La minina modosita
Polémicas aparte, el auténtico problema de Bebe es que se ha quedado sin discurso
Dicen sus allegados que Bebe está suave como la seda desde el desdichado parlamento aquel en la sala El Sol. Algo de eso debe haber: anoche, en la presentación de ‘Un pokito de rocanrol’, no aludió a sus bragas ni a nuestra necesidad de que nos follen como Dios manda, sino que animó al público a darse “besitos y abracitos”, alabó a las mujeres que bailotean frente al espejo y terminó desmadrándose ella misma, con sus cuatro músicos, al compás de ‘Bamboleo’. Su desatino lenguaraz de noviembre se magnificó por el efecto exponencial de las redes sociales, pero el barullo de la polémica terminó camuflando el auténtico problema: Bebe se ha quedado sin discurso. Y eso es más preocupante que una puntual metedura de pata.
Nieves Rebolledo se había marcado dos álbumes corajudos; el primero, valiente; el segundo, aún más visceral. Pero la gatita ronroneante y seductora, aquella mujer que sostenía la mirada y apuntaba con sus zarpazos al estómago, la yugular o la cavidad torácica, se ha convertido en un minina modosita. Vocinglero, pero irrelevante. El arranque de anoche en la abarrotada Joy Eslava, con ‘Busco-me’, ‘Me fui’ y ‘Con mis manos’, invitaba casi a la nostalgia. Veíamos a una artista que abría su corazón a quien quisiera tomarle el pulso, un animal que se rebela contra el escozor del desánimo, el descaro exuberante de quien invita a la autoestimulación. En pavoroso contraste, comienza a sonar ‘K.I.É.R.E.M.E.’, tributo al trascendental legado del ‘Cantajuegos’, y entran ganas de buscar las cámaras ocultas. Porque alguien debe de estar tronchándose con nuestras caras de estupor.
A Bebe le quedaba algo de mala baba cuando escribió ‘ABC’, que no trata sobre portadas apocalípticas pero sí sobre explotadores. Ahí termina la mirada lúcida. Nieves no se ha reinventado, sino que parecen haberla abducido. Su visión actualizada del amor (‘Mi guapo’) es una cursilería de “pupitas, heriditas y muchachitos”. Pero aún debemos afrontar su conmovedora denuncia (“mi reino por un pitillo”) en ‘Yo fumo’; un tema no ya nocivo, según los cánones de la OMS, sino sonrojante. Y no le andan a la zaga ‘Me pintaré’ o ‘Qué carajo’, donde la extremeña grita mucho, y muy desagradable, para no decir una sola frase de interés.
Lo mejor del concierto es que casi incluyó tantas canciones de ‘Y.’ como de esa nadería discográfica que acaba de publicarse. Incluso celebró la interpretación de Se fue (2009) retozando y morreándose sobre la alfombra con su guitarrista, Pablo Novoa, que tampoco se anda con remilgos. pero el regreso al momento presente resultó doloroso. “A la mierda con los modernos”, gritó ella. Por desgracia, carecer de argumentos está muy de moda.
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