Preocupación por la convivencia de ciclistas y peatones en Madrid Río
La Junta de Latina insta al Gobierno municipal a solucionar el problema La iniciativa, realizada a petición de Izquierda Unida, cuenta con el apoyo del PP El PSM advierte que el conflicto causa situaciones de riesgo en la zona
La Junta Municipal del distrito de Latina acordó en diciembre por unanimidad una proposición para “instar al Área de Gobierno de Medio Ambiente y Movilidad a estudiar posibles soluciones que favorezcan la convivencia entre peatones y ciclistas en las sendas que transitan por el Parque de Madrid Río”. La iniciativa, presentada por Izquierda Unida pero aprobada con el respaldo del resto de grupos, incluido el Partido Popular, pedía un estudio sobre la señalización de esta senda ciclable en toda su extensión, no solo en Latina.
Se trata de un tramo de 14 kilómetros de longitud y cuatro metros de anchura que comparten ciclistas y peatones sin distinción, aunque estos últimos tienen prioridad. Es prácticamente plano, con una pendiente media del 1% (y picos de hasta el 8%). Cruza los distritos de Moncloa-Aravaca, Latina, Arganzuela, Carabanchel y Usera, desde el inicio de la Ribera del Manzanares hasta el parque de Tierno Galván.
El Ayuntamiento decidió el pasado verano limitar la velocidad a los ciclistas en Madrid Río a seis kilómetros por hora, que es aproximadamente la de una persona caminando. La bicicleta apenas se sostiene en pie. Huelga decir que, al menos en los días en los que este periódico fue a comprobarlo, ningún ciclista obedecía esa regulación. En teoría, corresponde a la Policía Municipal imponer multas, pero se trata de una limitación recomendada, no obligatoria. Según la concejal socialista Noelia Fernández, “no existe una convivencia buena”, los que resulta en situaciones peligrosas. Además, según denuncia, “no se mantiene ni la pintura ni el pavimento”.
Hasta ahora, el Ayuntamiento había declinado segregar a las bicicletas por un carril independiente al considerarlo más inseguro, especialmente para los niños, y por una cuestión de espacio: en algunas zonas, el parque es demasiado estrecho para que quepan dos vías diferenciadas.
El Gobierno local no ha reaccionado aún a la petición de la Junta de Latina, liderada por los concejales del Partido Popular. Según un portavoz municipal, “ha pasado poco tiempo”, “hay muchos otros asuntos que estudiar”, y además “se han producido cambios en el área de Gobierno”. Respecto a este último extremo, la responsable desde las elecciones de junio, Ana Botella, pasó en diciembre a ocupar la alcaldía en lugar de Alberto Ruiz-Gallardón. Su coordinador de área, Antonio de Guindos, heredó su puesto, sumando además las competencias de Movilidad.
Sin embargo, las quejas sobre esta difícil convivencia no se remontan a diciembre, cuando la Junta del distrito de Latina elevó su reclamación a Medio Ambiente. La decisión de limitar la velocidad y dar prioridad a los peatones se produjo precisamente en respuesta a los problemas diarios en la vía. Pero no los solucionó. En septiembre, el Comité de Entidades de Representantes de Personas con Discapacidad de la Comunidad de Madrid (Cermi), el “cuestionable” diseño de la senda ciclable es “un claro error” que “incrementa los riesgos” para los peatones, en especial para niños, ancianos y discapacitados.
El colectivo En bici por Madrid opina que “el problema es considerar que Madrid Río es un carril-bici, cuando ante todo es un espacio peatonal, con niños, perros, cafeterías… Los ciclistas son unos invitados en un espacio compartido donde una persona de 80 años tendría que poder pasear sin estar pendiente de que un manillar le rompa la cadera”. “Es quizá el ciclista deportivo el más problemático, ya que viene de las afueras con la mentalidad y modos de carretera y le cuesta entender que se está metiendo en un lugar estrecho donde sus velocidades son inadecuadas”, añade.
En bici por Madrid propone una solución: “Existe una calle paralela en la orilla norte de doble sentido y otra de sentido único al sur, sin apenas tráfico los fines de semana, que es cuando existe el conflicto. Una acción barata sería señalar la existencia de estos itinerarios alternativos para los ciclistas más veloces, quedando así el río para los que realmente van despacio”.
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