_
_
_
_
_

El mejor villancico de la historia

‘Fairytale of New York’ cumple 35 años. Polémica, cruda y tremendamente hermosa, la grabación publicada por The Pogues y Kirsty MacColl es para muchos la mejor canción navideña de la historia

Kirsty MacColl y Shane MacGowan posan en un ambiente festivo en 1987, año en que cantaron la canción de The Pogues Fairytale of New York.
Kirsty MacColl y Shane MacGowan posan en un ambiente festivo en 1987, año en que cantaron la canción de The Pogues Fairytale of New York.Tim Roney (Getty Images)

Treinta y cinco años después de su publicación, muchos artículos definen Fairytale of New York como “la mejor canción navideña de la historia”. Una afirmación sustentada en encuestas de dudoso valor real. Bueno, la Navidad no está basada precisamente en estadísticas, sino en sentimientos. Y de eso, este tema de The Pogues y Kirsty MacColl publicado en 1987 va sobrado. No es el pop chispeante de All I Want For Christmas Is You, de Mariah Carey, ni una balada sentimentaloide como Last Christmas, de Wham, con las que compite en popularidad. Es una canción navideña triste. Que también es un género en sí mismo que han practicado desde Elvis (Blue Christmas) hasta Coldplay (Christmas Lights), pasando por Prince (Another Lonely Christmas). Pero Fairytale va más allá. Es cruda, es realista, es una canción para adultos.

Y es una preciosidad que empieza con 85 segundos de piano en los que Shane MacGowan, cantante y líder de The Pogues, un grupo formado en Londres en 1982 que dio un nuevo aire al folk irlandés, parece Tom Waits. En el vídeo se ve a la banda esperando pacientemente su momento de intervenir. Entre ellos está con su banjo James Feinn, el autor de la música. Él contaba que iba a ser la historia de un marinero que echa de menos a su esposa, pero que a su mujer eso le pareció una cursilería. “Le dije: ‘Vale, sugiéreme un argumento’. Propuso la idea de una pareja que atraviesa tiempos difíciles y acaba redimiéndose”, contaba.

La letra iba sobre un marinero que añora a su esposa, pero a la mujer de James Feinn le pareció cursi

Eso hicieron. La historia de lo que hoy se llama una relación tóxica entre lo que parece una pareja de perdedores en las calles de Nueva York. Esos personajes que habitan las canciones de Shane MacGowan. Vagabundos disfrutando de una noche de suerte. Alcohólicos con el don de la palabra. La versión punk folk de la clásica romantización irlandesa del alcohol como inspiración. Como escribió el poeta Brendan Behan: “Soy un borracho con problemas de escritura”. Tampoco hay que escandalizarse. Beber mucho y recorrer bares eufórico cantando a voz en grito es uno de los asuntos más navideños que existen. Por algo será que la venta de alcohol se dispara en estas fechas. Y discutir con tu pareja cuando llega la resaca y los bolsillos están vacíos, también.

Finalmente, se convirtió en el relato de una pareja que atraviesa tiempos difíciles y acaba redimiéndose

Eso cuenta la canción. Parece que estamos en los años cuarenta. Comienza con MacGowan hablando de la nochebuena que pasó en el drunk tank, la celda en la que se mete a los borrachos para que duerman la mona. Ella parece ser una aspirante a artista. Él ha ganado en las carreras y recorren Nueva York enamorados, fascinados con el ambiente. Entonces entra el estribillo tras un redoble de batería y no hay ser humano que se pueda resistir a semejante alegría.

Pero después llega la caída. Ella le llama vagabundo. Él se calienta y le dice que es una yonqui que no tiene donde caerse muerta. Ella, furiosa, le suelta: “Maricón asqueroso”, y remata: “Métete el feliz Navidad por el culo. Ruego a Dios que sea la última que pasemos juntos”.

Esa estrofa y en concreto la palabra faggot (maricón) ha causado que la canción sea censurada en determinadas emisoras. O que se emita una versión en la que MacColl, que ya en 1992 cambió el verso en sus directos, dice haggard (demacrado). MacGowan afirma que es cosa del personaje: “Usa esa palabra porque encaja con su forma de hablar y su carácter. No se supone que sea una buena persona, es una mujer de una determinada generación en un determinado momento y está hundida y desesperada”.

Es divertido ver cómo se trata esa parte de la canción. Porque Fairytale es una de las canciones más versionadas que se conocen. Cada cual la afronta de una manera. Algunos ejemplos: Billy Bragg y Florence Welch clavan la original; Ed Sheeran y Lisa Hannigan cambian la palabra; Gary Barlow hace un chiste para saltársela; Jeff Tweedy elimina la estrofa entera. El más salado es Christy Moore, clásico del folk irlandés, que primero la sustituye por “lololos”, pero al final, cuando no viene a cuento, la suelta entera a cara de perro. Otro truco es dejarla en instrumental, así aparece en el especial navideño de Guardianes de la Galaxia.

Hay dos versiones sobre el nacimiento de Fairytale. James Fearnley, acordeonista de The Pogues aseguraba en su autobiografía que el manager del grupo les propuso versionar Christmas Must Be Tonight, de The Band, pero que la canción les pareció horrible y decidieron componer una. Shane MacGowan dice que nació porque Elvis Costello le retó a escribir un tema navideño que pudiera cantar a dúo con la bajista de The Pogues, Cait O’Riordan. Costello se había convertido en una especie de satélite de The Pogues desde que en 1985, mientras producía Rum, Sodomy And The Lash, la obra maestra de The Pogues, se enamoró de la bajista, con la que se casó en 1986.

Parece más creíble la primera versión. No solo porque Costello ha negado educadamente la otra en varias ocasiones (“eso es leyenda”, ha dicho). También porque MacGowan tiende a mezclar realidad y ficción y no parece querer mucho a Costello. No le sentó bien que le revolviera el grupo y restregarle que le ganó una apuesta parece ser su pequeña venganza.

Steve Lillywhite, el productor, aparece con una cinta en la que su mujer, Kirsty MacColl, canta la parte femenina. Les encanta. Es lógico, MacColl está majestuosa

Terminarla costó dos años. MacGowan se refiere a ella como “nuestro Bohemian Rhapsody”. Cuando se lanzan a grabarla, O’Riordan ha dejado el grupo. Se propone a Chrissie Hynde, hasta que Steve Lillywhite, el productor, aparece con una cinta en la que su mujer, Kirsty MacColl, canta la parte femenina. Les encanta. Es lógico, MacColl está majestuosa.

La redención llega al final. Los dos amantes se reencuentran, parece que han pasado años desde la pelea. No empieza bien la cosa. “Podría haber sido alguien”, dice él. “Tú y cualquiera”, le contesta ella, antes de añadir: “Me robaste mis sueños”. Y ahí él parece pedir perdón a su manera. “Los conservé, nena, los puse con los míos. No puedo hacerlo solo, he construido mis sueños a tu alrededor”. Entonces entra el estribillo por última vez. Es un final abierto, pero esperanzador.

Fairytale nunca fue número uno en el Reino Unido, se quedó en el dos por culpa de Pet Shop Boys (“Fue número uno en Irlanda, que es el único lugar que me interesa”, decía Mac­Gowan). En 1991, The Pogues echaron a Shane MacGowan, hartos de su comportamiento errático por culpa del alcohol (“¿Por qué habéis tardado tanto?”, dicen que les replicó él). MacColl murió en 2000, atropellada por una motora propiedad de un multimillonario mientras buceaba en México. Y la canción, año tras año, vuelve a entrar obstinadamente en las listas de los discos más vendidos en muchos países.


Puedes seguir a BABELIA en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_