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JAVIER CALVO | ESCRITOR

“He convertido la Transición en un cuento macabro”

Calvo, ayer en un hotel de Bilbao, antes de la entrevista.
Calvo, ayer en un hotel de Bilbao, antes de la entrevista.F. D. ALDAMA

El escritor Javier Calvo relata en su novela El jardín colgante (Seix Barral) la lucha durante la Transición española —una “gran mentira” en la que nada es lo que parece— de un agente superdotado y nada sociable, Arístides Lao, contra una organización de extrema izquierda en la que tiene un agente infiltrado, Teo Barbosa. La novela, segunda entrega de una trilogía policial, obtuvo el Premio Biblioteca Breve 2012.

Pregunta. ¿Se divirtió escribiendo?

Respuesta. Mucho. Me propuse escribir rápido, con la idea probablemente errónea de que también se iba a leer rápido. Por eso decidí que los diálogos fueran el eje del libro. Me ponía todo el tiempo música de la época, de los cantantes que menciono en la novela. Música de temática punk: mentira, traición, falsedad… Escuchaba esto mientras escribía.

P. La acción transcurre durante la Transición, que, según refleja en la novela, fue “la fundación de una gran mentira”.

R. Bueno [risas]. Digamos, para ser más diplomático, que la novela intenta retratar que en los momentos de cambio político, en las transiciones, hay que inventar un país nuevo. Hay un corte radical de identidad en la sociedad. La España democrática es un estado moderno, abierto, una España nueva, pero, a cambio de las cosas que se ganaron, hubo otras que se sacrificaron. Por ejemplo, una parte de la memoria histórica. A eso alude lo de la mentira: al falseamiento, la ocultación, el olvido de cosas de un modo selectivo.

P. Es una novela oscura y pesimista.

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R. El pesimismo va con el género policial. El género negro da una visión negra de las cosas. Se presta a conspiraciones, intrigas… La tercera parte seguro que irá también por ahí, con crímenes y malos rollos. Al margen de que a mí me gusta eso. Lo interesante sería que tuviera lugar en la actualidad. Dicen que el gran desafío para un escritor es escribir sobre su época.

P. Las dos primeras historias transcurren en Barcelona. En el caso de El jardín colgante, una Barcelona gris que, según escribe, “se agita sin terminar de despertarse, intensamente ausente”. Suena a reproche.

R. Lo entiendo, pero no hay una voluntad deliberada de que sea así. Este país fue adormecido por las fuerzas vivas de la Transición, que fueron igual de malas que las fuerzas vivas del franquismo. Pero más que crear una tesis con la novela y tomar partido por algo, yo me quedo con la parte literaria de esto. He querido convertir la Transición en un cuento de hadas macabro, más que decir que las cosas fueron de este modo o del otro.

P. La caída de un meteorito contribuye a crear ese ambiente decadente.

R. Es el símbolo de inauguración de esta nueva España. Me interesaba crear un país sin ningún tipo de absolutos, ni trascendencia o religión, un país movido solo por la utilidad y la conspiración. Quería representar literalmente que el cielo se cae.

P. Ha comentado que no le gusta leer libros que traten de transformarle espiritualmente. Sin embargo, con esta novela pretende sacudir al lector.

R. Eso lo dije hace años. No es que haya cambiado de opinión, sino que simplemente creo que estaba equivocado. Era algo que me parecía muy arrogante en un escritor. En parte, esa percepción la sigo conservando, pero sí es cierto que con las dos últimas novelas he intentado transmitir una idea. Esto me parece más humilde que decir que he escrito mi libro para que la gente piense.

Perfil

Javier Calvo (Barcelona, 1973) ha sido traductor de, entre otros, Ted Hughes, Ezra Pound, David Foster Wallace y J. M. Coetzee. También ha ejercido como guinista ocasional. Debutó como narrador en 2001 con el libro de relatos Risas enlatadas, al que siguió su primera novela, El dios reflectante (2003). El jardín colgante, Premio Biblioteca Breve 2012, es su quinta novela y la segunda de una trilogía policial que inició con Corona de flores (2010).

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