Castellano: “En una subasta el banco se vendería por un euro”
El presidente del banco asegura que tiene seis fondos de inversión interesados en NCG
Los ejecutivos que dirigen Novagalicia Banco, entidad intervenida con un 93% de capital público proveniente del FROB, intentan evitar a toda costa su subasta. En una larga comparecencia, su presidente, José María Castellano, aseguró ayer que tiene media docena de inversores de la “máxima credibilidad” interesados en entrar en su capital a través de un concurso público. El directivo no facilitó demasiadas pistas sobre esos fondos de inversión con los que negocia y que ya operan en bancos de Europa, Estados Unidos y Asia, aunque admitió que no todos podrían convivir como accionistas. Su plan pasa por evitar que Novagalicia salga a subasta y pueda seguir en solitario.
Para lograrlo, propone un esquema de protección para la mitad de sus activos (36.000 millones). Esa es la hoja de ruta preferida tanto por Castellano como por su consejero delegado, César González-Bueno. A medio plazo, si la economía mejora, el capital saldría a Bolsa y tanto el FROB como el resto de accionistas podrían hacer caja vendiendo los títulos revalorizados. Si la moneda sale cruz, los fondos de inversión asumirían el 25% de las pérdidas y endosarían el 75% o bien al FROB o al Fondo de Garantía de Depósitos. El plan B, advirtió Castellano, implicaría una subasta y los precedentes de Unnim y la CAM, anticipan que Novagalicia “se vendería por un euro”.
La opción de la subasta, advirtieron ambos ejecutivos, precisaría de mayores garantías para la protección de activos y un tremendo coste social en forma de despidos y cierre de oficinas. Ya hay, según Castellano, seis bancos que se han interesado por hacerse con la entidad gallega. Entre sus advertencias, quiso recordar que si Novagalicia es absorbida, Galicia ya puede olvidarse de tener sedes en la comunidad.
La decisión está en manos del Banco de España y del Ministerio de Economía. Y el plazo expira el próximo 24 de abril. Castellano se esmeró en explicar que se trata de una cuestión técnica mientras el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo intenta convencer a Mariano Rajoy y a la vicepresidenta Soraya Saénz de Santamaríá sobre los beneficios que para la imagen exterior de España supondría la entrada de capital extranjero. En ese doble tablero se juega la partida sobre la continuidad en solitario de la entidad gallega que el viernes de madrugada reconoció en una comunicación a la Comisión Nacional del Mercado Valores pérdidas durante 2011 por 168 millones de euros.
Novagalicia admite que sus empleados desconocían riesgos de algunos productos
Los gestores restaron interés al dato y obviaron cualquier pronóstico sobre la evolución de su negocio en lo que va de año. No harán públicas sus previsiones como “mecanismo de prudencia” —“pinta bien”, se permitió deslizar González-Bueno— e insistieron en su deseo de volver al negocio original que es prestar dinero en Galicia a familias y pymes, lo que hacían Caixa Galicia y Caixanova antes de que sus directivos se lanzasen a la aventura del ladrillo con un plan de expansión y oficinas en toda España. En la presentación de los resultados de 2011 la nueva cúpula del Banco se detuvo a la hora de analizar la evolución de Caixa Galicia y Caixanova entre 2001 y 2007 cuando proliferó la apertura de sucursales al calor del boom inmobiliario. Ambas cosas frenaron en seco en 2008, pero para entonces las dos entidades se acercaban a las 1.500 oficinas.
Ese camino es el que quieren desandar los nuevos ejecutivos, desinvirtiendo en las empresas participadas y cerrando sucursales fuera de Galicia. Ese negocio tradicional al que ansían volver es el que hace la entidad “tan atractiva para todo el mundo”, señaló el número dos del Banco.
Hoy mismo el propio Castellano viajará a Londres para presentar en la City su proyecto a otro fondo de inversión. “Las batallas se pierden porque se dan por ganadas o porque se dan por perdidas”, citó a Napoleón, aludiendo al plan de recapitalización en el que lleva trabajando desde septiembre. La última palabra la tienen el FROB y el Banco de España.
La cúpula del banco dice que su negocio en Galicia lo hace atractivo a todo el mundo
En plena ronda de contactos con los inversores, la cúpula de Novagalicia intenta atajar la sangría de imagen que sufre a costa de las llamadas participaciones preferentes, productos complejos que las cajas vendieron durante los últimos años y que ahora impiden a sus compradores recuperar su inversión. Suman 937 millones de euros, repartidas entre 43.000 clientes que se han constituido en plataformas y cada día endurecen sus protestas. Castellano y González-Bueno mostraron ayer toda su comprensión con los afectados, admitieron que esos derivados en algunos casos no debieron venderse e incluso que parta del personal de las cajas que los comercializaba desconocía sus riesgos.
Tras recordar que la Unión Europea (cuya opinión es vinculante al tratarse de un banco rescatado) ha tumbado las sugerencias del equipo directivo para compensar a los perjudicados, pidió tiempo para solventar el problema. Mientras trata de buscar una solución González-Bueno hizo ver que cuantó más crezca la entidad más valdrán esas participaciones, dando a entender que en el futuro se podría contemplar un canje por acciones. En junio esperan poder poner una solución sobre la mesa. La cúpula de Novagalicia aprovechó además para salir en defensa de su plantilla, explicitando la preocupación que se ha instalado en el banco por las protestas de las distintas plataformas y que se agravan cada día que pasa.
La comparecencia que se alargó más de una hora —hasta que se agotaron las preguntas de la prensa— sirvió para aclarar qué fue de las indemnizaciones (23,6 millones de euros) que percibieron tres exresponsables de las cajas. El presidente de Novagalicia Banco explicó que él mismo había llegado a acuerdos verbales con algunos de ellos para la devolución de esas cantidades cuando se produjo una denuncia del sindicato CIG a la fiscalía anticorrupción. Así que Novagalicia esperará a que se pronuncie el ministerio público antes de retomar las conversaciones con los directivos de Caixa Galicia y Caixanova.
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