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Ry Cooder y Taj Mahal, cuando el blues de la América profunda resucita

Seis décadas después de tocar juntos por primera vez, los dos músicos rescatan en un nuevo álbum la obra de Sonny Terry y Brownie McGhee, olvidados maestros del estilo Piedmont que los influyeron en los años de juventud

Los músicos Taj Mahal y Ry Cooder lanzan el álbum 'Get on board',un homenaje a la música de Sonny Terry y Brownie McGhee.
Los músicos Taj Mahal y Ry Cooder lanzan el álbum 'Get on board',un homenaje a la música de Sonny Terry y Brownie McGhee.Warner Music
Luis Pablo Beauregard

Hace 25 años, Ry Cooder (Los Ángeles, 75 años) reunió en un álbum a varios músicos cubanos en un proyecto que pretendía presentar los ritmos de la isla a los oídos de todo el mundo. Buena Vista Social Club se convirtió en una sensación internacional, quizá el último fenómeno previo a la era de la música en Internet que lanzó al estrellato a músicos desconocidos en el ocaso de su vida. Cooder tiene un nuevo proyecto de recuperación de la memoria musical, ahora de Estados Unidos. Se ha propuesto rescatar el nombre de dos músicos de blues cuyos nombres han perdido lustre. Son Sonny Terry y Brownie McGhee. El guitarrista se ha hecho acompañar en esta misión por otra leyenda del género, Taj Mahal, con quien se reúne casi 60 años después de haber tocado juntos en el fugaz grupo Rising Sons.

Cooder recuerda aquel día en el que oyó por primera vez la harmónica de Terry y la guitarra de Brownie McGhee. Con 12 años, salió de casa en Santa Mónica hacia el centro de Los Ángeles. Tomó dos autobuses para llegar a su tienda de discos preferida. Uno le llamó la atención con un sencillo diseño. Tres fotografías de negros elegantemente vestidos con corbata (el tercero era Coyal McMahan, que tocaba el bajo y las maracas); el título de nueve canciones escrito sobre la carátula y el título del álbum, que era en realidad una invitación: Get on board (Súbete a bordo). Pagó menos de cinco dólares por un vinilo del sello Folkways que todavía hoy conserva y que se ha convertido en una gema por haber sido descontinuado.

Cooder y Taj Mahal han hecho el tributo copiando un estilo natural. Los músicos se reunieron el verano de 2021 en la casa de Altadena de Joachim Cooder, hijo de Ray, para la sesión. Joachim, quien ya había tocado en otros álbumes de su padre, fue la tercera pata, como lo fue Coyal McMahan, tocó las percusiones. Taj tocó la harmónica, la guitarra y el piano. Cooder la mandolina, el banjo y una guitarra especial que le regaló Mike Seeger, un fallecido especialista en folk, que es de la misma época que la que tocaba McGhee. El resultado fue de 11 canciones, cada una grabada en una sola toma, que forman parte del repertorio de la dupla del blues.

“Cuando eres joven y escuchas algo como eso te deja una impresión muy profunda”, afirma Cooper en una entrevista telefónica. Creció escuchando música negra y el folk de Woody Guthrie gracias a vecinos y amigos de sus padres. Uno de ellos, un violinista de orquesta perseguido por la cacería anticomunista del senador Joseph McCarthy, le regaló su primera guitarra. En ese mismo instrumento probó con imitar lo que oía de Get on Board. “Así fue como comencé con ese álbum”, cuenta al otro lado de la línea.

Sonny Terry nació en Georgia en 1911. Su padre, un granjero, le enseñó la harmónica. Dos lesiones lo dejaron ciego e intentó sacar del instrumento algunas monedas para vivir. Para 1930 hacía mancuerna en salones de baile y casas de blues con Blind Boy Fuller, un virtuoso de la guitarra que se especializaba en los sonidos negros del Piedmont, una zona agrícola que atraviesa las Carolinas, al este del país, y que recibió inmigración de esclavos del Caribe. Fuller murió en 1941 y McGhee, nacido en Tennessee, tomó el testigo. La pareja fue una de las más longevas dentro del blues y estuvo activa hasta el fallecimiento de Terry en 1986.

Taj Mahal explica, también por teléfono, que la clave del estilo Piedmont está, además de la harmónica, en la forma en cómo el guitarrista hace sonar a las cuerdas con solo las yemas del pulgar, índice y parte del corazón, llamado fingerpicking. “Lo más cercano que vas a encontrar en Mississippi al Piedmont es el sonido de Mississippi John Hurt, es un estilo rítmico que Ry toca muy bien. Es una música más ligera y se puede bailar un poco más. Diría que es un poco más sofisticado”, explica el músico nacido en Harlem, quien cumplirá 80 años en mayo.

“Yo toco la guitarra mejor ahora que cuando era joven. Te toma tiempo llegar adonde querías estar. Ahora me siento bien con esto. No hubiera intentado hacer este disco hace 20 años. Me gusta más lo que hago ahora”, opina Cooder, quien es el responsable de la reunión con Taj Mahal. Ambos tocaron juntos en el grupo Rising Sons en 1965, cuando Ry tenía solo 17 años. Fueron fichados por Columbia Records, pero el álbum que grabaron nunca vio la luz de forma oficial hasta 1992, después de haber tenido decenas de copias piratas. El grupo se disolvió y cada quién siguió su trayectoria, aunque Cooder tocó en el primer álbum de Taj Mahal, de 1968, un clásico.

Se reencontraron en 2014 en Nashville, donde Taj Mahal recibió un premio por su trayectoria de la Asociación de Música Americana. Cooder fue invitado especialmente. Interpretaron Statesboro Blues y vieron que la química seguía ahí. En ese momento nació la idea de colaborar nuevamente. “Nos hemos convertido en los músicos a los que aspirábamos ser cuando éramos jóvenes”, añade.

Los paisajes a los que remite Get on Board llamaron la atención de Cooder cuando lo escuchó por primera vez. Una harmónica que sonaba como un tren que pasaba a lo lejos. Terry cantaba sobre mulas y caballos. Un estilo del campo. Era la música de la América rural. “Santa Mónica no era nada como esa zona. Era diferente, como si viviéramos en Marte. Fue un enigma para mí: ¿de dónde venía este tipo de música? ¿Quiénes son estas personas? ¿De qué trata esto?”, le hizo cuestionarse.

Taj Mahal (Henry Saint Clair Fredericks) tuvo su primer encuentro con Terry y McGhee cuando fue estudiante en la Universidad de Massachusetts. Comenzaba la década de los 60 y en las estaciones universitarias se oían cosas que las radios comerciales se negaban a tocar: Pete Seeger, el reverendo Gary Davis, Doc Watson y la pareja del blues. “Tocaban en clubes pequeños, festivales y cafés. Me emocionó mucho cuando los vi. Era una especie de sueño ver a esos músicos ahí. Tuvieron después grandes carreras y mi sorpresa no es que los descubrieran, sino que había todo un tipo de jóvenes que se interesaban en lo que ellos hacían y tocaban”, añade.

“Estamos revisitando algo que quizá los jóvenes puedan disfrutar”, dice la leyenda de la armónica, mientras que Cooder se dice satisfecho. “Hicimos un buen trabajo y pienso que será algo divertido para oír. Han sido un par de años más difíciles para todos. Es bueno si la música puede ayudar. A veces la música moderna me deprime. Voy a comer a un restaurante y suenan chicas que se lamentan y hombres terriblemente tristes. ¿Qué buscan con eso? No lo hagan, por favor”, dice el guitarrista. No hay mejor refugio del presente que el pasado.

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

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