Cáustica y pérfida, o sea, maravillosa
La escritora inglesa Caroline Blackwood cuenta una obsesiva historia de manipulación en ‘La hijastra’, ácida novela recién traducida por Alba Editorial
Caroline Blackwood (1931-1996) pertenece a una clase de escritoras, no infrecuente en la literatura inglesa, que proceden de familias acomodadas o aristocráticas y que deciden dedicarse a la literatura, por lo general como gesto de independencia. Entre otras, las hermanas Mitford o la genial Ivy Compton-Burnett y tantas más. Blackwood es hija del marqués de Dufferin, íntimo amigo del gran novelista Evelyn Waugh, y de Maureen Guinness, una de las cuatro herederas de la célebre cerveza. La hijastra fue su segunda novela y da la medida de su cáustico humor, en todo alejado de su procedencia y donde no deja títere con cabeza. Una mujer fascinante de vida alegre y desprejuiciada.
Esta estupenda y breve novela cuenta la historia de una mujer de la que se ha separado su marido, que la deja con una hija de un primer matrimonio, una muchacha obesa, sin gracia alguna y más bien corta a la que esta mujer, llamada simplemente J., detesta con toda su alma. Además, debe ocuparse de su propia hija, Sally Ann, de cuatro años, y de la cuidadora francesa, Monique. Mientras tanto, el marido, Arnold, que les ha comprado un piso alto en lo mejor de Manhattan para colocar a toda esta tropa, se instala en París con una joven encantadora.
La autora organiza el desarrollo del relato en forma de cartas que se dirige a sí misma como desahogo. En realidad, es una forma de desahogo obsesivo compulsivo que para el lector resulta muy divertida y a ella la va agobiando poco a poco. La idea es estupenda y la autora la maneja con toda soltura: es una auténtica guerra de nervios la que nos transmiten las cuatro habitantes del piso, por donde salen a la luz el resentimiento, la mala uva, la desesperación y la impotencia, que ella recrea en sus cartas. Todas, por cierto, con divertidas despedidas, cada vez más ácidas.
‘La hijastra’ es además un brillante estudio de las obsesiones que se acumulan en un mundo cerrado
La novela sigue el conocido esquema de presentación-nudo-desenlace dando el mayor espacio a la presentación, porque ahí es donde la autora se luce hasta tal punto que las revelaciones posteriores son una breve exposición que apenas necesita explicación alguna, solo hechos, dada la enjundia y precisión de dicha presentación. La novela es así una eficiente historia que hará las delicias del lector. Es una historia de manipulación de todos contra todos, incluido el exmarido ausente, con revelaciones que atizan la intriga con ingeniosa naturalidad. Y por si fuera poco, La hijastra es además un brillante estudio de las obsesiones que se acumulan en un mundo cerrado.
La pérfida mirada de Caroline Blackwood y la viperina lengua que la acompaña no dejan opción a la protagonista, a la que solo le queda la cárcel que ella misma se ha construido al elegir enfrentar su problema de comprensión de los hechos escondiéndose de ellos y magnificándolos en su interior para, inconscientemente, evitar plantarles cara. También la editorial Alba ha aprovechado para reeditar otra novela de la autora, La anciana señora Webster, que fue finalista del Man Booker: una magnífica historia de corte gótico, quizá la más exitosa de todas las suyas. De nuevo, otro par de libros, estos de lo más relajante en su crueldad, cuyo sentido crítico del humor nos parece perfectamente adecuado a la estación calurosa.
La hijastra
Autora: Caroline Blackwood. Traducción de Íñigo F. Lomana.
Editorial: Alba, 2021.
Formato: 112 páginas. 16 euros.
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