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crítica teatral
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘Francisco Ferrer. ¡Viva la Escuela Moderna!’: logro y pérdida de una bella utopía

José Luis Gómez y el equipo de La Abadía escenifican un poderoso drama judicial sobre el pedagogo y revolucionario que procuró la supresión futura de todos los privilegios mediante la siembra de una coeducación positivista e igualitaria, impregnada del ideario anarquista

Javier Vallejo

Republicano, obrerista, librepensador, Francisco Ferrer Guardia empeñó su vida en la siembra de un futuro igualitario, con justicia social. Quiso lograr sus objetivos apoyando un pronunciamiento militar instigado por el Partido Republicano Progresista, cuyo fracaso le llevó al exilio. En París, donde fue profesor de español, cayó en la cuenta de que el cambio de régimen no sucedería sin establecer antes un sistema educativo opuesto al que él había padecido.

Ernesto Arias, protagonista de Francisco Ferrer. ¡Viva la Escuela Moderna!, drama judicial de Jean-Claude Idée dirigido por José Luis Gómez en La Abadía, le presta al pedagogo autodidacta una humanidad y un encanto compatibles con su fama de seductor. Separado de su esposa, que le había pegado tres tiros, Ferrer heredó una fortuna de una alumna suya, muerta de repente. Con ese peculio, en 1901 fundó en su Barcelona natal la Escuela Moderna, de carácter laico, racionalista, científico y anticlerical, que introdujo la educación mixta pero también la coeducación de criaturas ricas y pobres, una utopía a día de hoy. Fue una escuela sin exámenes, que practicó los valores de la izquierda. De inmediato, sirvió de modelo a decenas de colegios españoles, europeos y americanos. También editó La Huelga general. Periódico libertario, para sostener las protestas laborales.

Jean-Claude Idée (1951-2022), figura prominente del teatro belga, retrata a Ferrer como el hombre incómodo que fue. En 1906, dio con sus huesos en prisión, acusado de complicidad en el magnicidio fallido de Alfonso XIII, cometido en plena calle Mayor madrileña por Mateo Morral, extrabajador de la Escuela Moderna. Tras meses de encierro, fue absuelto, pero no se le permitió reabrir su liceo. Al año siguiente dejó España. En Bélgica, fundó la Liga Internacional para la Educación Racional de la Infancia y editó la publicación anarcosindicalista L’École Rénovée. A su regreso a Cataluña, en vísperas del estallido revolucionario de 1909, conocido como la Semana Trágica, fue acusado de ser su instigador. Un Consejo de Guerra sin garantías lo condenó a muerte.

Director, autor y actor, fundador de las Universidades Populares del Teatro, Idée comienza su obra con una entrevista agónica entre el educador iconoclasta y Negrini, militar encargado de instruir su proceso. ¡Viva la Escuela Moderna! combina careos entre Negrini, Ferrer y el capitán Francisco Galcerán (abogado que asumió su defensa) con soliloquios en los que tres mujeres cruciales en su vida ofrecen testimonios contradictorios. Lidia Otón, su intérprete, hace una composición brillante y netamente diferenciada de cada una de ellas: dos proyectan una sombra moral sobre la herencia que recibió.

En la primera parte, el protagonista es observado desde una perspectiva múltiple; en la segunda, netamente hagiográfica, parece un apóstol profano. La obra reproduce las arbitrariedades del proceso que concluyó con el fusilamiento de Ferrer, pero también le somete al juicio del público de hoy, que no puede sino ponerse en su pellejo.

Cuando empieza el pedagogo a contarle su vida al receptivo y conmovedor Galcerán interpretado por David Luque, gira en torno a él, renqueante al principio; luego, aligera el paso, se pone al trote y magnetiza su atención, en una escena cuya circularidad evoca los asaltos de los nativos de Norteamérica a las caravanas de colonos victorianos parapetados detrás de sus carros. Su diálogo siguiente es más emocionante aún. La conversación entre el optimista abogado de Ferrer y el sibilino instructor encarnado por Jesús Barranco tiene garra también. La función va in crescendo hacia un final estremecedor, que un público de a diario agradeció haciendo salir a saludar al elenco cinco o seis veces.

‘Francisco Ferrer. ¡Viva la Escuela Moderna!’ Texto: Jean-Claude Idée. Dirección: José Luis Gómez. Ayudante de dirección: Roberto Mori. Madrid. Teatro de La Abadía, hasta el 7 de diciembre.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.
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