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El Raval se vuelca con los parados

17 comercios del barrio ofrecen los martes descuentos de hasta el 50% a los desempleados

David López, parado de 26 años que se acoge a la promoción para desempleados del restaurante Cera 23 de Barcelona
David López, parado de 26 años que se acoge a la promoción para desempleados del restaurante Cera 23 de BarcelonaANTHONY COYLE

David López encontró trabajo ayer, día de su vigesimosexto cumpleaños, y lo celebró en un restaurante que le hizo una rebaja del 40% en el precio del menú. El descuento no tuvo nada que ver con su aniversario, sino con su condición de desempleado. “Era el último día en que podía aprovecharlo”, cuenta.

Un grupo de empresarios del barrio barcelonés del Raval ofrece cada martes rebajas de hasta el 50% a los desempleados que se acerquen a alguno de los 17 comercios que se han adherido a la iniciativa No te pares, ven al Raval. “Tenemos cinco millones de razones para hacer esto”, dice Sergi Coloma, presidente de la asociación de comerciantes El Raval Verd y dueño de una peluquería en la que, si presentas el DNI y la cartilla del paro, el corte de pelo te cuesta la mitad.

Alberto, actor sin trabajo, pagó ayer 10 euros por el lavado, corte y secado. “El motivo por el que vengo aquí está clarísimo. Hay que alargar muchísimo la prestación y cosas como estas se notan a final de mes”, explica.

Con la iniciativa se pretende ayudar no solo a los desempleados, sino también a la imagen del barrio, aportándole dinamismo y diversidad. Participan bares, restaurantes, dos centros de estética, una tintorería, una pollería y una óptica, entre otros. “Buscamos dar un mensaje positivo y diferente del que dan los medios de comunicación. Aquí también pasan cosas bonitas”, dice Sergi.

La campaña, que estará vigente hasta abril, nace de la coordinación de un grupo de jóvenes emprendedores españoles con negocios abiertos hace menos de un año en el barrio. Empresarios que, con el tiempo, también se han hecho amigos. En opinión de Sergi, el nacimiento de esta “acción empresarial ejemplificadora” se debe a esto, a la amistad: “Cuando puse en marcha la iniciativa no tuve ni que preguntarles porque sabía que aceptarían”.

La campaña, que estará vigente hasta abril, nace de la coordinación de un grupo de jóvenes emprendedores con negocios en el barrio

Natalia Giménez está convencida de que su negocio “tendría ríos de gente en la puerta” si estuviese ubicado en otro barrio. Esta clienta (y amiga) de Sergi pone a la venta cada martes, a precio de coste, cinco productos de origen ecológico y tan básicos en la alimentación como las legumbres y el arroz en La Botigueta del Raval. Su tienda está a pocos pasos de la peluquería de Sergi, en la calle de la Cera, el enclave donde se concentra el grueso de los comercios adscritos a la promoción. Natalia cree que los conflictos que se dan ocasionalmente entre la comunidad marroquí, argelina y paquistaní han repercutido en que la gente tenga una “imagen desvirtuada del barrio”. “La idea es ayudar, pero también limpiar la calle”, concluye.

Berta Fernández, dueña de un restaurante con tradición en la zona, Las Fernández, cree que la culpa la tiene el “boom de documentales televisivos sensacionalistas de hace unos años”. En su local, invadido por música de los setenta y postales pop, el menú de la noche de los martes le cuesta al parado lo mismo que el menú de día: dos platos, bebida y postre por 10 euros.

En el restaurante donde David López ha celebrado que ha encontrado trabajo, el menú no llega a los cinco euros. Rubén Bermúdez, gerente del Cera 23, cree en esta iniciativa y aplica la promoción los siete días de la semana. “Es que el Raval es una zona especialmente afectada por el paro”, argumenta.

La óptica Bassol vende gafas graduadas a mitad de precio. Lo mismo sucede con todos los servicios del centro de estética Àngels y las consumiciones de la cafetería La Rouge y la coctelería Never More.

“Tratamos de ayudar a cambio de ganar un poco menos”, resume Alicia Cucarella, dueña de la lampistería El Raval. Sus clientes sin empleo no tienen que pagar los 60 euros que les costaría la instalación de un calentador de gas. “Mucha gente me llama y me agradece lo que estoy haciendo, aunque también están los que se confunden y piensan que lo que ofrezco es la instalación de una caldera, que cuesta 900 euros. A esos, al menos, no les cobro el transporte”, concluye.

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