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EL DERBI VASCO

El clásico más oculto

El Athletic, muy envuelto en el ambiente de Manchester, recibe a la Real en San Mamés

Al Athletic le ha pasado como a Rubén Darío con la primavera, que el clásico le ha venido y nadie sabe como ha sido. Lleno de autoestima, por sus nueve internacionales, por la final de Copa ante el Barcelona y los octavos ante el Manchester, y acosado por los detalles subsidiarios de tal subidón, el clásico contra la Real Sociedad se le ha ido como un suspiro. Algo así como un interregno entre tantas noticias inesperadas, con la afición pensando en Manchester, la Junta Directiva en la fecha y la sede de la final y los futbolistas a mitad de camino entre Málaga, Torrelavega y Bilbao, por mor de los acontecimientos que han acabado por eclipsar lo que sin embargo es un partido singular.

A 100 kilómetros de distancia, la Real sí ha vivido el cásico como siempre, día a día, con una sucesión de declaraciones que apelan al tópico de los partidos especiales, la dificultad de los enfrentamientos tan localizados, pero sobre todo al hecho de que la distancia de puestos en la clasificación es más exagerada que los puntos que separan a ambos equipos (4) lo que convierte la victoria realista en un botín sobresaliente.

Los guipuzcoanos consideran el partido como una pista para su definitivo despegue

Es ciertamente un clásico oculto en Bilbao, en la vorágine de acontecimientos, aunque en San Sebastián, se convierta en el punto de ira de la semana. Sin embargo, una cosa es el entorno previo y otra la asunción de lo que supone un clásico cuando el árbitro ordena que ruede el balón. De hecho, a pesar de los elementos ajenos al clásico, las entradas puestas a la venta el viernes en San Mamés se han agotado, lo que indica que la afición rojiblanca simplemente se ha limitado a cumplir el calendario de adquisición de localidades sin renunciar a la emoción que supone un partido frente a la Real, además en un horario asequible (16 horas) para los seguidores de uno y otro equipos.

La Real vive subiendo y bajando valle. El último lo ascendió con éxito frente al Mallorca, aunque sin embargo su discutido técnico Montanier, reconoce que para ganar en San Mamés “tenemos que dar el máximo y algo más (…) porque aunque el partido valga tres puntos es un partido especial (…) y todos sabemos que se trata de un derbi de los más famosos de Europa”, afirmó en rueda de prensa, una vez descartadas las entrevistas personalizadas.

Xabi Prieto, por la distancia que separa a ambos equipos, prefiere hablar de un partido “igualado”, en el que “nosotros tenemos la obligación de satisfacer las expectativas de esa gente que sabemos que se ha tirado 18 horas en la cola para adquirir una entrada”.

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Las llamadas anímicas son constantes, y se repiten cada temporada independientemente de la situación de los equipos. El Athletic se ha visto enredado en otra madeja competitiva y ha aplazado cualquier manifestación a prácticamente la jornada previa al encuentro, aunque en la misma tónica. Tarde especial, partido singular, público entregado y puntos necesarios porque en el apelotonamiento de la Liga cualquier pase mal tirado te degrada en la clasificación. Si el Athletic está bien visto por su juego, y la Real asoma irregularidad, lo cierto es que la distancia entre ambos es escasa y todo puede cambiar en 90 minutos.

La principal novedad rojiblanca puede ser el retorno de Javi Martínez a la posición de medio centro para cubrir la ausencia por sanción de Iturraspe, uno de los fijos de Caparrós, algo que no le preocupa al internacional navarro que reconoce “estar muy a gusto de central pero si hay que volver al medio campo me parece fantástico”. La duda es Muniain, que se retiró del entrenamiento el viernes con un golpe en la cadera.

El Athletic no olvida que fue precisamente en Anoeta (donde ganó 1-2) cuando levantó el vuelo tras un comienzo titubeante en la Liga. La Real, sin embargo, tuvo un comienzo fulgurante para luego ir convirtiéndose en un equipo poco previsible, capaz de lo mejor y de lo peor, con más dudas que certezas. En San Mamés imperará, sin embargo, el estado de ánimo. Montanier quiere que su equipo “salga fuerte y rápido” y los de Bielda acostumbran a hacerlo porque juegan sin freno de principio a fin, al margen del resultado. Quizás por eso el clásico más oculto acabe siendo el más luminoso.

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