El fracaso de Camins de l’art
"En ninguna de las poblaciones donde se ha celebrado ha tenido la muestra consecuencias perdurables"
Camins de l’Art, la exposición de La Luz de las Imágenes que acaba de clausurarse en Alcoi, se ha saldado con un notable fracaso, como no podía ser de otra manera. Las felicitaciones cruzadas entre el Ayuntamiento y la Consejería de Cultura forman parte del juego político, y no hay que hacerles demasiado caso. La realidad que hemos de mirar es la de las cifras. ¿Qué dicen los números? Pues que de una asistencia prevista de 500.000 personas, sólo 300.000 han visitado la exposición. De nada ha servido prolongarla unos meses, ni abrir una selección en Cocentaina durante la Fira de Tots Sants. Fuera del ámbito comarcal, el interés que ha despertado Camins de l’Art ha sido limitado. En estas condiciones, no se ha producido la menor repercusión sobre la economía local, en contra de lo que habían prometido los organizadores. Tampoco se ha logrado, claro está, situar a Alcoi en los circuitos del turismo cultural. ¡Vaya quimera!
Cuando Trinidad Miró anunció el propósito de celebrar una exposición de La Luz de las Imágenes en Alcoi, los especialistas advirtieron que la ciudad carecía de un patrimonio religioso de importancia. Nadie quiso atender la advertencia. Miró, consejera de Cultura en aquel momento, hizo del asunto una cuestión personal ante sus paisanos. Los alcoyanos acogieron la muestra con los brazos abiertos. Vieron en ella una oportunidad para la ciudad y aplaudieron entusiasmados la iniciativa de su paisana. No se quiso ver que, sin acompañarla de unas actuaciones muy precisas, la exposición apenas tendría incidencia sobre Alcoi. A la hora de explicar el fracaso de Camins de l’Art, se ha hablado del enfrentamiento entre zaplanistas y campistas en el anterior Gobierno municipal. Quizá no deberíamos buscar ahí todas las causas. Tampoco el actual Gobierno tripartito ha sabido qué hacer con la exposición, pese a llevar varios meses en el Ayuntamiento.
Los problemas de Alcoi con Camins de l’Art son los mismos que ha dejado La Luz de las Imágenes en otros lugares. En ninguna de las poblaciones donde se ha celebrado ha tenido la muestra consecuencias perdurables. Concluida la exhibición, retirados los carteles de la publicidad, el efecto sobre el turismo desaparecía de inmediato. No hubiera podido ser de otra manera ya que, pese a los anuncios de la propaganda oficial, su propósito era otro. La verdadera intención de La Luz de las Imágenes fue restaurar el patrimonio de la Iglesia católica con el dinero público. Naturalmente, el Gobierno de Francisco Camps se beneficiaba de la propaganda generada por la operación. El plan funcionó perfectamente porque sus organizadores —como sucedió en el caso de Alcoi— supieron ganarse a la opinión pública de cada lugar. Si, después, las cuentas no salían, nadie tenía la curiosidad de preguntar sobre la cuestión.
El éxito de la fórmula ha sido tan considerable que el Gobierno de Alberto Fabra parece resistirse a abandonarla. Días atrás, la consejera Lola Johnson presentaba, junto al deán de la catedral de Valencia, el último cuadro recuperado por la Fundación La Luz de las Imágenes. Durante un año, tres personas han trabajado en la restauración de la obra. En el acto, Johnson declaró que la Iglesia valenciana continuará contando con el apoyo de la Generalitat para recuperar su patrimonio. Para la consejera de Cultura, se trata de una línea de acción prioritaria. Desde luego, si en la actual situación económica la Generalitat la mantiene, no cabe dudar de su importancia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.