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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Recuento de víctimas

Los Gobiernos que nos desgobiernan han debido pensar que atacar a quienes sostienen el sector público da réditos electorales

Uno de los anuncios más estrafalarios de los vistos en los últimos días está en Internet, y promociona un curso on line con descuentos ¡del 90%!: de 300 a 29 euritos de nada. Y eso que promete el Paraíso Vitalicio: “Hazte funcionario, ¡tendrás un trabajo asegurado para siempre!”. Una Escuela de Formación y Futuro con garantía de calidad te conmina a descubrir “cómo te sientes asegurando tu futuro laboral”. Ilustra el reclamo un aula donde irradian opulencia mileurista dos chicos y dos chicas, quizá ya flamantes auxiliares de Administración “de Ayuntamiento y Estado”.

Convendrán que la oportunidad de la campaña es, como mínimo, dudosa, dado que mayormente suele venir acompañada en pantalla por noticias cada día más preocupantes para quienes se ganan la vida en Administraciones o empresas públicas. Tribulaciones desde luego consecuencia del triunfo absoluto de una derecha neoliberal que solo mira por el negocio, aunque millón y medio de votantes en las urnas valencianas no vieran venir la hecatombe (cierto amigo acude a su centro de trabajo con una pegatina que recuerda a sus deprimidos colegas: “yo no voté al PP”).

Y el hachazo no es solo por ahorrar. La Red ha desempolvado un powerpoint que explica bien cómo el desprestigio de los trabajadores públicos es el desprestigio de los servicios públicos, que los países con más equidad social son los que dedican a ellos más recursos y plantillas, y que ya veremos cómo nos luce el pelo cuando salud y educación hayan de ser pagadas a la americana: a toca teja y si no, ahí te pudras. Otra reflexión más reciente nos recuerda que los bomberos no inflaron la burbuja inmobiliaria ni expandieron los bonos basura, ni el personal sanitario hundió cajas o se construyó palacetes, ni los y las docentes hipotecaron la Hacienda común con fastos mundiales y aeropuertos sin aviones...

Volviendo a los comerciales, no es casualidad que (de forma más que inoportuna, asquerosamente oportunista) se hagan tanta propaganda los seguros médicos privados junto a informaciones que presagian el deterioro del sistema sanitario. Aunque lo que sigue molando es la especulación: en el monitor irrumpe una especie de cirujano, todo vestidito de azul y con el fonen colgando, que asegura ganar 10.000 euros extra al mes porque se ha apuntado a una cosa llamada anyoption. Cual augur adivina si un valor subirá o bajará, y en pocos minutos se hace con un capitalazo. (Ignoro si hay verdad, pero me pregunto cuántas horas de quirófano debe chuparse un privilegiado cirujano de mi hospital público para alcanzar semejante cifra).

Los Gobiernos que nos desgobiernan también han debido pensar que atacar a quienes sostienen el sector público da réditos electorales, ya que siempre se ha recelado del “funcionariado”. Pero al final todo el mundo pagará la brutal ofensiva, y por eso chirrían las promesas edulcoradas. Tan estomagantes como las de la Semana del Crucero, mientras el Costa Concordia sigue hundiéndose y aún no ha terminado el recuento de víctimas.

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