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el paisaje industrial de madrid

24.400 empleos industriales menos

El sector industrial resiste mejor la crisis en la Comunidad de Madrid que en otras regiones españolas pese a que ha perdido más de mil empresas en un año y un 8% de puestos de trabajo desde 2008

Un trabajador de Arcelormittal protesta en la Asamblea por el cierre.
Un trabajador de Arcelormittal protesta en la Asamblea por el cierre.ÁLVARO GARCÍA

Corre el año 1957. España trata de reponerse de una larga posguerra y Villaverde, antigua línea del frente a las afueras de Madrid, se está convirtiendo en un importante polo industrial. Al borde de la carretera de Toledo nace Industria Metalúrgica Madrileña. Hoy, tras 55 años de actividad, la factoría tiene cortado el suministro eléctrico. Cerrada a cal y canto. Aquí ya no volverán a colar acero.

 ArcelorMittal, su actual propietaria, ha decidido la parada “por tiempo indefinido” de la planta porque no la considera rentable. No hay mercado en España, aduce la multinacional, para sus grandes vigas de acero. Y exportarlas sale caro porque, claro, los puertos de mar están empeñados en quedar demasiado lejos de Madrid.

Los 390 empleados de la factoría se han movilizado para tratar de evitar el cierre, que supone un zarpazo más al sector industrial madrileño, que ha perdido ya 24.400 empleos desde 2008, según los últimos datos de la Encuesta de Población Activa.

Solo en el último año han desaparecido 1.189 empresas industriales en la comunidad (el 4%). Sin embargo, Madrid resiste mejor que Cataluña y el País Vasco. Es la autonomía que menos empleo industrial ha perdido en términos relativos: un 8% en el número de ocupados en el sector en el último trimestre de 2011 frente al mismo periodo de 2008, seguida de Navarra, y muy lejos del 20% de caída que sufre la comunidad con mayor peso industrial, Cataluña. El último dato de producción industrial recoge un incremento medio del 0,5% en Madrid en 2011, frente al descenso del 1,8% de España, si bien en tasa interanual baja un 8%, un punto más que el conjunto del Estado.

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Pero ese menor daño relativo no consuela ni a empresarios ni a trabajadores, que echan de menos una apuesta política clara por el sector. “La industria es denostada por la sociedad y por los Gobiernos, desde aquel ministro [Carlos Solchaga] que en la época de la reconversión dijo aquello de que la mejor política industrial es la que no existe”, se queja José Miguel Guerrero, presidente de patronal del metal AECIM.

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“Es necesario que se considere la industria un sector estratégico, por la capacidad de arrastre que tiene respecto a otros sectores económicos. Hay estudios que indican que por cada euro que factura la industria se generan tres euros de repercusión en la riqueza nacional. Además, la industria es el sector que más empleo estable genera y el que mejor retribuye a los empleados”, señala el empresario. El 74% de los asalariados del sector industrial tienen un contrato indefinido, 12 puntos por encima del total de trabajadores.

El Gobierno regional de Madrid no parece dispuesto a desmentir con hechos el diagnóstico de Guerrero. El Ejecutivo autonómico "no puede ni debe impedir que las empresas asentadas en su territorio ejerzan libremente sus decisiones empresariales", dijo el consejero de Economía, Percival Manglano, el jueves pasado en la Asamblea de Madrid respecto al cierre de la planta de ArcelorMittal. “Poner barreras de salida” a las empresas es “poner barreras de entrada” a la inversión en Madrid, argumentó.

Mientras Manglano se lavaba las manos en el asunto, fuera protestaban los trabajadores de la planta metalúrgica. “La política industrial de la Comunidad consiste en deshacerse de la industria”, espeta el portavoz de UGT en ArcelorMittal, José María Piñero. “Nos da envidia el apoyo que dan otros gobiernos a la industria de sus territorios”, confiesa Piñero, que pone como ejemplo el caso del País Vasco.

El Gobierno de Ajuria Enea aprobó hace unas semanas un préstamo participativo de cinco millones de euros para salvar Corrugados Azpeitia. Precisamente Euskadi será uno de los destinos (junto a Aragón, Asturias y Valencia) para los 285 trabajadores de los 390 de la planta de Villaverde que ArcelorMittal ha ofrecido recolocar en otras factorías de la multinacional. “Es un drama; muchos no van a poder irse de Madrid. La mayoría tiene mujeres que trabajan aquí”, se queja Piñero.

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“Nos sentimos engañados”, asegura Mercedes González, portavoz de CC OO en ArcelorMittal, “la empresa dice que no somos rentables pero lo cierto es que nos han dado los peores mercados y además es una fábrica vieja que ha tenido muy poca inversión en los últimos años”. González, al igual que su compañero de UGT, suspira por el apoyo de las instituciones. Los gobiernos de Luxemburgo y País Vasco (las otras dos plantas de perfiles largos que tiene la multinacional metalúrgica en Europa) “están detrás sustentando la producción”.

La Consejería de Economía, que ha declinado hacer declaraciones, asume que el sector es estratégico y aduce en su haber el Plan de Fomento de la Industria de la Comunidad de Madrid 2009-2012, dotado con un presupuesto de 892 millones de euros. Ahí se incluyen desde el apoyo a la internacionalización al plan de sustitución de calderas en viviendas.

Un centenar de empleados de la factoría de Villaverde seguirá en ella, ya que ArcelorMittal prevé un centro de servicios del acero, es decir, transformación de piezas y no producción, y un centro logístico de chatarra que es la materia prima que utilizan en este tipo de plantas metalúrgicas, de arco eléctrico. ArcelorMittal no tiene aún fecha para realizar las inversiones necesarias al efecto. De momento, negocia con los sindicatos las condiciones de recolocación de los trabajadores.

Pero además de a esos casi 300 empleados, el cierre afecta también a otros 600 puestos indirectos. Si nadie lo remedia, el cierre de ArcelorMittal devorará casi un millar de puestos de trabajo en la comunidad. Con ellos desaparecerá una industria que, en opinión de Julio Barea, de Greenpeace, era “uno de los puntos negros, negrísimos, para el medio ambiente en el municipio de Madrid por su emisión de gases contaminantes”.

Deslocalización

“En los últimos 12 años se han ido deslocalizando empresas muy importantes: Ericcson y Alcatel en producción de equipos para telecomunicaciones, Renault industriales ha ido perdiendo ocupación; Electrolux ha desaparecido, Gal en químicas…. Pero donde más se nota el declive de la industria es en el metal, porque era donde más empleo había”, comenta Ángel Jurado, secretario de desarrollo industrial de CC OO de Madrid.

“La importancia de la industria se explica muy fácil: en Alemania la industria aporta el 35% del PIB frente al 10% de Madrid; Francia un 25%... Estos países no están sufriendo el desempleo que estamos sufriendo en España”, explica Jurado, que insiste en la importancia de la apuesta de los gobiernos por la industria. “Las inversiones públicas tienen que dirigirse a incentivar la inversión privada. Las pequeñas y medianas empresas necesitan el soporte de las administraciones. Los embajadores deberían ser auténticos comerciales como sucede con otros países”.

Para los empresarios, el principal problema que tiene ahora la industria es la financiación, explica el presidente de la patronal madrileña del metal. “El sector, históricamente, ha vendido a crédito”, explica Guerrero, que reclama apoyo institucional para evitar más cierres. “Una industria que se cierra no se vuelve a abrir, un bar sí”.

Uno de los asuntos en los que la influencia de las políticas públicas es determinante es la generación de suelo industrial. En los años de boom inmobiliario, tras la ley del Suelo de 1997, salía mucho más rentable especular con la recalificación de terrenos para construir viviendas que la fabricación de bienes. Polígonos como el de Julián Camarillo, en el distrito de San Blas, donde un día se fabricaron los castizos fusiles CETME y las motos Vespa, pasó a tener cientos de viviendas.

Las industrias fueron diseminándose hacia la periferia de la región y más allá. Tras años de bloqueo, el Gobierno regional y el Ayuntamiento de Getafe han llegado a un acuerdo para desarrollar la segunda fase del polígono de La Carpetania, que en principio asegura el futuro de una de las industrias más importantes de la región, el fabricante aeronáutico EADS-CASA, que había amenazado con abandonar la región si no conseguía suelo para expandirse.

Sin suelo industrial

“Eso ha cambiando mucho. Al amparo del boom inmobiliario no había suelo industrial. Ahora es distinto. El Gobierno regional está empeñado en mejorar los polígonos industriales”, apunta Guerrero. Ahora hay mucha oferta de suelo, pero no la adecuada, según explica director de la división industrial de la consultora inmobiliaria Jones Lang Lasalle. “No hay demanda ninguna pero sigue sin haber disponiblidad de suelo finalista a buen precio. Hay mucho suelo calificado como industrial pero sin urbanizar”, relata. “Eso sí, los precios han caído muchísimo. En zonas urbanizadas de Vicálvaro se han llegado a pagar 900 euros por metro cuadrado en 2007, ahora lo tenemos a 200 euros y no conseguimos vender. Además hay un problema de financiación: no hay crédito”.

“La Comunidad de Madrid creó parques tecnológicos que fomentaba el IMADE pero ese organismo ya no existe”. Hace un año, los recortes del Ejecutivo de Esperanza Aguirre se llevaron por delante también el Observatorio Industrial de Madrid. “Solo costaba 120.000 euros al año”, recuerda Jesús Tébar, geógrafo e investigador de la Universidad Complutense. “Hay una imagen de la industria como una fábrica echando humo y no es así. Hay muchos servicios avanzados vinculados a la industria que no encajan en la clasificación tradicional”. Tébar critica que se apueste por que “la economía madrileña se parezca cada vez más a la de Londres”. “Es la economía de casino, y no solo por el proyecto de Las Vegas”.

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