el contexto ilustrado de la época".
Para realizar este retrato completo, Arteaga recurrió a ensayos de la época, autores como Larra o Tomás de Iriarte y a las principales localizaciones en donde transcurre la novela. "Me he movido mucho por Madrid, que era el centro de la corte, Sevilla, a donde iban todos, Cádiz, el último bastión, y París". Entre estos escenarios y la intriga con que maneja a sus protagonistas, la autora también incluyó a personajes reales que complementaban la escena: "No me he inventado a ninguno", reconoce. Una mezcla de personajes y sucesos que conforman el inquebrantable cóctel del que, como indica el título, están formados nuestros caprichos.
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