Marco de comparación
La expresión “marco incomparable” aplicada a San Sebastián tendemos muchos donostiarras a verla con recelo e ironía, como símbolo del riesgo, que ha rondado siempre a nuestra ciudad, de reducirse o encasillarse en su natural belleza. Lo que esa expresión nos recuerda es que se puede —por seguir con los clichés de forma— morir de éxito, también de éxito estético; o que hay bellezas que matan porque conforman, es decir, quitan necesidad de ponerse en entredicho y curiosidad para reinventarse. Creo pues que hay que mirar con ironía y aprensión el “marco incomparable”, y sustituirlo por un exigente marco de comparación. ¿Y qué nos dicen ahora mismo las comparaciones? Que San Sebastián pierde empuje turístico, es decir, fragiliza la calidad de vida de sus gentes, porque el turismo constituye uno de los sectores económicos fundamentales de la ciudad, y a menor turismo, menos puestos de trabajo, inversión y riqueza. Y porque el asunto es así de serio debería tratarse con extrema seriedad cualquier noticia relacionada con él y con una profundidad y ambición de análisis a la altura de lo que está en juego. Y que entiendo que no les sobran a las reacciones que ha provocado la publicación de unos datos del Eustat, según los cuales San Sebastián pierde turistas desde el verano (17.000 desde el pasado julio). Las cifras estadísticas están ahí, y para rebatirlas habría que presentar otras de la misma condición y no sólo, como se está haciendo desde el Ayuntamiento donostiarra, oponerles opiniones o juicios de valor.
Y en cuanto al debate sobre las razones de ese retroceso que muestra el Eustat, creo que tampoco debería enredarse en la sola hipótesis de la llegada de Bildu al gobierno municipal, por mucho que esa hipótesis la sustenten los periodos del año considerados. La seriedad del asunto obliga a ir más allá, a manejar más elementos, a establecer más marcos de comparación entre Donostia y las otras capitales vascas donde el turismo crece. Creo que hay que considerar, por ejemplo, un aspecto que se padece mucho, pero del que se habla poco: los precios. San Sebastián es una ciudad cara para el visitante (y el habitante). ¿Qué motiva ese sobreprecio? ¿Qué singularidad o excelencia de acogida o servicio lo justifican? ¿No será una anacrónica reminiscencia del “marco incomparable” a revisar sin demora? Porque el precio afecta al turismo y puede disuadirlo.
E insistir sobre todo en el paisaje cultural, que en otras ciudades se fertiliza y en Donostia se desertiza. Mientras la Green Capital reverdece o Bilbao se llena de visitantes, por ejemplo, con la exposición de Antonio López, ¿qué noticias de impacto genera Donostia? Pues una Tabakalera aún sin contenido y rumbo, y Chillida Leku cerrado, y el festival El Sol deslocalizado, y un Museo San Telmo fragilizado por un drástico recorte en su financiación.... Es en ese marco de comparación donde creo que hay que incidir. Meterse en él y ponerse a la obra.
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