Cola para irse a trabajar a Quebec
Mil personas asisten en Barcelona a las jornadas informativas de la patronal de la región El Servicio Catalán de Empleo dará cursos de francés y hará la selección
Unos porque están en paro; otros porque tienen trabajo pero aquí pintan bastos; otros porque son jóvenes y, sin cargas familiares, creen que es ahora no nunca, pero todos coinciden en que sería una experiencia enriquecedora en lo personal y lo profesional. Un millar de personas asisten esta semana en Barcelona a las jornadas organizadas por la patronal de Quebec y el Servicio de Empleo de Cataluña (SOC) para profesionales dispuestos a cruzar el charco para trabajar.
El Gobierno de Quebec asegura que hasta 2015 necesitará cubrir 700.000 empleos. Sí, 700.000. No sobra ningún cero. La cifra es la suma de los empleos que está creando (235.000) una economía con pleno empleo (4% de tasa de paro) y las jubilaciones (465.000). Las jornadas son fruto del convenio que los Gobiernos de la Generalitat y el Quebec firmaron en febrero y los asistentes, profesionales cualificados que han acudido al SOC para interesarse por las posibilidades de las empresas de allí. La de estos días es una primera toma de contacto informativo y en octubre el SOC se encargará de la selección definitiva, a partir de los perfiles concretos que soliciten las empresas de la región. Mientras, el Servicio Catalán de Empleo impartirá cursos intensivos de francés, la lengua oficial de Quebec.
A partir de las necesidades de la patronal, las jornadas se han estructurado en 12 sectores profesionales, como la sanidad, las ingenierías, las finanzas y la construcción. El sistema de selección de inmigrantes es una exhaustiva parrilla de puntuación que tiene en cuenta desde los estudios y el nivel de idiomas hasta la experiencia en el puesto. Una vez allí, la integración de los recién llegados implica a las propias empresas, el Gobierno y los Ayuntamientos, ha explicado la directora de la oficina de Quebec en Barcelona, Marjolene Ricard.
Con más de 600.000 parados, el Gobierno catalán se ha volcado en este proyecto y la secretaria de Empleo y Relaciones Laborales, Esther Sánchez, ha animado hoy a los profesionales a emprender la aventura americana. Salir al extranjero, ha dicho, “no debe verse como un fracaso, sino como una oportunidad, tal como han hecho históricamente los trabajadores de países competitivos y emergentes”. Sánchez también ha subrayado que los profesionales que se marchan una temporada tienen el doble de posibilidades de encontrar trabajo a su regreso y que las ofertas que reciben son para categorías superiores.
Esta mañana bastaba con echar un vistazo a la sala de la Casa del Mar donde se ha celebrado la jornada para observar el amplio abanico de perfiles de los presentes. Desde jóvenes jovencísimos, como Eva Llosa, de 25 años, una bióloga en paro harta de topar con ofertas de empleo con la coletilla “abstenerse licenciados” –“aquí no se valora la formación”, lamentaba--, hasta padres de familia, como Gerard Estanyol, de 50 años. Ingeniero civil, padre de tres adolescentes y empleado en una empresa que está a punto de cerrar un expediente de regulación de empleo, Estanyol ve en Quebec una oportunidad, no solo para él, sino también para sus hijas.
En la sala también abundaban los ingenieros. Ricard Simonneau, de 31 años, parado desde hace dos semanas, se marcharía mañana mismo, con su pareja, una comadrona a quien han afectado los recortes de la Generalitat. Simonneau ha dibujado una sonrisa de oreja a oreja cuando en la presentación de la patronal de Quebec se ha explicado que faltan pediatras, enfermeras de pediatría y personal de atención a neonatos. Gerard Sanglà, de 28 años, también es ingeniero y, todavía viviendo en casa de los padres, está dando un apretón al francés y cursando un máster en prevención de riesgos laborales para tener más puntos en la selección de octubre.
Las empresas de la región canadiense que no puedan esperar hasta entonces comenzarán a canalizar sus ofertas de empleo desde la próxima semana a través del portal Feina Activa del SOC.
Gerard Sangrà: “Ahora o nunca”. Ingeniero técnico de obras públicas de 28 años, trabaja de monitor escolar y aprovecha que todavía vive con sus padres para estudiar un Master en Prevención de Riesgos Laborales y dar un apretón en francés, la lengua oficial en Quebec. Se plantea marcharse porque, dice, “el futuro aquí no está muy bien” y no tiene familias ni hipoteca que le aten. Es un “ahora o nunca” y, destaca, “el Gobierno de allí dará muchas facilidades”.
Jaume Uriach: “Aquí pintan bastos”. A sus 40 años, este ingeniero eléctrico freelance se marcharía mañana mismo. Y eso que en Barcelona está trabajando de electricista. A pocos meses de ser madre por primera vez, su mujer también está convencida de la oportunidad de irse a Quebec. “Es una oportunidad de enriquecernos profesionalmente y personalmente y aquí pintan bastos”, asegura Uriach, que algo sabe de francés porque lo estudió en la escuela.
Eva Llosa: Harta del “abstenerse licenciados”. Esta bióloga de 25 años lleva seis meses en paro. Y está harta de ofertas de empleo que llevan la coletilla “abstenerse licenciados”. Es de la generación que se ha formado y ahora topa con un mercado laboral en standy by que no ofrece oportunidades a perfiles como el suyo. “Aquí no se valora la gente cualificada”, dice, y asegura que le atrae Quebec, por la mezcla del mundo anglosajón y francófono que ofrece.
Ricard Simonneau. Una pareja afectada por los recortes. Lleva dos semanas en paro. Hasta ahora ha podido dedicarse a lo suyo, es ingeniero de obras públicas, pero con 31 años y toda la vida por delante, contempla muy seriamente la opción de marcharse. Su mujer es comadrona y aunque algo de empleo tiene, se ha visto muy afectada por los recortes del Gobierno catalán. De ahí que Quebec pueda ser una buena opción para los dos. “Es un país parecido al nuestro. Igual no me iría a África o Asia, pero Quebec me atrae”, dice Simonneau.
Gerard Estanyol. A colonizar con la familia a cuestas. Ingeniero civil, pese a sus 50 años y todo lo que supone tener mujer y tres hijas adolescentes, Estanyol no se achanta y se dispone a comenzar una nueva vida. “Mis hijas ya se ven esquiando en Quebec”, asegura. Tiene trabajo, pero su empresa está inmersa en un ERE, de ahí que Quebec sea un plan B. Pero alerta: “Que nadie se engañe, la de Quebec no es una situación idílica. Buscan colonos, tienen un territorio que es 40 veces Cataluña y son siete millones, lo que quieren es gente que pague impuestos”, dice.
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