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Crítica Literaria
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘Personaje secundario’, en la trastienda del negocio de los libros

Enrique Murillo proclama su amor por el oficio de editor en un recorrido de suculentas historias y anécdotas que reflejan medio siglo de edición de literatura en español

Este libro es una razón de amor por la lectura, la literatura y los libros. También por los oficios de la edición, que Enrique Murillo ha ejercido, con pluralidad de tareas y posiciones jerárquicas, a lo largo de medio siglo, desde el annus mirabilis de 1969 en que nacieron Anagrama y Tusquets y él empezó a redactar informes para Carlos Barral hasta nuestro presente de conglomerados editoriales y pequeños y frágiles sellos independientes, como Los Libros del Lince que él mismo creó.

Con una mezcolanza de memoir profesional y autobiografía que no excluye la dimensión personal (la crónica del Londres de comienzos de los setenta es estupenda), Murillo se presenta como un intruso en el negocio editorial, como un “personaje secundario” que ha deambulado por la sala de máquinas de distintas empresas observándolo todo, a la vez que ha contribuido a engrasar la maquinaria con su criterio literario, sus intuiciones mercantiles y su habilidad para desatascar negociaciones obturadas. El periplo de Murillo es de lo más variado e incluye una etapa fundamental en Anagrama, donde impulsó la “nueva narrativa española” de los ochenta —marbete que él asegura haber acuñado—, la dirección de Plaza & Janés entre 1992 y 1996, donde se bregó con los superventas, o un lustro en el tinglado del Grupo Planeta, donde tuvo que salir a la caza de un ganador para el premio. La sucesión de amos, andanzas y desventuras recuerdan los de la novela picaresca, aunque a menudo el narrador se pone serio para denunciar las prácticas irregulares y abusos de los que ha sido testigo y víctima.

Los desacuerdos del autor con el fundador de Anagrama no le impiden reconocer que Jorge Herralde ha sido uno de los grandes editores del siglo pasado.

Tanto el relato de hechos (un sinfín de anécdotas de lo más suculentas) como las denuncias de prácticas fulleras y de explotación laboral están hechos —­casi es ocioso decirlo— desde su perspectiva, con la indisimulada subjetividad del testigo que cuenta lo que vio sin poder desentenderse de los perjuicios que sufrió en carne propia. Recordar que los traductores están mal pagados y poco reconocidos en general, que los informadores editoriales y los correctores cobran una miseria o revelar que alguna empresa llevó una doble contabilidad de ventas para manipular a la baja las liquidaciones es valiente, pero por fortuna no se agota en esa valentía ni el interés ni el mérito del libro. De hecho, esa parte, que justifica el subtítulo La oscura trastienda de la edición, ni se sobrepone ni sofoca la pintura entusiasta del oficio de editor, del mismo modo que los desacuerdos del autor con el fundador de Anagrama no le impiden reconocer que Jorge Herralde ha sido uno de los grandes editores del siglo pasado.

Estas memorias recorren a la vez, sin afán de exhaustividad, más de medio siglo de literatura en español desde la muy idiosincrásica visión del autor, que con toda legitimidad expresa sus predilecciones (Marías, Coetzee, Sebald, McCarthy, fácilmente compartibles) y rechazos (García Márquez o Vázquez Montalbán, nada compartible, al menos para mí). Se aprende mucho con la relación episódica de lo que se cuece antes de que un libro se publique y se nota la mano de quien ha pasado los últimos 20 años enseñando en un máster en edición. Como se notan su pulso de escritor y traductor (de James, Nabokov, Barnes, Amis…) y el aliento infatigable de quien ha dedicado su vida a transportar el talento ajeno hasta sus verdaderos beneficiarios, los lectores.

Personaje secundario 

Enrique Murillo  
Trama, 2025
538 páginas. 29 euros

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