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Laura Fernández: “También creo historias cuando hago periodismo”

Con ‘La señora Potter no es exactamente Santa Claus’, la escritora ha publicado la que es, hasta la fecha, la novela de su vida

Laura Fernández

Con La señora Potter no es exactamente Santa Claus (LRH), Laura Fernández (Terrassa, 1981) ha publicado la que es, hasta la fecha, la novela de su vida. Al exuberante universo que alberga su trabajo, cruzado por una miríada de temas, referencias y puntos de vista, la también periodista y colaboradora de EL PAÍS ha añadido en este libro una capa de profundidad con la introducción de una mirada hasta ahora inédita en su obra: la de la maternidad como imparable fuerza creativa.

Si no es exactamente Santa Claus, ¿quién es la señora Potter?

La Señora Potter es una niña triste que no quería que existieran los niños tristes. Una niña que siempre lo hizo todo bien y a la que sus padres nunca apreciaron por eso. Ahora concede deseos a los niños buenos que se portan mal para que sus padres se den cuenta de que existen y podrían no portarse tan bien como lo hacen.

¿Cuántos libros caben dentro de un libro?

Tantos como los escritores que haya dentro de ese libro escriban o piensen escribir.

¿Y dentro de este libro?

Muchísimos. Empezando por el propio La señora Potter no es exactamente Santa Claus, obra de la rara y sin embargo famosa Louise Cassidy Feldman. Y por supuesto, toda la bibliografía de los Benson, escritores de novelas de terror absurdo y delicioso. Y los protagonizados por Stanley Rose y Lanier Thomas, la pareja de detectives discutidores de Francis Violet McKisco.

Su novela plantea una reflexión sobre el sentido del arte. ¿Qué obras o autores le han dado dirección a su vida?

John Fante, Douglas Adams, Richard Brautigan, Joy Williams, Kurt Vonnegut, Jack Kerouac, Richard Ford, Robert Coover, Thomas Pynchon, Philip K. Dick, Stephen King, Knut Hamsun, Douglas Coupland, Robert Sheckley, A.M. Homes, T.C. Boyle, Fredric Brown, David Foster Wallace, Martin Amis, Evelyn Waugh, y una infinidad más.

¿Hay algún tema o idea que esté vetado en su universo creativo?

Supongo que la única vetada es la realidad tal y como la entendemos. Y todo lo que no nos mantenga a salvo de ella.

¿Y alguno que haya entrado por primera vez en esta novela?

Sí. A lo habitual, esto es, lo fascinantemente absurdo del ser humano, y su encantadora y apasionadamente ridícula manera de habitar el planeta, el poder de la imaginación como escudo, la soledad del incomprendido al que le trae sin cuidado serlo y el arte, como, a veces, único refugio, o bote salvavidas, se ha sumado esta vez el de la maternidad como un acto de creación salvaje, y a su vez, la idea de la obra artística como algo vivo que dejas de controlar cuando lanzas al mundo.

¿De qué sirve el humor en la literatura?

El humor desactiva la realidad, y por lo tanto es una herramienta excelente, la mejor, para alejarnos de ella. No tomarse en serio es fundamental para tomarse en serio como es debido, es decir, sintiéndose poco más que un personaje de una comedia absurdamente genial.

¿Cómo podemos recuperar de adultos la emoción que nos provocaba en la infancia la fantasía?

No olvidando que una vez fuimos niños, y tratando de llevarnos a nosotros, a todo lo que hemos sido, desde el principio, a todas partes.

¿Qué distancia separa la escritura periodística de la de ficción?

Escribir es escribir, en cualquier formato. Yo creo historias también cuando hago periodismo. No puedo escapar a la idea de la narrativa. Las personas que entrevisto son historias, a su manera. Pero son reales. Es decir, un cuarto cerrado. La ficción es, para mí, siempre libertad. Todos los mundos a la vez.

Si pudiera elegir, ¿a qué autor/a universal entrevistaría?

He tenido la suerte de poder entrevistar a los tres a los que más admiro: Joy Williams, Richard Ford y A.M. Homes. Pero daría cualquier cosa por entrevistar a Stephen King.

¿Cuál sería su pregunta estrella en esa entrevista?

Le preguntaría qué clase de autor cree que podría haber llegado a ser si hubiera apostado por la posmodernidad que, creo, jugó a practicar en Tommyknockers y La historia de Lisey. Y si decidió domesticarse en algún momento. Y de dónde salen esos pensamientos del propio texto que tanto me gustan, y que juegan con la cursiva y el punto y aparte.

¿Tiene alguna manía, ritual o reticencia a la hora de sentarse a leer un libro?

No. Leo incluso caminando por la calle. Leo en todas partes. A veces me meto con las gafas en la ducha porque dejo el libro de camino a la ducha sobre la pica del lavabo.

¿Qué libro no pudo terminar?

Muchos. Pero diré que la deuda que más me pesa es la de Charles Dickens. No he leído nada suyo, aunque soy una gran fan de T.C. Boyle, dickensiano como pocos.

De no ser escritora le habría gustado ser... Paleontóloga. Adoro los dinosaurios.

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