“Quisimos estar entre los mejores y lo hicimos”
Emilio Casinello, ex comisario general de la Expo 92: "La clave del éxito fue la constancia, casi la obstinación, el rigor en el trabajo"
La memoria de Emilio Casinello (Socuéllamos, Ciudad Real, 1936) está poblada de anécdotas, dificultades, datos y éxitos de la Expo 92, que vivió en primera línea como comisario general. Desde su despacho del Centro Internacional de Toledo para la Paz, de la que es director general, desgrana por teléfono algunos de ellos.
Pregunta. ¿Qué fue la Expo?
Respuesta. Era un proyecto complejísimo, con muchas dificultades estructurales. Las exposiciones universales tienen que reinventarse cada vez, no pueden copiarse unas de otras, en eso juegan con desventaja respecto a los Juegos Olímpicos. Además de la dificultad real de mantener andando y viva seis meses una estructura que es como una nueva ciudad. Pero nos produjo muchas satisfacciones. Pudimos demostrar como país que éramos capaces de afrontar un reto tan importante con éxito.
P. ¿Cuál fue la clave de ese éxito?
R. La constancia, casi obstinación. El rigor con el que se trataron todos los temas, el buen funcionamiento de un equipo que se entendió desde el principio y fue capaz de sacar adelante este proyecto. Porque el problema de las exposiciones internacionales es que no solo tienes que ocuparte de tus decisiones y tu organización, sino de incitar y promover las de los demás países. Llegó un momento en el que la Expo estuvieron trabajando 35.000 personas, de 110 países y 23 organizaciones internacionales.
El momento más trágico fue el incendio del Pabellón de los Descubrimientos
P. ¿Siempre fueron conscientes de la repercusión que podía tener, para bien o para mal?
R. Nos dimos pronto cuenta de que pedía respuestas muy exigentes, pero salió muy bien. Quisimos estar entre los mejores y lo hicimos. Tras la de Sevilla fui a la de Lisboa y a la Hannover. Y fui testigo de cómo la comisaria de Hannover estaba realmente consternada porque todos le habían puesto el listón de Sevilla. Y les costó llegar. Porque en la Expo llegamos casi a una confabulación con los sevillanos, que le dio un pellizco inigualable.
P. ¿Qué papel jugaron?
R. Uno importantísimo y fundamental. Una de las cosas de las que nos ocupamos mucho fue del tratamiento que había que darle a los espacios públicos. Pueden ser bonitos, pero la vida la dan las personas. Y en eso, el entrenamiento de los sevillanos y su saber vivir en esos espacios es difícil de comparar con los ciudadanos de otro lugar del mundo.
P. En términos diplomáticos y económicos ¿qué significó la exposición?
R. Fue un escenario internacional de primerísima magnitud. No fue todo terreno llano, hubo momentos muy complicados. Se empieza a trabajar cuando todavía estamos clausurando la Guerra Fría. En esos años previos tenemos la caída del Muro de Berlín, la desaparición de la URSS, la dimisión de Gorbachov, la Guerra del Golfo. Y en 1992 visitaron Sevilla 77 jefes de Estado, 44 miembros de casas reales, 227 ministros. El mundo pasó por la Expo. Por supuesto fue importantísimo también para la renovación de infraestructuras. Legó un gran patrimonio, catalizó la inversión pública, articuló el territorio en Andalucía, en España y, por supuesto en la ciudad.
No fue todo un terreno llano, hubo momentos muy complicados
P. ¿Cuáles fueron los peores momentos?
R. El más trágico fue el incendio del Pabellón de los Descubrimiento. Estaba casi terminado, la Reina lo acababa de visitar y era un pabellón emblemático. Pero, en fin. En Osaka 70 tuvieron como 15 veces más fuegos que nosotros, son cosas que pasan.
P. A la vez que se hacía la exposición se pensó también en la postExpo. ¿Qué se quería hacer?
R. Siempre digo que uno de los grandes errores fue llamar a la postExpo Cartuja 93. El 93 era la fecha de arranque y sabíamos que los resultados no podían ser inmediatos. Había que haberle puesto Cartuja 2000 ó 2010. Pero efectivamente, desde el principio se pensó en cómo reutilizar 215 hectáreas de recinto, que era prácticamente igual en tamaño al Casco Histórico de Sevilla. Una de las dificultades de la Expo era que el recinto estaba construido sobre terrenos que tenían un uso limitado, tenían que ser de utilidad pública porque habían sido expropiados y podían revertir si no se hacía bien. Aquello nos complicó mucho. Pero luego he vuelto de vez en cuando y es una satisfacción ver que se le ha sacado provecho y que está perfectamente reutilizado.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.