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La caída de la otra Cidade da Cultura

Los cierres y rebajas en la programación de salas, fundaciones y otras instituciones se multiplican en Santiago La música resiste mejor la crisis

Escaparate de la galería Caroní de Santiago, afectada por los recortes de programación. / ANXO IGLESIAS
Escaparate de la galería Caroní de Santiago, afectada por los recortes de programación. / ANXO IGLESIAS

Cuando el proyecto arquitectónico de Peter Einsenman comenzaba a emerger en el monte Gaiás de Santiago hubo varias voces que alertaron sobre la posibilidad de que la que ya era la auténtica Cidade da Cultura, el casco histórico de Santiago, pudiese quedar oscurecida por un proyecto que amenazaba con acaparar todo acontecimiento cultural a celebrar en varios kilómetros a la redonda. El tiempo ha demostrado que aquellos temores eran infundados. Lo que ha ocurrido es que la crisis está dejando en ruinas las iniciativas culturales en la ciudad mientras que la actividad en el Gaiás brilla por su ausencia. La peor pesadilla se ha convertido en realidad.

Pasear estos días por las calles de Santiago se ha convertido en una invitación a la depresión por la abundancia de carteles de “se vende”, “se alquila” o “se traspasa”. La cultura es una de las grandes damnificadas. Aparte de las instituciones que han cerrado sus puertas o que lo harán en próximas fechas, lo peor es que muchas de ellas están funcionando a medio gas y han recortado al mínimo su programación. La ruina del cine Yago, cerrado desde hace años y ocupado por un grupo de jóvenes hace unos meses, es un símbolo que sirve para explicar lo que sucede en muchas otras instituciones culturales de la ciudad. Otro ejemplo es la compañía teatral Chévere (impulsora de la cerrada sala NASA que este año iba a cumplir 20 de existencia) ha decidido mudarse al vecino municipio de Teo ante la falta de oportunidades para seguir trabajando en Santiago.

Entre la lista de inmuebles dedicados a la cultura que han cerrado sus puertas en los últimos meses se encuentran la citada sala NASA, la Factoría Compostela, proyecto dedicado al arte que murió por falta de apoyos, y el centro social de Novagalicia Banco en la plaza de Cervantes, que ha sufrido los recortes de la entidad en obra social. Sin embargo, lo más grave es el gran número de instituciones que están trabajando bajo mínimos y con programaciones muy inferiores a la que tuvieron en su momento. Aquí se encuentran la fundación Torrente Ballester, la que lleva el nombre de Eugenio Granell, la Casa da Parra o la galería Caroní, que abrió sus puertas hace apenas un año y que ya ha anunciado que va a recortar considerablemente su programación.

La compañía Chévere se marchó a Teo ante la falta de oportunidades

Ghaleb Jaber Ibrahim, responsable de esta última galería y empresario hotelero y del sector audiovisual, explica que los motivos para dejar de apostar por este proyecto cultural es la falta de apoyo por parte de las instituciones. En su opinión, lo que sucede en el terreno de la cultura no es más que un reflejo de la falta de un modelo de ciudad que viene sufriéndose desde hace décadas. También apunta que la Cidade da Cultura ha afectado negativamente a muchos establecimientos de Santiago que antes organizaban eventos que ahora han pasado a celebrarse en el Gaiás.

El concejal de Cultura, Ángel Currás, considera que las dificultades que atraviesan las instituciones culturales de la ciudad vienen de lejos pero apunta que Santiago sigue siendo un destino de turismo cultural “de primer orden”. En todo caso ve “preocupante” que se cierren espacios culturales en la ciudad, aunque espera que algunos como el caso del centro de Novagalicia Banco en Cervantes aún puedan recuperarse para la actividad cultural. En lugares como la fundación Granell, el Ayuntamiento mantiene una importante aportación para sostenerla a pesar del momento de crisis que vivimos.

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Otra de las iniciativas culturales que está en el aire en estos momentos es el Festival de Músicas Contemplativas, que viene celebrándose en los días de Semana Santa en los últimos años, y que ahora está en el aire porque el Consorcio de Santiago, impulsor del mismo, aún no ha aprobado sus presupuestos. El festival Via Stellae, que se celebra en julio, seguirá adelante aunque con menos dinero.

Currás: "Santiago sigue siendo un destino cultural de primer orden"

Xesús Ron, miembro de Chévere e impulsor de la extinta Nasa, explica que el Ayuntamiento compostelano rechazó la oferta del grupo de quedarse en la ciudad como compañía residente y de ahí su decisión de trasladarse a un municipio vecino. “En la Nasa se hacía un 20% de la actividad teatral de la ciudad y unas 15.000 personas pasaban cada año por la sala”, explica Ron, quien reprocha a los responsables municipales que no hagan un esfuerzo imaginativo para buscar recursos privados para financiar eventos culturales. “En Teo han sabido hacerlo y en Santiago, no”, concluye.

La crisis no puede con la música

Aunque el panorama puede parecer desolador siempre aparece alguna buena noticia. En el caso de Santiago las mejores vienen dentro del apartado musical. Sin ir más lejos este último fin de semana los compostelanos han tenido dos buenos conciertos (Corizonas e Idan Raichel) pero la programación prevista no deja respiro durante las próximas semanas.

El nuevo responsable del Auditorio de Galicia, José Víctor Carou, ha impulsado varios ciclos musicales con propuestas para todos los gustos (Intimo & Acústico, Jazz in Blue, Compostela Rock) que se suman al ya existente Sons da Diversidade. La otra gran impulsora de la programación musical de la ciudad es la sala Capitol, que colabora en muchos conciertos con el Ayuntamiento y prácticamente todas las semanas presenta alguna actuación de interés.

La Cidade da Cultura también programa esporádicamente ciclos atractivos. Xesús Ron apunta que una de las vías de actuación que podría explotarse desde el Gaiás es colaborar con otros espacios ubicados en la ciudad para patrocinar actividades en ellos.

“La Cidade da Cultura ha concentrado recursos que echan de menos otras instituciones. El problema es que no ha sabido integrarse en el tejido cultural gallego porque podrían organizarse cosas en otras partes de la ciudad que están más preparados para albergar determinados espectáculos. La verdad es que resulta desolador ver, por ejemplo, actividades teatrales que se han realizado en el Gaiás”, indica Ron, quien considera que desde el complejo diseñado por Peter Einsenman podrían financiarse centros de producción en Santiago.

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