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Salvador Pániker: el fin y el principio estuvieron siempre ahí y todo es siempre ahora

Hijo de un empresario químico hindú y una barcelonesa de la alta burguesía, el ingeniero, filósofo, empresario y editor aunó las tradiciones de Oriente y Occidente y alumbró ideas como que la trascendencia es compatible con el azar

Salvador Pániker, en su casa de Barcelona en 2013.
Salvador Pániker, en su casa de Barcelona en 2013.CONSUELO BAUTISTA
Juan Arnau

O digamos que el fin precede al principio

Y el fin y el principio estuvieron siempre ahí

Antes del principio y después del fin

Y todo es siempre ahora.

T. S. Eliot

Lo silenciado tensa el discurso. Hemingway lo decía de la narrativa. Se podría decir lo mismo del universo, que también es un relato. Lo ausente crea una tensión primigenia y con ello asegura la marcha del mundo. El tiempo es índice de algún tipo de desajuste, de alguna carencia, de falta de coincidencia con uno mismo.

La distinción entre lo natural y lo artificial no es válida. Lo artificial es también natural (lo ha hecho el ser humano, que es natura) y lo natural es artificio. El hombre no es el centro de la creación. La conciencia no emerge con el ser humano, estaba ya ahí, esa es la hipótesis india. El misterio nos iguala a todos. Cada persona tiene su propio terreno de juego. Hay partidos más difíciles que otros, pero hay que jugarlos. El caos también puede ser sagrado, como lo fueron las orgías de la antigüedad. El dolor físico es totalitario y avasallador. El dolor está dentro de uno. Ahí fuera, no hay dolor (tampoco placer). Después de Auschwitz no es posible creer en un dios omnipotente. El ateísmo es tan ingenuo como el teísmo. Todas estas cosas, con variaciones, nos dice el genio de Salvador Pániker. A veces glosando a otros autores, otras, velando sus fuentes, como hacía Ortega y como hace cualquier filósofo avezado. En la España de la transición defendió la eutanasia y una sociedad laica y trascendente. Dejó algunos ensayos notables, entre los que destacan Aproximación al origen (1982) y Filosofía y mística (1992), un par de libros de memorias y unos magníficos dietarios, cinco volúmenes hasta el momento. Su hijo y albacea, Agustín, quizá nos entregue el que falta (2011-2017). Murió plácidamente en su casa de Pedralbes a los 90 años.

Hijo de un empresario químico hindú y una barcelonesa de la alta burguesía, se hizo rico de joven y se incorporó con absoluta naturalidad a la alta sociedad catalana. Medio indio, ejerció el mito español de don Juan y la mística del cazador. En cierto sentido, es el sucesor natural de Josep Pla. Un escritor de fuste, como el ampurdanés, aunque con un sesgo más filosófico y oriental, menos descriptivo y, políticamente, más elitista. Sentido del humor y un buen oído para la metafísica y la mística. Su madre le trasmitió el pathos musical (era una excelente pianista) y el filosófico. “Percibo que albergo un secreto, tan secreto que ni siquiera sé de qué se trata”. Quiso serlo todo: ingeniero, filósofo, empresario y editor, y de hecho fue todas esas cosas. Fue a su aire y se mantuvo fuera del mundo académico. Los filósofos de ese país no le perdonaron su afición a la jet set y lo ignoraron. Hubo otro factor, del que él mismo era responsable. Hacía gala de un sentimiento de inconsistencia ontológica. No era capaz de tomarse demasiado en serio sus propias ideas, en general brillantes y amplias, muy necesarias en una España que seguía siendo provinciana (sobre todo respecto a las cosas de Oriente). A diferencia de su hermano Raimon, se sentía incómodo en el papel de maestro. “Me subo al escenario para enmascarar mi vida. Soy un animal sociable porque no disocio lo profundo de lo superficial.”

La paranoia consiste en tomarse demasiado en serio uno mismo. No es de extrañar que nuestra sociedad, que rinde culto al individuo, sea paranoica y proliferen personajes monstruosamente egocéntricos. El motivo: la concentración del capital y la fiebre de la adquisición. Pániker, egocentrado, siguió (tarde) el consejo de Jung: la vida consiste, en su primera mitad, en fabricarse un ego fuerte (los egos débiles son tóxicos), y la segunda, en desmontarlo. Encontró una buena excusa: “Se es egocéntrico como se es alto o bajo, rubio o moreno”.

El oído para la metafísica le permitió imaginar un dios cómplice. Un dios que no puede disociarse de este cosmos inverosímil y azaroso. “Un dios infinito, pero también débil, que sabe convivir con Auschwitz y el azar, un dios que me traspasaba y comprendía desde una empatía de finitud. A veces, incluso de humor”. Lo trascendente, como el arte, viene arraigado en los genes: “Por eso la gente todavía canta y baila”. Mircea Eliade acuñó el término hierofanía para referirse a la toma de conciencia de lo sagrado cuando se manifiesta en un objeto cualquiera de la naturaleza. Pániker tenía desarrollado ese instinto. Tuvo algo de chamán, que se fue diluyendo con los años. Lo sagrado es una experiencia fundamental que revela estructuras profundas de lo humano. La vida religiosa de hoy es inconsciente. La otra cara de una secularización que defendía. Entretanto, ejercía de frívolo, alternando con las élites y exhibiendo ese pedigrí (sus diarios son un continuo name-dropping).

Taoísmo y retroprogresión

Detrás de todo arte hay trascendencia. El sabio no es aquel que sabe, que conoce todo tipo de informaciones, el sabio es aquel que está atento. En esto fue taoísta. Pero al Tao no se le puede llamar camino. “Cabe considerarlo la madre del mundo, pero como ignoro su nombre, lo llamo Tao”. Chuang Tzu lo explica: “Nombrar al Tao es nombrar una no-cosa”. Por eso los elípticos poemas taoístas se expresan en paradojas. Empatía espontánea frente a teorías éticas.

La antítesis entre caos y cosmos en una invención moderna (Jaeger). Procede que emerja una nueva sensibilidad que no separe el bien del mal, la luz de la tiniebla, que tenga poco que ver con la armonía cósmica y otras complacencias. La metafísica hindú, con sus dioses creadores y destructores, se acerca a dicha sensibilidad. El concepto clave de la cosmovisión de Pániker es lo “retroprogresivo”, término que acuña el propio autor. Un modo de “superar conservando” que evoca la Aufhebung hegeliana. Como dijo Leibniz, toda evolución es involución. Lo retroprogresivo combina el empuje innovador con la cautela conservadora. “La especie humana es el resultado de millones de tanteos, y el resultado, siempre provisional, no debe dilapidarse en nombre de un progreso abstracto y endiosado”.

El escritor y presidente de la Asociación de Amigos de la India Salvador Pániker durante una conferencia, en torno a 1968.
El escritor y presidente de la Asociación de Amigos de la India Salvador Pániker durante una conferencia, en torno a 1968.Europa Press / Contacto

Según algunas cosmologías indias, lo único que existe es el Espíritu (lo demás es ilusión fecunda). Buscarlo no tiene mucho sentido, pues ya estamos en él. Importa no ponerle trabas. Educado en los jesuitas, insiste en referirse al supuesto Espíritu como a un Tú. “Me educaron en esa tradición y me han quedado ciertos hábitos”. Desde el punto de vista del sufrimiento, Cristo le parece más humano que Buda. “Digamos que yo sé rezar, pero apenas sé meditar”. Resume así la teología de su hermano Raimon, que con la Trinidad intenta superar el monoteísmo. “El Dios con quien se puede comunicar es el Hijo. El Padre es puro apofatismo volcado (kenosis) en el Hijo. El Padre no tiene ser, el Hijo es su ser. Dios es relación”.

Defensor del taoísta arte de navegar en una era de complejidad e incertidumbre, de la espontaneidad creativa… Meditar es vaciarse de lo conocido. La plegaria más real: entregarse en cada momento a lo que uno está haciendo. La gente con prisa pierde la capacidad de sentir. Hace falta un sexto sentido para ponerse en sintonía con lo real. En general, se revuelve contra las visiones judeocristianas que han dominado el pensamiento europeo. “Los diez mandamientos de Moisés, versión tardía del Libro de los muertos egipcio, arrancan de la desconfianza judía ante el ser humano. Arrancan de la culpabilidad. Arrancan de la dualidad… Si el zen ganó popularidad en occidente es porque, a diferencia del estilo profético judeocristiano, no predica, no moraliza, no regaña. No da la tabarra”.

Respecto a diagnósticos generales, es perspicaz y sintético: “Sólo existen tres maneras de tenerse en pie: la mística, la neurótica y la trivial. La manera mística tiene dos versiones: espiritual e intramundana. En ambos casos se trata de salir de la cárcel del ego y volcarse hacia algo que le importe a uno más que sí mismo. La neurótica es la de quienes persiguen la afirmación de su ego, supeditando todo lo demás a ese objetivo. La manera trivial se apoya en alguna conciencia colectiva y nada más que en esa conciencia colectiva. Es la más frecuente, también la más descansada”. En esta última entrarían tanto señoras de sociedad como marxistas barbudos. Naturalmente, en la vida real todo viene entremezclado.

Los límites del lenguaje

Es un error pretender la comunicación total con otro ser humano. Ni siquiera una comunicación amplia es frecuente. Lo interesante de los límites del lenguaje es que uno se topa con lo inexpresable, que es lo que realmente importa. Gödel y Wittgenstein son los grandes autores de la limitación. Sin parásitos ni interferencias no hay vida. Si todo fuera lenguaje, como pretendía Derrida, no habría nada de qué hablar. Y Derrida fue un magnífico charlatán. Un maestro del diferenciar y el diferir, que es lo que hacen las palabras. De ahí a creer que no hay nada fuera del texto (una manía hebrea) hay un buen trecho. ¿Quién no ha sentido la necesidad de decir lo contrario de lo que acaba de decir? Las mitologías (filosóficas incluidas) son la proyección de la psique de los pueblos. La filosofía puede ser un modo de acercarse a lo real (Aristóteles) o un modo de mejorar la vida (Epicuro). Ciencia y terapia. O ambas cosas. Los dos enfoques deberían converger. Una filosofía meramente teórica es tan absurda como unas matemáticas sin física.

El reduccionismo lingüístico deja un fuerte sentimiento de claustrofobia. Hay cosas que se pueden comprender sin recurrir al lenguaje. Los lenguajes pueden ser efectivos para enunciar sus limitaciones o expresarse en forma paradójica. En ambos casos señalan a algo que está fuera del texto. “Lo inefable está ahí, tensando el límite, en la derrota de cualquier discurso. Lo inefable es precisamente lo que realmente existe y la única aproximación racional posible es el neti, neti hindú”. No es esto, no es aquello. La vía apofática.

Habermas pretende salvar una cierta racionalidad universal, como Kant pretendía salvar una moral universal. Cosas de prusianos. Hay quien piensa que después de William James, Wittgenstein, Gödel y Bohr, ya nada puede ser universal. Se habla siempre desde cierta perspectiva, desde algún lugar particular y con algún juego de lenguaje. Y todos esos lenguajes pueden, a lo sumo, ser complementarios, nunca totalitarios. No se siente incómodo ante la nueva situación. Se acomoda a su propia música. Al fin y al cabo, es un relativista con oído para la metafísica. Y para probarlo cita un símil del vedānta: “Yo no soy la gota de agua sino el agua de la gota”. Dicho en otros términos: no soy el cuerpo o la mente, sino aquello que da vida al cuerpo y a la mente.

Pániker practica la desmemoria selectiva. Todos lo hacemos, por cada hecho que retenemos olvidamos mil y, cuanto más envejecemos, más pasa todo sin dejar rastro. Considera que la personalidad humana es tanto más rica cuantos más antagonismos concilie. Oriente y Occidente deben interfecundarse. Pese a sus dudas, muestra una sólida confianza en la realidad. El mundo como hogar. Curiosidad, seguridad y creatividad, son sus premisas, aunque a veces se diluyan. Es capaz de compatibilizar amores diversos, ya sean filosóficos o eróticos.

El divino azar

Una de las ideas más originales de Pániker es que considera que la trascendencia es compatible con el azar. Se considera anticlerical, pero no ateo. No descarta a Dios, pero no acaba de captar el mensaje. En todo caso, no le sirven las religiones institucionales (que carecen de humor) y se define como “agnóstico místico” (con matices cambiantes). Su sensibilidad para la música tiene algo que ver en ello. “No hay un mensaje racional en una fuga de Bach, pero orienta más que un tratado filosófico”. De vez en cuando vuelve a él la idea de rezar. Se trata de un rezo contemplativo, que no pide nada. Una meditación soleada (contemplación no cognitiva). Hay maneras ateas de rezar, como la de Hawking, que espera llegar a comprender, con una ecuación, los secretos últimos del universo.

Los budistas dirían que no se puede lograr la paz interior si uno no se desapega del deseo de paz interior. Algo parecido dice la Bhagavadgītā. “Sólo olvidando lo que uno quiere conseguir es posible conseguirlo”. Hay por ahí un secreto inmediato, demasiado obvio: la conciencia, que para la India carece de base biológica. No así la mente, que es quien la busca. En el origen está la espontaneidad creadora. Por eso necesita del erotismo, de la tensión interna. Ver las cosas por primera vez.

Numerosos crímenes pueden cometerse en nombre de las abstracciones. Lo bello es el principio de lo ininteligible. El acceso a lo bello exige delicadeza. Nietzsche lo advirtió: “No hay voluntad violenta que no fracase en la conquista de lo bello”. Aristóteles al final de su vida se reconcilió con los mitos. Empezó a ver la ilusión de la lógica. “Cuando más sólo y aislado me encuentro, más gusto les tomo a los mitos” (V. Rose, Fragmenta).

Los budistas hablan de entrar en contacto con nuestra bondad fundamental. Respecto a la conciencia, está más cerca de Chalmers que de Dennett. La conciencia carece de base biológica (aquí el hijo del hindú). Aunque no da el paso decisivo (que es rechazar la identificación de conciencia con información). Separar la conciencia de la mente. La mente es información, texto, la conciencia es vacía, está fuera del texto, es aquello que hace posible todos los textos. Pero reconoce que “una ontología de la conciencia sólo es posible en primera persona del singular”. Por eso escribe un diario.

Salvador Pániker, escritor y filósofo, en Madrid en el año 2000.
Salvador Pániker, escritor y filósofo, en Madrid en el año 2000.MANUEL ESCALERA

Lo que tenemos que ser es lo que ya somos. Pániker se distancia de sus compañeros de generación existencialistas. El Dasein de Heidegger, arrojado a la existencia, desamparado y sin dioses, abocado al abismo de la nada, está planteado desde la petulancia del ego. Esto ya lo había dicho Borges: nihilismos que halagan la vanidad. El panteísmo es sospechoso por lo sensato que es. Y tiene la debilidad de descartar la trascendencia. No puede haber inmanencia sin trascendencia. Siempre que se niega uno de los polos, se dogmatiza.

No sabe qué hacer con sus muertos. ¿Quién sabe? “¿Mónica fuera del espacio-tiempo? La respuesta materialista es demasiado fácil; la respuesta espiritualista demasiado simplona. De un lado, la nada; del otro, los fantasmas. ¿Los muertos en el recuerdo de los vivos? Poca cosa es eso. Total: no sé qué hacer con mis muertos, y juraría que algo hay que hacer con ellos”.

El tiempo y el ahora

La idea de un tiempo perpetuo, de una vida interminable, es hija de la incapacidad humana de vivir en el presente. La idea de la inmortalidad es una degradación de una idea más profunda, la del retorno al origen. Esa aproximación al origen (que da título al que quizá sea el mejor de sus libros) fue uno de sus temas estrella, donde hacía valer su pathos oriental. La eternidad nada tiene que ver con el tiempo, ni con su prolongación indefinida. La eternidad es el cuchillo que corta el instante. No es para nada obvio, nos dice, que el tiempo trascurra. Ya lo advirtió Agustín de Hipona. No experimentamos el trascurso del tiempo, experimentamos la diferencia entre la percepción presente y otras del pasado. “Ahora” no se mueve. Parménides se aloja en Heráclito. Lo que hoy procede es la capacidad de recuperar el presente.

Defiende una sociedad presidida por la secularidad y el pluralismo. Al mismo tiempo, dejar una puerta abierta a la trascendencia. Relativismo de fuertes convicciones. Una vena escéptica y a la vez mística. Filosofía de la hibridez y la retroprogresión. Lo real es multidimensional y las cosas no pueden reducirse a causas últimas. Conviene no perder el sentido del misterio. La música le ayuda. Le dicen vividor, él prefiere aprendiz de sabio, “alguien que, en su soledad, intenta descubrir la huella que lo penetra todo”.

El tema central de la Biblia es el extraño tema de la culpabilidad. “El hombre es un ser culpable y, por lo tanto, tiene que obedecer. Es el predominio de la Ley. Es también el germen de la salvación “histórica”. El cristianismo recoge esta herencia. El cristianismo no trata ya de retornar al origen sino de proseguir la creación del mundo hacia una meta escatológica. De ahí nacerá un día el marxismo”. (El Eclesiastés es un libro extraordinario que contradice al resto de la Biblia: los hombres no tienen superioridad sobre las bestias, la salvación no es un asunto del futuro). Frente a esa cosmovisión, prefiere el taoísmo, que es una cierta recuperación de la inocencia animal, un cierto misticismo materialista más allá de la fisura entre el ser y el deber ser, tema esencial del kantismo y de todos los puritanismos. Cuando la armonía original se pierde, nacen las leyes (trasfondo filosófico del anarquismo). La India, por otro lado, busca el yo profundo (que no debe confundirse con el ego). La India es antineurótica y más psicótica, está más cerca de la psicodelia. El cáñamo es hindú. Los saddhus lo fuman constantemente, imitando a Śiva.

“Dios no es un ser. El ser es todavía un velo que debe quitarse si se quiere vislumbrar el abismo de lo divino”. A veces adopta el estilo Leibniz. “Algunos pensamos que el mal absoluto sería que no hubiese nada. Absolutamente nada. La contrapartida de ese mal absoluto es lo que ha solido llamarse Dios. Bien. Que cada cual lo diga como quiera. Que cada cual guarde silencio a su manera”. Ese instinto metafísico se tiene o no se tiene, nos dice. “Newton, la mente más poderosa que ha dado la ciencia, no lo tenía. Su teología era pueril”. Dios es incomprensible. Con la modernidad, que tiene la manía de hacer coincidir en orden de lo real con el orden racional, el instinto metafísico queda atrofiado. “Lo que se gana por un lado —ciencia, secularidad, pluralismo, derechos humanos— se pierde por el otro: el instinto metafísico, la religiosidad apofática la conciencia no dual.”

Todo discurso humano, toda visión de cada ciencia particular, es una farsa (más o menos útil) sobre un trasfondo de lucidez. Esa es la idea básica de la cosmovisión hindú. En el principio no fue el verbo, la palabra, la ecuación o la lógica simbólica. William James llegó a decir que la divinidad necesita ayuda de los hombres libres para la buena evolución del mundo. Ibn Arabí pensaba lo mismo. Pániker abraza el mito del dios cómplice. Lo místico es una experiencia pura que puede no estar contaminada de ideología. Lo extraño no es lo místico, lo extraño es el estado permanente de convencionalismo social. El místico no es un enfermo, al contrario, la enfermedad consiste en estar siempre dormidos a la realidad de lo místico. James fue el primero en estudiar lo místico desde un enfoque científico-natural. “El espacio-tiempo son las gafas con las que el cerebro mira la realidad. Un cerebro que restringe lo real para sobrevivir como especie. Y en el éxtasis místico el cerebro se quita, por un rato, esas gafas, y probablemente esa actividad del sistema límbico viene sucediendo desde los tiempos de los chamanes prehistóricos”.

Leer sirve para escapar de los tópicos emocionales. Perspectivismo. No hay más que verdades momentáneas y toda verdad es inseparable del punto de vista del que la enuncia (William James). Hay, claro está, verdades colectivas, de una comunidad, científica o religiosa. De ahí los dogmatismos, que afectan a ambas. Como decía Berkeley, todo conocimiento o es dogmático o es escéptico. Sin un dogmatismo que sirva de base, el conocimiento no podría avanzar. A veces, una disciplina pone en tela de juicio su propio dogmatismo. Kuhn lo llamaba “revolución científica”, una especie de regreso al origen, un movimiento retroprogresivo.

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