El 23% de As Fragas está repoblado con pino y eucalipto
La Xunta reconoce que las llamas se cebaron con las especies foráneas
Diez días después de que el fuego cercase el corazón de As Fragas do Eume, el parque natural todavía arrastraba el olor a quemado. La lluvia de esta última semana ha refrescado las 750 hectáreas que oficialmente se calcinaron en A Capela y Monfero pero las cicatrices negras del fuego son visibles a ambos lados del cañón del río. Las llamas descendieron unos 413 metros por la ladera norte y saltaron el Eume para seguir creciendo en la orilla sur. En esta ribera, la lengua de fuego llegó a adentrarse más allá del tercer puente que cruza el río hacia el monasterio de Caaveiro.
El fuego ha dejado otra lección: el bosque autóctono resistió razonablemente bien las llamas que consumieron sin piedad los miles de eucaliptos del cinturón de especies foráneas que rodean As Fragas. El 22,5% del parque son pinos (9,2%) y eucaliptos (13,3%). Así lo refleja el borrador del Plan Rector de Usos y Gestión (PRUX) de As Fragas, un documento obligatorio para la gestión de los espacios protegidos que sigue pendiente de aprobación 15 años después de la creación del parque natural. La zona de eucaliptal ocupa 1.217 hectáreas de las 9.126 que suman As Fragas mientras que el pinar se extiende por 838.
El eucalipto es una especie invasora de gran conductividad. “Abre líneas de fuego por todas partes porque salta de copa en copa”, resume Lidia Villar, portavoz de la plataforma ambiental de As Fragas. La sequía los transformó en el combustible fácil de un fuego virulento que el día 31 devoró eucaliptos y pinos foráneos de nuevo cuño, pero que afortunadamente se atragantó con el bosque antiguo: una fraga atlántica, poblada de helechos y musgo húmedo que cerraron el paso al fuego. Lo dicen los técnicos del parque y también los ecologistas.
“La fraga guarda mejor la humedad y eso la protegió”, explica Mónica Arto, portavoz de los ambientalistas en la Xunta Consultiva del parque, un órgano “limitado” por la Xunta y con poco margen para decidir. “Venden el parque como una mercancía excesivamente turística pero sin invertir en su conservación”, critica Arto. Villar apunta que otro de los obstáculos para la protección es que la propiedad está muy fragmentada y hay terrenos abandonados “cuyos dueños no saben ni lo que tienen”.
La Diputación coruñesa posee una finca en Caaveiro de 120.000 metros cuadrados (ardieron 19.000) y Endesa y Fenosa también acumulan propiedades en la ribera de un río que explotan desde hace décadas. La mayoría de las tierras se las reparten cerca de un millar de propietarios agrupados en dos grandes asociaciones que esta semana mantuvieron una reunión de trabajo con la Plataforma pola Defensa das Fragas.
“Algunos están dispuestos a hacer de jardineros a cambio de ayudas pero está sacan más dinero de la madera del eucalipto”, explica Villar. Mónica Arto señala que los incentivos autonómicos son escasos, proceden de una única convocatoria anual de fondos europeos y muchas veces se destinan a la reparación de viviendas o instalaciones agropecuarias.
Los eucaliptos, que inicialmente se concentraban en las zonas altas repobladas, han ido comiendo terreno a la fraga y ya se alzan en los lugares más inesperados sometiendo a los carballos, ameneiros y bidueiros que los rodean y que antaño eran mayoría.
Pepe Criado cumple 84 años el mes próximo y trabajó la mitad de su vida como guarda forestal en As Fragas cuando el dictador Francisco Franco se dejaba caer por el Eume con su caña para pescar los reos y salmones que hoy escasean. Le preocupa más la contaminación del río que la tierra quemada de un parque, que dice, “rebrotará como hizo otras veces”.
La Xunta y el Gobierno central se afanaron esta semana en minimizar los destrozos de un incendio que la conselleira de Medio Rural calificó de “accidente” frente a las voces críticas — que claman contra una “catástrofe ecológica” en un paraíso protegido que no lo estuvo lo suficiente. Los populares limitan el impacto “al 4,05%” de la superficie total del parque.
El director general de Conservación da Natureza de la Xunta, Ricardo García Borregón, admitió que las llamas se cebaron con las masas de eucaliptos. El daño “severo” lo soportaron los lugares conocidos como regato do Cal do Viñas, Rego da Vaca o Rego da Laxe, y las cuencas de los arroyos Sillabreu, Mourente, Mazoca, Teixido y Andoriña. Allí se empezaron a colocar el pasado jueves pequeñas barreras de fibra vegetal biodegradable para frenar el arrastre de cenizas y otras más grandes en las riberas del Eume, que desemboca en la ría de Ares.
En las 370 hectáreas quemadas en zonas de reserva, la afección es “de baja a moderada” para los árboles autóctonos (caducifolias) y más acusada en la parte soleada que en la umbría, dijo Borregón. Los técnicos están drenando el terreno para canalizar lluvias y escorrentías y trabajan para estabilizar la tierra calcinada. A medio plazo, y para evitar la erosión, se plantean cubrir el suelo con horajasca e impedir la extracción de madera.
En As Fragas, el "bosque climático más extenso de Galicia", conviven extensas carballeiras galaico-portuguesas con otras especies más extravagantes en estas latitudes como olmos, cerezos y algunos helechos (relictos macaronésicos) tan escasos como peculiares en el mundo, explica Helena Carquijero, de la Sociedade Galega de Historia Natural (SGHN). Por el bosque pululan 40 especies distintas de mamíferos (lobo, marta o nutria), 13 clases de anfibios, diez de reptiles y ocho de peces. "El catálogo es tan amplio que se renueva año tras año", destaca la SGHN.
La Consellería de Medio Ambiente vigilará la mortandad de la flora y la fauna local y el comportamiento de los insectos como parámetros para medir la regeneración del bosque y Aguas de Galicia indicó que las analíticas realizadas en los últimos días no hallaron rastro de cenizas en el Eume. La Xunta y el Ministerio trabajan en la redacción de un plan conjunto para la reforestación del parque del que no han facilitado aún cifras ni directrices y que verá la luz a finales de abril.
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