Para orientarse (un poco)
Si para la Feria del Libro anterior se dio la cifra de 2,4 millones de visitantes, y para esta 384.000, ¿cómo es posible que se haya vendido un 10% menos? Tal vez los visitantes constituyeran la vanguardia de los millonarios de Forbes
1. Olvidar, dijo
Ignoro qué editora de Siruela, un sello muy feminizado, ha sido responsable de la contratación de Breviario del olvido, del poeta, crítico y traductor (de Vicente Aleixandre, por ejemplo) Lewis Hyde. Pero es con libros como este —no destinados precisamente a engrosar la lista de best sellers— como se demuestra el buen olfato de un editor consciente del papel cultural de su oficio. No es la primera vez que un libro del autor aparece en castellano: Sexto Piso publicó este mismo año (¡y casi 40 después de que apareciera en EE UU!) El don, un sugerente ensayo que reivindica la creatividad y la imaginación en un mundo en el que todo se mercantiliza. Subtitulado Apuntes para dejar atrás el pasado, el nuevo trabajo de Hyde constituye una meditación fragmentaria y plural acerca de las (posibles) ventajas del olvido mediante el análisis y comentario de textos y testimonios desde la Antigüedad hasta hoy. En sus tesis, Hyde sigue de algún modo la máxima expresada por Nietzsche en La genealogía de la moral (1887): “Sin capacidad de olvido no puede haber ninguna felicidad, ninguna alegría, ninguna esperanza, ningún orgullo, ningún presente”. Particular interés para el caso español reviste la constatación de que, tras una guerra civil, las naciones suelen pasar por una alternancia de periodos de olvido y de recuerdo de sus horrores. Si la primera generación posbélica “necesita” olvidar, sellando una especie de “pacto del olvido” por medio de una “amnistía amnésica”, de la que estaría ausente la asunción de toda responsabilidad, las siguientes generaciones son las del recuerdo: las que desean determinar la verdad, exigir reparaciones y, a lo sumo, reclamar una “amnistía responsable” que haga posible, con el tiempo, la total reconciliación. En el caso de las naciones, Hyde se apoya en Ernest Renan, que argumentaba que “la esencia de una nación es que todos sus individuos tienen mucho en común, y también que todos han olvidado mucho”. Según eso, me pregunto si hoy somos verdaderamente una nación (o, dejándome llevar por el kulturpessimismus ambiental, si acaso nos hace falta serlo).
2. Qué desastre
En la taxonomía que toma prestada Niall Ferguson en su interesante, aunque un punto apresurado y oportunista, Desastre. Historia y política de las catástrofes (Taurus), los rinocerontes grises son aquellos acontecimientos que se ven venir; los cisnes negros los que, cuando acontecen, parecen completamente inesperados; y los reyes dragón aquellos que, independientemente del número de víctimas que producen, conllevan consecuencias mucho más generalizadas y profundas. La verdad es que esas distinciones no son siempre fáciles: ¿a cuál perteneció el Katrina?, ¿y el Prestige?, ¿y el genocidio de Ruanda?, ¿y cómo podrá calificarse la tremenda erupción del Cumbre Vieja? También hay que señalar que los desastres no tienen por qué ser solo “naturales”, de ahí que el libro de Ferguson se subtitule Historia y política de las catástrofes. Pienso en ello a propósito del preocupante crecimiento de la tensión en el Indopacífico, con motivo de la puesta en marcha del tratado Aukus, firmado por EE UU, el Reino Unido y Australia para fortalecer militarmente al gran país austral para hacer frente a las “amenazas” de China (guerra informática, submarina, etcétera). Me pregunto si lo que viene será elefante o cisne, cuando no dragón. En todo caso, y para “orientarse” en uno de los extremos del problema que (para mi avatar Casandra) se nos viene encima, recomiendo dos libros útiles e informativos sobre China publicados recientemente. En El gran Estado (Alianza), Timothy Brook (del que Tusquets publicó hace un par de años el estupendo El sombrero de Vermeer) traza un recorrido por la historia y la cultura ancestrales de la nación muy probablemente hegemónica a finales de este siglo, y lo hace a partir de historias particulares que revelan cómo los chinos se han visto a sí mismos a lo largo de los siglos. La metamorfosis del comunismo en China (Kalandraka), del reputado sinólogo gallego Xulio Ríos, es un sencillo relato de la muy compleja historia centenaria del Partido Comunista Chino, con especial énfasis en su trayectoria desde Deng Xiaoping (“hacerse rico es glorioso”) hasta Xi Jinping, artífice de ese capitalismo rojo que ha logrado convertir China en una especie de oxímoron político: una potencia económica de mercado, pero sin las libertades que ese régimen lleva normalmente aparejadas. El xiísmo, como lo llama Ríos, supone un cambio de paradigma que poco tiene que ver ni con Marx ni con Stuart Mill, pongo por caso.
3. Feria y Forbes
Terminó la 80ª edición (intempestiva) de la Feria del Libro. Por lo que sé, vi y me dicen, quedaron más contentos los grandes editores que los pequeños. El director, Manuel Gil, ha conseguido salvar su noble trasero, aunque él insiste en que desea irse en diciembre, que sufre mucho fuego amigo, que se siente cansado. A mí me parece que no lo ha hecho mal, pero hay algo que no me cuadra. Si para la feria anterior (2019) se dio la cifra de 2,4 millones de visitantes, y para esta la de 384.000, ¿cómo es posible que se haya vendido solo un 10% menos que entonces? Tal vez los visitantes, me larga un topo desencantado, constituyeran la vanguardia de los millonarios de Forbes y hayan acudido con el bolsillo bien repleto. En todo caso, en ninguna feria anterior había habido tanta representación de la edición gráfica. Entre lo mejor que se ha publicado destaco dos álbumes que considero sendas obras maestras del género: El secreto de la fuerza sobrehumana (Reservoir Books), otra historia autobiográfica de la gran Alison Bechdel, y Vernon Subutex (Salamandra), primera parte de la adaptación de la novela de Virginie Despentes a cargo del dibujante Luz. También reseñable es la recuperación, en Salamandra, de Gemma Bovery, de Posy Simmonds.
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