La ‘pelea del millón’ con gallos dopados y crestas amputadas
Los agentes han arrestado a 46 personas que apostaban hasta 10.000 euros por combate El grupo utilizaba aves dopadas con anfetaminas y cafeína
Las peleas de gallos son un ejemplo de la brutalidad con la que, en ocasiones, las personas se ensañan con los animales para fines crematísticos: los pingües beneficios de las apuestas ilegales. En una vivienda del extrarradio de Callosa del Segura (La Vega Baja) una banda de seis desalmados amputaba las crestas de los gallos y, además, dopaban a los animales con anfetamina, cafeína y estrictina para hacerlos más agresivos en los combates y saciar la irracional sed de sangre y violencia del público.
La Policía Nacional ha desmantelado el clandestino tentadero y ha arrestado a 46 personas. En el tentadero se cursaban apuestas entre los 300 y 600 euros, aunque en algunos casos la timba alcanzaba cifras de vértigo y los apostantes llegaban a poner sobre el tapete hasta 10.000 euros. Era, según la policía, la pelea del millón.
A seis de los detenidos, los organizadores del cruel espectáculo público (cobran 10 euros por la entrada) el juez los ha imputado por un supuesto delito de maltrato a los animales y una falta por utilizarlos en espectáculo público, según ha informado el Tribunal Superior de Justicia. Algunos de los cabecillas del ilícito grupo ya habían sido arrestados hace un año en Murcia por montar otro tentadero de peleas de gallos, según han afirmado fuentes policiales.
Sometían a los animales a un entrenamiento específico para aumentar su agresividad
La investigación de los agentes comenzó hace aproximadamente un mes en torno a varios integrantes de una asociación cultural constituida para la cría y exportación de gallos de raza combatiente español. Pero la entidad en realidad era la tapadera para organizar peleas de gallos en condiciones de crueldad y maltrato para las aves.
Los animales eran entrenados para lograr un desarrollo físico ideal para la pelea, así como una exacerbada agresividad. Parte de este entrenamiento consistía en la amputación de la cresta y el suministro de sustancias como cafeína, anfetaminas y estricnina.
El juez imputa a los a seis organizadores de las peleas un delito de maltrato a los animales
Los combates se celebraban normalmente los fines de semana. Así que los agentes irrumpieron en la mañana del pasado domingo en el tentadero y procedieron al arresto de las mencionadas 46 personas. La policía puso a disposición judicial a los seis organizadores. El titular del Juzgado número 1 de Orihuela los interrogó el lunes y los dejó en libertad con los cargos antes reseñados. Y, además, les ha impuesto la obligación de personase en el juzgado cada 15 días.
En el registro de la vivienda, los agentes incautaron además de unos 7.000 euros en metálico, varios tarros con espolones de gallos muertos, petos para pesarlos, limas y gran cantidad sustancias parar acentuar la agresividad de los animales.
Las peleas de gallos, con apuestas de por medio, eran una práctica habitual en plazas y parques de pueblos valencianos, sobre todo en las comarcas de La Vega Baja y Vinalopó, hasta mediados de los noventa. En la localidad Orihuela, según fuentes consultadas por este periódico, este tipo de espectáculos se celebraba en plena calle hasta hace unos 10 años en connivencia con asistentes y, a veces, de la policía.
Sin embargo, en los últimos años, la policía ha endurecido la persecución de este maltrato a los animales y ha dado varios golpes a los organizadores de las peleas clandestinas de gallos.
En abril de 1999, la Policía Local de Elche clausuró un recinto incluido en una casa de campo donde cada fin de semana se celebraban peleas de gallos, igualmente con apuestas.
Pero el golpe policial más espectacular a esta práctica se produjo en enero de 2010 en Castellón. En una nave industrial en el barrio marginal de Perpetuo Socorro, la policía desmanteló una timba con 100 personas que sólo ese día habían apostado 52.000 euros.
Los gallos también eran drogados para sobreestimularlos y sus espolones afilados para asegurar la sangre que exigían los inhumanos apostantes.
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