Bernat Martorell, diseñador total
El MNAC reúne 60 piezas maestras del gótico catalán, algunas jamás expuestas El museo muestra cuatro tablas de retablo gótico de Sant Jordi, que llevan un siglo en el Louvre
Si el pintor Bernat Martorell hubiera nacido en Italia formaría parte de la misma lista de artistas que Masaccio y Filippo Lippi. Y si hubiera nacido en el siglo XXI sería un diseñador versátil, ya que aparte de su especialidad: los retablos, donde creó algunas de las más destacadas obras del gótico internacional, —que a finales del siglo XIV y comienzos del XV en la Corona de Aragón coincide con una etapa de gran creatividad—, también dibujó vidrieras, realizó miniaturas en libros y muestras para bordados, —pintures d’agulla—, considerados una de las artes más preciadas del momento, por encima de la pintura. Es una de las novedades de Cataluña 1400. El Gótico Internacional, la exposición que ha inaugurado el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) con más de 60 obras maestras, entre retablos, miniaturas, bordados, escultura y orfebrería. Algunas se pueden ver por primera vez.
Rafael Cornudella, comisario y jefe de gótico del MNAC, ha documentado, junto a Guadaira Macías que Martorell, —hijo de un carnicero de Sant Celoni que trabajó en la calle de Regomir de Barcelona para gremios, corporaciones e Iglesia, pero no para reyes—, aparte de ser el autor del retablo para la capilla de Sant Jordi del Palau de la Generalitat y del frontal del altar con su impresionante bordado en alto relieve, también ideó los modelos pictóricos que Antoni Sadurní bordó con hilos de oro y seda en las 16 escenas del Terno de San Jorge —una casulla, una capa y dos dalmáticas— que conserva la Generalitat. “Hasta que se supo que fue el autor del retablo de Púbol se le conocía como el Maestro de Sant Jordi”, explicó Cornudella. Para el especialista, “Martorell es el pintor más destacado del gótico catalán junto con Lluís Borrassà, Rafael Destorrents y, más tarde, Jaume Huguet”.
El MNAC expone por primera vez juntas, desde que dejaron de utilizarse hace siglos, las cuatro tablas del retablo —en las que pintó sus personajes de sombreros estrafalarios, ropas de pieles y ricos brocados con gran precisión, dibujo firme, pincelada minuciosa y colores tornasoleados—, que se exponen en el Louvre desde comienzos del siglo XX; una de las dalmáticas, tras someterse a un proceso de restauración en el MNAC durante seis meses, y el frontal de altar. “La tabla del caballero y el dragón está en el Arts Institute of Chicago, donde llegó de la mano del coleccionista Charles Deering y no se presta”, se lamentó Cornudella, que explicó que una virgen del Museo de Filadelfia podría ser, según los investigadores, de este retablo tan fragmentado.
De todas las obras, solo hay cuatro completas: El retaule de la Verge i sant Jordi de Vilafranca, de Lluís Borrassà; el retaule de sant Miquel, de Joan Mates; el retaule de sant Miquel, del propio Martorell, y el retaule de la Mare de Déu de la Paeria de Lleida, de Jaume Ferrer, que cierra la exposición. El resto son tablas que formaron parte de estos muebles litúrgicos que han acabado repartidos por museos y colecciones de medio mundo.
En la exposición hay más obras realizadas en otros soportes. Es el caso de la pequeña joya en forma de vaina de retama que utilizó el rey francés Carlos VI para regalar a sus amigos, hoy en la catedral de Barcelona, y que parece una joya de Dalí; cálices y cruces procesionales, como la de Igualada, restaurada para la ocasión, la realizada en Barcelona y que posee el Victoria and Albert Museum de Londres, y la escultura de la Virgen de dos metros atribuida a Antoni Canet del retablo del monasterio de Santes Creus.
Entre los nueve libros miniados expuestos destacan dos obras fundamentales que pocas veces se exhiben. Es el caso del Misal de Santa Eulàlia, de Rafael Destorrents de 1403 y que contiene una escena del Juicio Final pintada sobre pergamino y considerada una de las obras maestras de la miniatura europea. “La Capilla Sixtina en pergamino”, según el responsable del patrimonio de la diócesis de Barcelona, Josep Maria Martí Bonet. Es la primera vez que abandona la catedral de Barcelona, su propietaria, “pese a que me opuse”, confesó Martí. Otra de las joyas es el Salterio y libro de las horas de Martorell, del Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona.
La exposición, según Cornudella, pretende dar relevancia a la obra de unos artistas “poco conocidos por el gran público, pero que están en los manuales de la historia del arte”. Hasta el 15 de julio hay tiempo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.