"Me apuntó con la pistola a la cabeza. Pensé que me iba a matar"
Dos víctimas del violador del Segunda Mano reconocen a su agresor y dicen que las intimidó con un arma de fuego
"Me apuntó con una pistola a la cabeza y me dijo que le hiciera un servicio. Pensé que me iba a matar porque llevaba guantes blancos de plástico". Eso ha declarado en la primera sesión del juicio contra Basilio Luis Gurrea Usera, acusado de la violación de dos prostitutas, una de sus víctimas. El procesado, conocido como el violador del Segunda Mano ya fue condenado a 41 años de prisión por agresiones sexuales a mujeres que conocía a través de anuncios inmobiliarios de esa publicación.
Según ha explicado una de las mujeres, el hombre le sacó una placa falsa de policía y le obligó a desnudarse. La otra víctima, que ejercía la prostitución, ha contado que contactó con ella, que fue a su domicilio y que, tras enseñarle también la placa, le dijo que había una denuncia contra ella por haber sustraído una cartera. "Me di cuenta de que no era policía y le dije que quería llamar alguien. Quería salir de ahí porque algo me podría hacer. Sacó las esposas.Cuando llegó a la habitación, cerró la puerta. No consentí absolutamente nada. Me apuntó y me dijo que iba a hacer un servicio. Pensé que me iba a hacer algo más. Estaba intimidada y no tenía oportunidad para salir", ha declarado tras un biombo.
"Si hubiera tenido la oportunidad de salir, aunque fuera desnuda a la calle, hubiera salido. Cogió la pistola. Sabía perfectamente lo que hacía. No tocaba absolutamente nada. Luego sacó unas guantes de plástico y pensé que me iba a matar", ha relatado la mujer.
El acusado ha asegurado que era aficionado al sadomasoquismo, y que en los encuentros solía llevar esposas y una pistola, pero en ningún caso contactó, según su versión, con las dos mujeres que le acusaban. "A mí me gusta y por qué lo voy a dejar de hacer. Cuando me detuvieron, salía de haber estado con una prostituta. Esa persona a mí no me ha denunciado ni por violación ni por robo", ha añadido Gurrea Usera. Durante la primera sesión del juicio, los peritos han relatado que el acusado sufre un trastorno de la personalidad con rasgos narcisistas que no afectan a su capacidad para controlar sus impulsos ni a su imputabilidad penal.
El acusado extinguió su anterior pena de 41 años tras cumplir 13 años en prisión y salió en libertad condicional en marzo de 2007. El fiscal le acusa de haber cometido en febrero de 2010 dos robos con violencia, una violación y una agresión sexual utilizando como nuevo modus operandi el hacerse pasar por policía ante sus víctimas, en este caso prostitutas de salas de masajes.
Según el escrito de acusación, el acusado concertaba citas con prostitutas y, una vez en sus domicilio, se hacía pasar por policía y cometía las agresiones sexuales.El procesado se presentó sobre las 14.20 el 27 de febrero de 2010 en un gabinete de masajes, a cuya propietaria se identificó como agente. Tras ello, le manifestó que había una denuncia contra ella por tráfico de droga.
Tras indicarle que no la llevaría a comisaría, este le pidió que le enseñara el piso y ambos se introdujeron en una habitación, donde la chica fue agredida sexualmente a punta de pistola. A continuación, la golpeó y la robó el dinero que tenía.
Ese mismo día, concertó una cita con una de las víctimas, que ejercía la prostitución, en su domicilio, donde se identificó de nuevo como policía. Tras apuntarle con el arma en la cabeza, el acusado violó a la joven. Tras ello, le obligó a entregarle el dinero que guardaba en el bolso. La Policía Nacional detuvo al acusado el 23 de marzo de 2010, cuando supuestamente iba a cometer una tercera violación en Barcelona.
El fiscal pide 32 años y cuatro meses de cárcel por estas dos nuevas agresiones sexuales, mientras que la acusación particular eleva su petición a 47 años al añadir el delito de usurpación de funciones -llevaba consigo placa, pistola y grilletes falsos-.
Gurrea Usera, un empresario que ahora tiene 49 años, fue condenado en 1995 por el mismo tribunal madrileño a 41 años y nueve meses de cárcel por 18 robos a mujeres, uno de ellos con violación y tres con agresión sexual. Los hechos ocurrieron entre enero y marzo de 1994. El hombre captaba a las mujeres, empleadas de agencias inmobiliarias mediante anuncios en el periódico Segunda mano.
En su sentencia, los magistrados acordaron entonces el internamiento del condenado en un centro psiquiátrico penitenciario al aplicarle la eximente incompleta de enajenación mental por padecer un trastorno de la personalidad que afectaba al control de sus impulsos, motivo por el que el fiscal rebajó en la vista su petición de pena de 144 a 94 años.
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