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Al filo de la perfección

El Obradoiro acaricia la proeza contra el Madrid en un partido que le marca la senda de la permanencia en la ACB

Stephane Lasme intenta taponar el tiro de Nikola Mirotic, del Real Madrid, ayer en Santiago.
Stephane Lasme intenta taponar el tiro de Nikola Mirotic, del Real Madrid, ayer en Santiago.LAVANDEIRA JR (EFE)

Hubo un instante, un momento en el que el cuerpo igual ya no daba para más o simplemente era imposible apagar tanto fuego rival, en el que Moncho Fernández reclutó a los suyos en un tiempo muerto y a voz en grito les lanzó un aviso: “Perfect, coño, only perfect”. Los entrenadores de baloncesto dominan el spanglish, idioma referencial en el vestuario del Obradoiro, equipo que hace de la casta virtud, de la perfección el único camino para competir contra los mejores de Europa. Y el Real Madrid, aun recién eliminado en la competición continental, lo es. “Es un equipo que no permite tener un solo error porque si lo cometes tienes una canasta en contra”, explicó tras el partido el técnico compostelano.

Ganó el Madrid (69-83), pero tuvo que poner todos sus argumentos en medio del bullicio que siempre reviste el Multiusos de Fontes do Sar en ocasiones como la de ayer. “Tienen una afición que te pone la piel de gallina cuando se pone a cantar antes de que empiece el partido”, resume Felipe Reyes, que ya las ha visto de todos los colores, 13 temporadas en la élite, campeón del mundo y europeo, subcampeón olímpico. Reyes fue uno de los que estuvo en la penúltima visita del Madrid a la cancha obradoirista, aquella matinal de diciembre hace dos años en la que salió derrotado, en el que bastantes consideran el mejor partido de la historia del club santiagués. Además de él, solamente su compañero Velickovic y Tuky Bulfoni, por parte local, repetían respecto a entonces, detalle que debería invitar a ciertas reflexiones sobre el baloncesto y porque no fideliza a tanta gente como antaño.

En Santiago, por ahora no hay ese problema. La gente mal que bien aguantó el envite que se le lanzó desde la zona noble con el precio de acciones y abonos y ahí está cinco minutos antes de cada partido para entonar el Miudiño, esa suerte de You'll never walk alone que convierte Sar en un pequeño Anfield y emociona hasta a un cordobés como Reyes. “Tenemos que disfrutar de momentos como estos. Hay bastante madridista en el pabellón, pero muchos de ellos ya me han dicho que hoy son del Obradoiro”, explicó el presidente Raúl López antes de empezar, pendiente como estaba de sus invitados en el palco.

Por primera vez esperaba a Alberto Núñez Feijóo, que tres años después de su llegada a la presidencia de la Xunta conoció Sar y vio al equipo que en su día patrocinó, Xacobeo mediante, un combo irredento azuzado por un entrenador que demanda el sobresaliente a los suyos. “Jugamos duro, lo dimos todo”, resumió Bernard Hopkins un americano de Maryland que llegó en 1997 a la Liga y ya maneja argumentarios del españolismo más añejo. “El Madrid es el Madrid”, sentenció.

“Tienen una afición que pone la piel de gallina”, comenta Felipe Reyes

El repertorio de los merengues es ilimitado. El plan del Obradoiro pasaba por impedir su contraataque y cerrar el rebote defensivo para taponar un caudal que en los últimos partidos habían llevado al grupo que dirige Pablo Laso a cerca de los cien puntos de media. La estrategia se cumplió a medias. Hubo más control que frenesí, pero también algún despiste bajo canasta propia y, sobre todo, siete balones perdidos en los primeros diez minutos, la mitad que en todo el partido. Fue en ese primer cuarto (13-24 al final) cuando se sentaron las bases para una remontada que en ocasiones tenía mucho de cuestión de fe. Dieciséis abajo (44-60) al iniciarse el último cuarto, apareció la médula del equipo (Kendall, Junyent y Bulfoni), la que le llevó el año pasado a la ACB para ponerse seis abajo y posesión.

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A Bulfoni se le quedó corto el triple que dejaba el marcador a tres con poco más de dos minutos por delante y fue ahí cuando el Madrid tiró de galones, los de Llull o Singler, campeón universitario con Duke y mejor jugador de una Final Four de la NCAA. “Nos dejamos ir al final, pero este es el camino para conseguir el objetivo de la salvación”, dedujó Moncho Fernández antes de irse a casa a preparar la maleta porque al equipo le espera hoy un viaje de 12 horas en autocar hasta Manresa, donde mañana juega un importante partido. “Ese es el foco. Este partido con el Madrid es como si hubiese sido hace cien años”, zanjó.

El equipo deberá sumar cinco victorias más para estar tranquilo

Con siete victorias en 22 partidos, las previsiones apuntan a que el Obradoiro debera sumar cinco más para estar tranquilo. Por debajo solo tiene a Murcia, el próximo rival en Sar, con un triunfo menos y el basket average virtualmente perdido tras caer en el duelo directo de la primera vuelta por 25 puntos; a Estudiantes, también con seis triunfos, uno de los fundadores en 1956 de la primera liga española de baloncesto, siempre en la máxima categoría y que jugará en las tres últimas jornadas contra sus otros tres acompañantes ahora en la cola; y a Valladolid, que este fin de semana sumó su quinta victoria. “Hemos demostrado que podemos competir contra los grandes, pero contra los de debajo tenemos que ir aún más duro”, advierte Junyent.

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