Arte, música y cine sobre Isabel II

Setenta años de reinado y 96 de vida bajo los focos han convertido a Isabel II en un potente icono del siglo XX y de principios del XXI. Ha inspirado libros, cuadros, piezas musicales, series y películas como ningún otro monarca o personaje público. La reina ha sido minuciosamente estudiada por la prensa y el público, pero el misterio y aura que la han rodeado nunca se han roto. Puede que sea por esto por lo son tantos los que han fabulado y creado en torno a su poderosa figura.

Arte

Entre las incontables fotografías y el considerable número de retratos destacan el teatral retrato que le hizo Cecil Beaton cuando fue coronada en 1953; la imagen de 2011 que tomó Thomas Struth de la reina y su esposo; y los retratos de Annie Leibovitz —en uno de ellos hace un guiño a Beaton y en otro viste a la reina con una larga capa negra y digitalmente sobrepone su figura a la foto de los jardines de Buckingham que sacó anteriormente—.

El maestro del pop art, Andy Warhol, vio el potencial de la reina y le dedicó una serie (Reigning Queens, 1985) sin encargo de por medio aunque más adelante los Windsor decidieron incorporar cuatro piezas a la colección del Royal Collection Trust. El holograma de Chris Levine Lightness of Being (2004/22) es uno de los trabajos más potentes sobre la monarca, ataviada con armiño blanco y con los ojos cerrados. Pero probablemente el más polémico de sus retratos fue el pequeño cuadro que muestra su rostro con la pincelada suelta y cruda de Lucian Freud, una obra que será expuesta en octubre en la exhibición que dedica al pintor la National Gallery en Londres.

Música

Desde la pieza Orb y Sceptre compuesta por William Walton para la coronación de Isabel II, alegre y formal como requería la ocasión, hasta la ópera Gloriana de Benjamin Britten —compuesta también en 1953 para celebrar a la nueva reina en la Royal Opera House e inspirada en Isabel I de Inglaterra—, muchas han sido las piezas de música clásica compuestas en honor a su figura durante su largo reinado.

Por supuesto la reina también ha inspirado otros géneros. Antes de que los creadores del punk británico, Sex Pistols, compusieran su antimonárquico himno ‘God Save The Queen’ en 1977, los Beatles ya le habían dedicado a Isabel II el tema ´Her Majesty´ en el disco Abbey Road mostrándose bastante menos críticos. Y tampoco el clásico de la canción protesta Billy Bragg cargó mucho las tintas en su canción ‘Rule Nor Reason’; eso quedó para los Manic Street Preachers en ‘Repeat (Stars and Stripes)’ y para los Smiths en ‘The Queen Is Dead’.

Cine

The Queen (2006), escrita por Peter Morgan, dirigida por Stephen Frears y protagonizada por una brillante Helen Mirren marcó un antes y un después en la relación del cine con la figura de la reina. Centrada en los días posteriores a la muerte de Diana de Gales, la cinta imagina la intimidad de Isabel II y la debacle que se le vino encima en ese annus horribilis que llegó tras la pérdida de su exnuera. El chileno Pablo Larraín y su Spencer, estrenada hace unos meses, ha sido una de las últimas incorporaciones a las adaptaciones a la pantalla de la tensa relación de Diana de Gales con Isabel II. La reina en sí misma es prácticamente un subgénero cinematográfico, en el que figuran desde la oscarizada El discurso del Rey hasta unos episodios de los Simpson. Pero ha sido la serie de Netflix The Crown, escrita también por Morgan, la que ha encumbrado a Isabel II como imbatible estrella televisiva.

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Isabel II en seis películas

Libros

Desde su estilista, Angela Kelly, hasta su niñera, Marion Crawford, muchas han sido las personas cercanas a Isabel II que han escrito libros sobre ella. El biógrafo Andrew Morton, que escribió sobre Diana de Gales (y más recientemente sobre Meghan Markle) ha sacado una biografía de la reina que publica en español Espasa en noviembre. Y si lo que se busca es ficción, en El nudo Windsor (Salamandra) de S. J. Bennet la reina se convierte en una investigadora tipo Miss Marple, y la encantadora Una lectora nada común (Anagrama) del dramaturgo Alan Bennett, donde la reina cae presa de una bibliofilia imparable.

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