“No hay que tener miedo a enseñar la naturaleza y a obtener beneficios”

Fernando Hiraldo (Almería, 1947) es el director de la Estación Biológica de Doñana del CSIC desde hace más de una década. Este investigador, que en 2009 recibió la Medalla de Andalucía, es uno de los referentes científicos de la comunidad.

Pregunta. ¿Cuáles son los retos medioambientales a los que se va a enfrentar Andalucía en los próximos cuatro años?

Respuesta. El mayor reto es saber cómo va a afectar a la región el cambio global, que ya está en marcha. Andalucía es una zona muy sensible por sus costas, por la forma de urbanización de sus playas y por la dependencia del turismo. Podemos manejar cifras globales, pero necesitamos estudios mucho más precisos de Andalucía para poder actuar. Por ejemplo, en Doñana. Si sigue el mar como está subiendo, y está subiendo más deprisa de lo que era de esperar, se va a salinizar. Doñana es un ecosistema de aguas dulces con una influencia salina moderada. Es uno de los ecosistemas más raros y más escasos que hay en el mundo. Y de esos ecosistemas viven unas especies que solo pueden sobrevivir ahí. Hay que tomar una decisión. ¿Qué hacemos? ¿Dejamos que Doñana se salinice? Los científicos podemos advertir lo que va a pasar, pero alguien tiene que tomar las decisiones.

P. ¿Qué más retos?

R. Utilizar mejor la naturaleza. Andalucía tiene ahora mismo un 30% de su territorio protegido. Con una inversión moderada podría ser una fuente de ingresos grande. Andalucía tiene ahora tres sectores clave que están relacionados: el medio ambiente, la agroalimentación y el turismo. Pero la sensación que uno tiene es que van por libre. Los turistas vienen aquí y deberíamos ser capaces de venderles mejor nuestros productos. Y eso está muy en conexión con el medio ambiente. Si pusiéramos un centro de demostración y de agricultura ecológica en Doñana iría tanta gente o más que al parque. Doñana tiene una de las zonas más importantes de España y Europa en producción ecológica, pero no la conoce nadie. No hay que tener miedo a enseñar la naturaleza y a obtener beneficios de ello. Otro reto muy importante es utilizar las nuevas tecnologías. En Andalucía hay un pequeño tejido empresarial de gente joven muy brillante. Hay un núcleo duro que ya ha hecho cosas muy importantes en software libre.

P. ¿Respecto a las especies amenazadas?

R. Hace falta una racionalización. Tenemos un margen para mejorar, aunque se están haciendo las cosas razonablemente bien. En este ámbito, y en el medio ambiente en general, lo que hace falta es más transparencia. Se maneja dinero público y estamos en un tema muy sensible. Hay gente que entiende muy bien que se gaste dinero en comprar un Picasso pero que entiende muy mal que se gaste dinero en conservar el águila imperial o el lince. Por eso la transparencia es muy importante. Si hubiéramos tenido la suficiente transparencia en el programa del lince nos hubiéramos ahorrado leer artículos disparatados en los que se preguntan cómo se puede gastar tanto en conservarlo. Con el lince no estamos gastando, estamos ingresando fondos. La UE nos ha dado 60 millones en dos programas diferentes. Los ha obtenido la Junta porque ha tenido unos buenos técnicos que han hecho un buen proyecto Life. El dinero podía haber ido a cualquier parte de Europa, pero ha venido aquí.

P. ¿Hay un exceso de planes de conservación ex situ?

R. El reto es conservar la naturaleza. Creo que hay demasiados programas ex situ. Estos programas solo se deben hacer cuando sean imprescindibles. El del lince era absolutamente imprescindible. En el caso del águila imperial, creo que no tiene sentido que haya uno aquí, otro en Extremadura y otro en Madrid. Esto no es serio. Hay que hacer uno potente. Los científicos, los técnicos y los aficionados presionan mucho a las Administraciones, pero las autoridades tienen que ser más serias en las exigencias.

P. Respecto al cambio climático, ¿cómo se puede convencer a un responsable político de que apueste por un asunto cuyos resultados son a muy largo plazo?

R. Es difícil. Aquí se juega generalmente a cuatro años. Pero afortunadamente tenemos una percha internacional. Ahora mismo hay una conciencia mundial y europea. Pero se necesita un pacto entre los grandes partidos. El tiempo no lo gobierna nadie y o frenamos esto o va a ser la mayor tragedia. No va a ser una tragedia que vaya a suponer la desaparición de la raza humana o de las especies. Lo que vamos a perder es nuestra forma de vida. Eso es lo que está en juego. El medio ambiente lo hemos descubierto después de cientos de años de excesos y cuando ya el tamaño de la población no permitía esos excesos y estaba teniendo consecuencias graves. Yo no conozco más que un método: la educación. La contradicción está en que la educación lleva tiempo y la situación exige medidas urgentes.

P. ¿Es más complicado concienciar a la sociedad en una situación de crisis tan extrema?

R. Sin duda. Porque cuando la gente no tiene para comer o está en paro lo que piensa es ‘pasado mañana no sé qué va a pasar, pero hoy estoy mal’. Esto lo complica todavía más y exige mucha mayor talla a la clase política.

P. ¿Le preocupa el mensaje que se ha lanzado desde el Gobierno sobre la ley de Costas?

R. Soy optimista. Cuando un político, un científico o cualquiera llega a un sitio todavía no se lo ha aprendido todo. Y dice cosas. Pero luego se topa con la realidad. Tenemos una ley de Costas que sobre el papel es más o menos buena, pero que hemos llevado a la práctica muy poco. Además, tenemos una legislación europea que hay que cumplir. Muchas veces no es fácil cambiar la legislación española porque depende de un marco europeo. La costa española está lo suficientemente triturada para que la ley de Costas se respete y se mejore.