Piezas de museo a cualquier precio
La moda 'vintage' es la protagonista de la Feria de Antigüedades, Galerías de Arte y Coleccionismo de Almoneda
Según la RAE, un anticuario es una persona que hace profesión o estudio particular del conocimiento de las cosas antiguas. Es decir, aquel vendedor que conoce tanto la historia de sus artículos que, al desprenderse de ellos, puede sentir cierta nostalgia. Y no es para menos. Toda la vida buscando tesoros entre desvanes y mercados de rastrillo para que acaben en salones ajenos. "Así es este negocio", sentencia Javier Pierna, un anticuario de piezas rústicas, mientras enseña orgulloso un organillo de finales del siglo XIX, con 20 melodías incluidas entre otras, el pasodoble taurino El GatoMontés y cuyo precio asciende a 7.500 euros. Pierna expone, junto a otros 130 restauradores, miles de piezas de museo en su stand en la 22º edición de la Feria de Antigüedades, Galerías de Arte y Coleccionismo de Almoneda, que se celebra desde el pasado sábado hasta el próximo 22 de abril en IFEMA.
Cientos de curiosos, diseñadores, interioristas y, sobre todo, muchos coleccionistas, pasearon ayer por la mañana (jornada gratuita. El resto de días la entrada cuesta ocho euros) por los 4.500 metros cuadrados del pabellón número tres del recinto madrileño. "Almoneda pone al alcance de la mano de todos los visitantes miles de objetos con más de 50 años de precios muy diferentes", reza el comunicado de prensa emitido por sus organizadores. A Paulina Balbuena, de 29 años, le han fascinado las nonagenarias maletas de cuero que vende un anticuario de Teruel. Quiere reconvertirlas en una mesita. Esta interiorista espera que la feria le inspire para la decoración de su nuevo proyecto y para adornar los recovecos de su recién estrenada casa. Si finalmente no se decanta por el ajado equipaje, podría comprarse la enorme figura del dios Abalositekebara, de madera lacada y oro, que vende Jesús Ledesma, experto en antigüedades orientales.
De los 25.000 objetos que hay a la venta, destacan las piezas de tendencia vintage, tan de moda en los últimos años. En algunos stands de la Feria es fácil encontrar ropa y artilugios de los felices años veinte: camisones de lino blanco, abrigos de visión, collares de nácar y otras prendas de vestir que se han convertido en un must cada temporada. La decoración de esta época también está a la venta: genuinos aparatos como un ventilador eléctrico de hierro de oficina, una escribanía con tinteros de mármol o una caja registradora de bronce de 1915 que aún funciona. Bernardo Peris, un anticuario madrileño con más de 40 años de experiencia, resta importancia a la nueva moda. "La compra de antigüedades no es ninguna novedad. En la época de los fenicios ya se comercializaba con los trastos viejos".
Aunque uno de los requisitos que deben cumplir estas piezas de museo es que tengan más de 50 años, la feria admite la pintura y escultura contemporánea. Los cuadros originales de Joan Miró o del expresionista francés Jean Auguste Hervé comparten mural con las pinturas hiperrealistas de Ramiro Undabeytia, capaz de hacer arte con la figura de un Playmobil o una botella de Casera.
Los restauradores consultados aseguran que las ventas en los primeros días de feria están siendo buenas. Según los organizadores de Almoneda lo antiguo y exclusivo no es sinónimo de caro. Depende. "Pocos bolsillos pueden comprar lo que se ve en los stands", afirma Elena G., una estudiante de Diseño después de fijarse en el precio de la máquina de escribir Hammon, fabricada en 1.883 en EE UU (1.600 euros). Marta Molina, una arquitecta de 50 años, no sabe si podrá resistir la tentación. El juego de jardín (1960), compuesto por una mesa y seis sillas de color rojo chillon y blanco nuclear quedaría perfecto en su terraza. Todo por el módico precio de 700 euros. Sigue paseando. En su libreta ha apuntado otra particular pieza: un perro guardián de arcilla cocida perteneciente a la dinastía Hang y que ha permanecido sepultado durante 1.200 años en tierras chinas.
Pero si algún particular busca una pieza más extravagante que deje boquiabierto al huésped más vanguardista, en esta feria encontrará el artilugio que siempre andaba buscando: un torpedo de una base de submarinos británicos capaz de hundir cualquier barco. Es cuestión de echarle imaginación. Y dinero.
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