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“Solo quiero que pase todo ya”

El viudo de Amaia Azkue rompe su silencio en vísperas de que mañana se inicie el juicio por la muerte hace prácticamente un año de la vecina de Zarautz

Un hombre observa la zona del embalse de Ibai-Eder en Azpeitia donde fue localizado el cadáver de Amaia Azkue.
Un hombre observa la zona del embalse de Ibai-Eder en Azpeitia donde fue localizado el cadáver de Amaia Azkue.JESÚS URIARTE

Está siendo un fin de semana raro en Zarautz y en Azpeitia. En el ambiente flotan las pocas horas que faltan para que mañana, lunes, a las nueve y media comience en el Juzgado de Menores de San Sebastián uno de los juicios más esperados en Gipuzkoa, el de la muerte de Amaia Azkue, la vecina de Zarautz de 39 años cuyo cadáver fue localizado junto a un embalse en Azpeitia hace ahora casi un año. Pero si en ambos municipios se respira la prudencia con la que los vecinos, amigos o familiares de la víctima se pronuncian sobre la cuestión, en el domicilio de su viudo, más.

Manu, como le llaman quienes le conocen y tratan con él habitualmente por su condición de transportista, se muestra “tranquilo”, pero reconoce a EL PAÍS que son días “muy complicados”. Y es que el juicio va a coincidir con el primer aniversario del crimen, que se cumple el próximo viernes.

“Cualquiera es bueno hasta que se prueba otra cosa”, dicen conocidos del acusado

Cuando se le explica a Manu por qué se quiere hablar con él y se recuerda el nombre de Amaia, lo primero que contesta es un “ya me imagino” para después remitirse a su abogado, Miguel Castells, un reconocido letrado donostiarra de amplia trayectoria. Manu no quiere cometer ningún error. No quiere perjudicar la labor de la acusación particular que ejerce y que pide para el joven acusado una condena de 10 años de internamiento en régimen carcelario y cinco más en libertad vigilada. Es la máxima pena que se puede imponer a un menor de 17 años, la edad que tenía A.E. cuando supuestamente cometió el crimen el 16 de marzo de 2011.

El viudo de Azkue no oculta la intranquilidad que ha vivido estos últimos días. “Estoy nervioso por lo que viene”, dice. Él mismo será una de las 50 personas que declararán como testigos. “Solo quiero que pase todo ya”, añade a EL PAÍS.

Dos prestigiosos letrados pugnarán como acusador particular y defensor
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Esta semana, Manu tendrá que responder en sede judicial a preguntas clave que despejarán las dudas de la investigación y que servirán para aclarar por ejemplo si el acusado y Amaia o sus familias se conocían de algo —una de las hipótesis que se manejaron en un momento— o si la víctima había sufrido anteriormente algún tipo de acoso o episodio violento con el joven que se sienta ahora en el banquillo.

Aquel 16 de marzo, Manu no estaba en casa. Como todos los miércoles, Amaia salió a primera hora para dejar a sus dos hijas en la parada del autobús que las lleva a la ikastola donde estudian. Horas después, tras estar con unas amigas en Zarautz y hacer unas compras, se pierde su pista. Más tarde, su cadáver era localizado atado de pies y de manos en el embalse de Ibai-Eder. “No tengo ganas de hablar más porque no me sienta bien”, reconoce Manu en conversación con este periódico en su domicilio de Getaria.

No es el único que se muestra prudente. Otros familiares cercanos a Amaia insisten en lo mismo: “Ha sido un año muy duro; solo queremos que se haga justicia”.

Joanes Labayen, otro prestigioso letrado de San Sebastián, del bufete Cuatrecasas, representa al acusado. En su escrito de defensa, solicitó el sobreseimiento de la causa y que continuara la investigación. Lo hace dos meses después de que su defendido decidiera cambiar su declaración inicial y negase ahora haber participado en el crimen.

En enero y ante la fiscalía, A.E. se desdijo de lo que había manifestado en dependencias judiciales en San Sebastián el 17 de agosto pasado tras su arresto y afirmó que él no había matado a Amaia, sino otra persona a la que no conoce.

El Ministerio Público decidió no abrir nuevas diligencias y seguir con la instrucción. Mientras tanto, su familia, sus amigos y su novia, vecina del barrio Nuarbe de Azpeitia, ubicado junto al embalse de Ibai-Eder, guardan silencio. Quienes conocen a A.E. por su afición a las motos ya que regentan establecimientos en la zona relacionados con el sector, prefieren quedarse con un “todo el mundo es bueno hasta que se demuestra lo contrario”. Mañana será él quien abra el juicio con su declaración. Todo apunta a que se prolongará durante bastante tiempo en la sesión matinal. Después llegará el turno de los testigos propuestos por la fiscalía y la familia de la víctima, principalmente, los peritos, los forenses y agentes de la Ertzaintza.

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