Guillem d’Efak ‘resucita’ en la piel (negra) de Pep Tosar

“Sa cançó que escoltareu/ l’ha feta Guillem d’Efak,/ més de mig manacorí/ i fill d’en Toni Cremat”. Sí, las canciones y los poemas que se escucharán a partir del jueves en el Círcol Maldà de Barcelona son del desaparecido cantautor, como decía él mismo en Sa cançó de Son coletes, pero el que va a cantarlas y recitarlos aunque se parece mucho —después de pintarse la cara de negro— no es él, claro, sino Pep Tosar, que se estrena como cantante en este sentidísimo y trabajadísimo homenaje al polifacético artista mallorquín, uno de los grandes nombres de la cançó.

Nacido en Río Muni (Guinea Ecuatorial) en 1929 y fallecido en Mallorca en 1995, Guillem Fullana i Hada d’Efak era hijo de un guardia civil destacado en la colonia y una guineana. El padre, con ese mote de Cremat tan empreñador para el hijo mulato, se llevó al niño con dos años a Manacor, donde lo crió una tía suya estéril. Asfixiado por el ambiente —“m’acubava”, decía— se lanzó al mundo para vivir mil y una aventuras, convertirse en un poeta y cantante de aúpa, y participar en Barcelona, donde se instaló en 1964, en la fundación de lugares míticos como La Cova del Drac y La Cucafera.

“No creo que reivindicarlo esté a mi alcance”, dice modestamente Tosar, “como tampoco lo estaba hacerlo con los otros poetas que he llevado a escena antes”. Esto es lo que hace especial la incursión de Tosar: “Dado que D’Efak era particularmente conocido como cantante, me he decidido a cantar yo”. Lo que no es óbice para que el director del Maldà destaque que el personaje “tiene media docena de poemas insuperables”.

El espectáculo, titulado Tots aquests dois, mezcla ambas facetas de Guillem d’Efak y la biografía del artista. Diez temas musicales (propios del cantante y estándares), en los que Tosar canta acompañado por un trío jazzístico (batería, piano y bajo) y que mezcla con poemas, ilustran otros tantos capítulos de la vida de D’Efak explicados por el propio Tosar en escena y por unos clips documentales con testimonios de gente que lo conoció.

Se proyectan también durante la función imágenes de los parajes y lugares en que se movió el artista, incluidas imágenes de Guinea tomadas por su padre, “que sería una pieza pero era un buen fotógrafo”. Tosar dice que lo ha impulsado una cuestión artística y personal, que además de admirar a D’Efak se siente “muy próximo” a él. Señala que le marcó escuchar en directo al cantante a los 15 años. “Lo conocí, sí. Primero como espectador y luego cuando ya había vuelto a Mallorca. Cuando iba a dirigir mi primer espectáculo le propuse que hiciera el protagonista y, aunque declinó la oferta, estuvimos hablando un buen rato”. Hay un episodio conmovedor de la relación. “Cuando yo hacía de actor en Poble Nou, canté en una escena una canción suya. Sé que él pudo ver esa escena en la televisión en el hospital y le gustó”.

Tosar ha realizado no solo un trabajo de voz, sino de composición del personaje, que incluye una caracterización con todas las de la ley: hasta se pinta de negro el rostro. “¿Que cómo era Guillem d’Efak? Una persona completamente marcada por ese episodio de su nacimiento. Llegó a Manacor sacado ilegalmente de Guinea, en una cesta. Era entonces, en los años treinta, el único negro de toda Mallorca. Notaba que todos lo miraban. Esa diferencia lo señaló”. D’Efak, que siempre se sintió muy mallorquín, contaba muchas veces una anécdota: “Jo, al primer negre que vaig veure, me’n vaig dur un puta susto de mort, jo no n’havia vist cap mai”.

“Era muy extravertido y apasionado”, retoma el hilo Tosar. “Comprometido totalmente con aquello en lo que creía, defensor a ultranza del hecho catalán, de la cultura y el idioma. Y en lo personal de la libertad y la vida ante todo lo que la reprime, fiel a la vida”.