La única opción
"En pocos años hemos pasado de ser lugar de acogida de jóvenes formados a polo de despedida del personal más cualificado"
Aprovecho una breve intervención en el Claustre Obert, organizado en la Nau, por la Universitat de València y EL PAÍS, sobre el sistema financiero valenciano, para extenderme, algo más, en estas páginas, sobre otra de las graves consecuencias que la pérdida de instituciones financieras puede llevar consigo para la economía valenciana por lo que supone de agravamiento en la falta de oportunidades laborales suficientemente atractivas para jóvenes valencianos sobradamente preparados.
En pocos años hemos pasado de ser lugar de acogida de jóvenes formados a polo de despedida del personal más cualificado. Hoy nuestros jóvenes han alcanzado gran nivel, hablan los idiomas con fluidez, tienen estancias y Erasmus en diferentes universidades extranjeras, relaciones profesionales y personales con estudiantes de otras procedencias que les llevan, incluso, a establecer lazos familiares que condicionan, más si cabe, su vuelta a casa. Mientras, aquí, donde desearían volver, las empresas privadas e instituciones públicas carecen, de una oferta laboral suficientemente atractiva para el nivel de cualificación e ingresos que ellos han alcanzado. Y qué sucede entonces. Pues que quedan residiendo en los diferentes polos atractivos situados en lugares lejanos o marchan a la capital del Estado, cada vez más potente, curiosamente, en el Estado de las autonomías. Y cómo ha sido eso. Pues veamos la evolución reciente de nuestra economía.
El paso de una actividad artesanal a industrial se produce en la economía valenciana en los años sesenta, con un crecimiento espectacular del sector industrial. Las ferias monográficas de los diferentes sectores comienzan por los mismos años a desgajarse de la Feria Muestrario Internacional y a dar sus primeros frutos. Juguete, mueble, lámparas, cerámica, textil, etcétera, contribuyen a retroalimentar, la potencia del sector industrial. Las exportaciones se disparan, alcanzando a más del 20% del total español, y las Cámaras de Comercio, con La Región Exporta, dan constancia de ello. En esta cifra está incluida la correspondiente a las primeras grandes multinacionales, Ford e IBM, apoyadas para su localización en nuestra tierra por el Instituto de Promoción Industrial.
Los primeros pasos para la consolidación de una gran potencia industrial y exportadora están dados. La salida de la primera promoción de la Facultad de Económicas en el año 1972 y la llegada de la autonomía con la democracia en el 1975, permiten nuevos pasos dados en la misma dirección, como los del Instituto de la Pequeña y Mediana Empresa Industrial (Impiva), la red de Institutos Tecnológicos, el Parque Tecnológico, y el Instituto Valenciano para la Exportación (Ivex). La creación de la Facultad de Económicas viene a coincidir con el despegue de la industria y la exportación valencianas y la instalación de empresas multinacionales. Jóvenes profesionales de otros puntos de la geografía española llegan para estudiar en nuestra ciudad y acaban ocupando puestos de responsabilidad en las empresas valencianas de diferentes sectores industriales, multinacionales o en la administración. El intento de desarrollo de los institutos tecnológicos y parque tecnológico, en la primera etapa del Impiva, se corresponde con la apuesta decidida por una política industrial de mayor valor añadido. También los empresarios aceptan el envite y forman parte de los consejos rectores del Impiva, institutos y parque tecnológicos, e Ivex.
Más tarde este proceso de largo recorrido se interrumpe y las ganancias fáciles y de rápido retorno de la economía especulativa, financiera e inmobiliaria, llevan a cuestionar toda la política industrial anterior como si ésta no fuera necesaria, a opinar que era mejor aquella política industrial que no existía, a ignorar los ciclos económicos y a rebajar las exigencias de lo que debe ser un verdadero parque tecnológico, tipo Silicon Valley en Estados Unidos, Sophia Antipolis en Francia o el Vallés o Zamudio en España, e interpretando, el nuestro, como un polígono industrial más. Y entonces la construcción y el turismo alcanzan mayor protagonismo, tanto en las asociaciones empresariales como en los diferentes Gobiernos valencianos. Era cuando el PIB subía, y la inmigración llegaba, aunque algunos ya por entonces advertían de los riesgos que se corrían. Efectivamente nos creíamos ricos pero no lo éramos, y lo que tenía que llegar, llegó. La crisis nos alcanzó de pleno. La construcción se detuvo, la promoción se hundió, el mercado financiero se tambaleó, los porcentajes del PIB industrial y de la exportación cayeron, y el paro subió, más que otros lugares. Entonces -ahora- hubo que recuperar el camino interrumpido.
Pues durante todos estos años en los que la crisis ha llegado a todos, no en todos los lugares lo ha hecho en igual medida. Los hay que alcanzaron un valor añadido en sus productos que les permite hacer frente mejor a la globalización que a todos afecta. Con empresas líderes en diferentes sectores que se notan a faltar en nuestro caso, al menos en la proporción oportuna. Empresas valencianas que lo fueron en el pasado, en sectores como el alimentario, la cerámica, el textil, el mueble, las lámparas, entre otros, han perdido su protagonismo; empresas multinacionales han cerrado; otras han trasladado sus sedes; y entidades financieras -con las que habíamos comenzado este recorrido- se encuentran en dificultades o han debido fusionarse con pérdida de sede operativa. En definitiva la economía valenciana se encuentra sin empresas tractoras suficientemente avanzadas y puestos de trabajo de la cualificación necesaria que impulsen unos sectores industriales a su alrededor análogos a los distritos industriales que antaño se agruparon en diferentes comarcas valencianas generando mayor valor añadido. ¿Y entonces qué?
Pues no cabe otra opción que ofrecer una nueva oferta laboral a un numeroso colectivo de jóvenes aquí bien formado y luego desaprovechado. Lo cual requiere un esfuerzo por parte de todos en cualquier salida de la crisis económica que se contemple. En definitiva un posicionamiento global del modelo económico que se pretende -no como ahora, hoy California (tecnología), mañana, Florida (turismo)- y en cualquier caso, una apuesta decidida por la política industrial de largo recorrido, que suponga una mayor cualificación del tejido industrial valenciano, para hacer frente a los retos de la globalización, contando con mayor valor añadido para nuestros productos. ¡Ahí es nada! Pero es la única opción.
Alejandro Mañes es economista.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.