“Fernando Martín aún gana partidos”
El Mad-Croc Fuenlabrada conserva el espíritu del exjugador madridista
Fernando Martín fue el primer español que jugó en la NBA. Fue el precursor de los Gasol, Navarro, Calderón, Rudy y todos los que seguirán desembarcando en la máxima competición del baloncesto mundial. Y por eso el pabellón de Fuenlabrada se llama así, como el insigne número 10 del Real Madrid. Gracias a eso, 23 años después de su fallecimiento, su espíritu aguerrido, pero no exento de elegancia, está presente cada jornada que disputa el Mad-Croc Fuenlabrada en la Liga Endesa (antigua ACB) o cualquier otra competición. “No queremos irnos del Pabellón. Como máximo un lavado de cara porque al final de año te da cuatro o cinco victorias. El día que perdamos la presión del público será más difícil. Tenemos una cancha que aprieta mucho y donde es muy difícil jugar. Y yo lo he hecho de local y visitante”. Quien así habla es Ferran López, director técnico del club y un trotamundos del basket que ya considera Fuenlabrada su casa. Tras superar varias etapas en el equipo, este producto de la cantera del Joventut asegura formar parte de este proyecto deportivo: “De visitante el Fernando Martín era una locura por la presión del público y por cómo animan. Si estuviéramos en un pabellón más grande, se podría quedar vacío. Es una parte fundamental de los éxitos o de que no pasemos problemas para salvarnos”, argumenta orgulloso López.
El espíritu de este jugador está ligado también a los orígenes del baloncesto en Fuenlabrada. En 1992 el Partizan de Belgrado de Zeljko Obradovic disputó la Copa de Europa como local en el Fernando Martín de Fuenlabrada por el bombardeo de las tropas de las OTAN a la antigua Yugoslavia. La presencia de los Djordjevic, Danilovic, Stevanovic, Nakic, Koprivic, Silobad, Dragutinovic, Rebraca y Nikola Loncar desató la locura por el baloncesto en el municipio, que desde entonces perdura y se ha potenciado con el paraguas del Ayuntamiento, que es el propietario del 51% de las acciones de la sociedad anónima deportiva.
“Esta cancha aprieta, te da cuatro o cinco victorias a final de temporada”
Desde entonces la revolución deportiva tiene unos claros guarismos: 1.350 chavales jugando y 200 al máximo nivel. Dieciocho equipos inferiores, con la finalidad de entrelazar el aspecto social y el competitivo: “Si un niño quiere jugar, lo puede hacer. Es una cantera variopinta con 45 entrenadores, muchos de ellos desconocidos y que trabajan por amor al arte”, explica Armando Polo, el director de la cantera naranja.
Según Polo, una de las cosas que más gusta a los padres es que se potencia la inteligencia en el juego: “En otros sitios se potencia el físico. Aquí apostamos por jugar sin balón y pensar. De pequeños no hay ninguna posición definida, y eso a los padres les interesa bastante, que su hijo juegue en todas las posiciones. Con el tiempo se va delimitando todo. Nuestro espíritu es un culto al esfuerzo y al trabajo”. El producto de este esfuerzo se ve hasta en el equipo de la ACB, con varios jugadores procedentes de la cantera: Álvaro Muñoz, Adrián Laso, pero sobre todo Javier Vega. “Hay tres o cuatro cosas que caracterizan a nuestros jugadores. Jugar sin balón, pensar y el juego de pies. Esto último se trabaja mucho, y también el tiro. Pero sobre todo que entiendan tácticamente cómo se juega a esto. Es un juego de listos. Como nosotros los españoles no tenemos mucho talento físico tenemos que apostar por el talento técnico y táctico”. Y también por el espíritu de lucha.
Como por ejemplo mañana martes en la competición Eurochallenge. Su enfrentamiento contra el Triumph Lyuberstsy ruso, en cuartos de final, es la última etapa antes de pasar a la Final Four.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.