La operación hace temer a los alcaldes la pérdida de la obra social de la caja

La pérdida de puestos de trabajo y el incierto futuro de la obra social son ahora un quebradero de cabeza para alcaldes y sindicatos catalanes. No en vano, Unnim ya sufrió una purga de 530 trabajadores a raíz de la integración de las antiguas cajas de Sabadell, Terrassa y Manlleu, lo cual dejó a la entidad con una plantilla de 3.076 empleados. Como resultado de ese proceso, que se realizó sobre todo con prejubilaciones, la plantilla de Unnim se rejuveneció y sus trabajadores hoy tienen una media de edad de 38 años.

Los sindicatos, que han pedido una reunión con la dirección, piden que el recorte se haga con medidas no “traumáticas”, aunque saben que estas pueden afectar sobre todo a la plantilla de BBVA, con una media de edad de 48 años. De momento, lo único claro que tienen los sindicatos es que BBVA quiere acelerar la absorción y cerrarla al final de este semestre. Una portavoz de la entidad explicó que el proceso está todavía en la “fase preliminar” y que antes debe hablar con los sindicatos.

La secretaria de la Federación de Servicios de UGT, Pilar García, recordó que el cierre el cierre de oficinas supone también prescindir, por ejemplo, de personal de limpieza o de seguridad. Desde CC OO, Carles Domingo reclamó a BBVA que realice la operación cuanto antes y arranque un “proceso negociador” para “minimizar el impacto” de la adquisición en la plantilla con medidas como prejubilaciones.

Los alcaldes de las tres ciudades originarias de las cajas que forman Unnim —Sabadell, Terrassa y Manlleu— están igualmente preocupados por los despidos y el futuro de la obra social. “En un momento en que el índice de paro está en el 20%, este tipo de operaciones nos preocupan”, terció el alcalde de Terrassa, Pere Navarro.

Con la creación de Unnim Banc, las actividades de la fundación quedaron muy debilitadas. El edil de Manlleu, Pere Prat, abunda que la Obra Social arropada bajo el paraguas de Unnim Caixa, se está financiando con fondos reservados de años anteriores, ya que en 2011 la fundación no recibió ninguna aportación dineraria. La incógnita es saber cuánto durarán los fondos y qué pasará cuando estos se acaben. Los alcaldes son conscientes que BBVA no tiene obligación de mantener la fundación, pero reclaman su continuidad apelando a las actividades culturales y sociales —como apoyo a discapacitados— que realizan. Los ediles piden que la Obra Social se vuelva a dividir y que cada ciudad recupere su parte, aunque tampoco se muestran seguros de que esta opción vaya a garantizar su continuidad.

Los alcaldes también lamentan que la Generalitat no haya tenido un papel “más activo” en todo el proceso. “¿Cómo es que Cataluña se ha dejado perder el poder de autogobierno y la autonomía financiera que le daban las cajas?”, se pregunta el alcalde de Sabadell, Manuel Bustos, quien abrió la puerta a reflexionar sobre las consecuencias que tuvo el debate sobre la despolitización de las cajas de ahorros de hace unos años.