Solidarios y 'sin techo', cara a cara
Cruz Roja de Alicante atiende sobre el terreno a personas sin hogar
Apenas ha despuntado el día, cuando Natalia, Elena, María y Frank, ya han cargado la furgoneta con los paquetes de ayuda de urgencia (ropa, material de higiene y víveres, entre ellos varios termos calientes con café y leche). Son los preliminares de aventura de este grupo de jóvenes solidarios en busca de personas sin hogar y excluidos por motivos familiares o, lo más habitual en estos tiempos, por la crisis.
Los cuatro integran una de las Unidades Móviles de Emergencia Social que ha puesto en marcha la Cruz Roja de Alicante parar atender sobre el terreno a los más desfavorecidos. El programa ha comenzado su andadura en los municipios de Sant Joan d’Alacant y El Campello y en las próximas semanas se extenderá a Sant Vicent del Raspeig.
“Ya hemos realizado tres salidas. Y ahora estamos en la primera fase observación y recopilación de datos para después ofrecer una solución global, en colaboración con el resto de departamentos públicos con competencias, a sus demandas”, asevera Natalia Araujo, trabajadora social de la Cruz Roja y coordinadora de la Unidad Móvil. “Nuestro trabajo no se limita a ofrecerles café y leche caliente. Es un proyecto transversal de atención en red”, apostilla la trabajadora social, ante la atenta mirada de sus acompañantes de misión, todos en calidad de voluntarios (el conductor de la unidad, Frank, la trabajadora social María y la psicóloga Elena).
La primera parada que hizo el grupo de voluntarios el pasado jueves fue en una chabola en el extrarradio de la localidad de Sant Joan d’Alacant. A la puerta de la precaria pero digna vivienda, recibieron el saludo de una familia rumana compuesta por el matrimonio Nicolae (47 años) y Mitu María (56 años) y su hijo Chiruta. Los tres llegaron a España en 2007 y desde hace dos años moran en la chabola, levantada con sus propias manos a base de maderas, aferrados a la esperanza de encontrar trabajo para revertir su dura cotidianidad. “No tenemos trabajo, porque no tenemos papeles y ya nadie quiere darnos trabajo en negro”, explica Chiruta. “Lo primero es conseguir el certificado de empadronamiento, pero tampoco sabemos cómo”, añade. El padre asiente el razonamiento de su hijo y advierte al grupo de voluntarios de la Cruz Roja, de un problema añadido: “Estoy enfermo, me operaron de una pierna, y tampoco tenemos tarjeta sanitaria”. Padre e hijo expresan su determinación de seguir en España. “Mejor aquí sin nada que en Rumanía. Allí todo es corrupción. Estamos bien. Nadie nos molesta porque nosotros tampoco molestamos a nadie”, explica Chiruta.
Los jóvenes de la Cruz Roja, después de oír con atención y tacto los comentarios y peticiones de la familia Nicolae, reclaman su firma en los formularios para darlos de alta en el proyecto y toman nota de sus dos demandas más urgentes (empadronamiento y tarteja sanitaria).
La unidad móvil abandona el paraje donde se ubica la chabola agasajados por una afectiva despedida de la familia rumana y un detalle del padre que refuerza su compromiso de integración en España, Nicolae sale tras los pasos de los jóvenes para devolver a Natalia el bolso que había dejado olvidado.
La segunda escala de la unidad móvil es la puerta de un supermercado de la localidad. Allí, encuentra a Benny, un inmigrante alemán de 58 años. Benny es el paradigma de sin techo ya que lleva años y años vagando por diversos pueblos de Europa. Recaló hace poco tiempo en España y cuenta a los voluntarios su intención de marcharse a Villena, donde tiene un amigo con casa.
El inmigrante está sentado en el suelo, junto a su perro, y a sus pies una gorra con la limosna matinal recaudada, unas monedas que apenas suman dos euros. Los voluntarios de Cruz Roja le dan café y también le ofrecen unos bollos que minutos antes les ha donado una panadería del pueblo (Horno Artesano Jacinto). Luego se interesan por su salud y estado de ánimo. “Sobreviviré”, responde escuetamente.
Los voluntarios de la Cruz Roja han concluido otro tercer jueves de su solidaria tarea de auxilio en proximidad a los sin techo, pero son conscientes de que tienen enfrente un reto mayúsculo. La estadística de la entidad solidaria señala que en el año 2011 el número de personas sin hogar en Alicante se disparó a 2.160 personas, cinco veces más que durante el año anterior.
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