Patricio Pron: “Me gustan los títulos largos porque no son fáciles de recordar”
El escritor argentino afincado en Madrid reúne sus mejores relatos en ‘Trayéndolo todo de regreso a casa’
Tras ganar el premio Alfaguara de novela en 2019 con Mañana tendremos otros nombres, Patricio Pron, argentino de 45 años residente en Madrid, reúne sus mejores relatos en Trayéndolo todo de regreso a casa (Alfaguara).
¿Qué le hizo querer ser escritor?
John Gardner escribió que “los seres humanos, como los chimpancés, pueden hacer muy poca cosa sin modelos”, algo que no es del todo cierto en lo que hace a los chimpancés, pero sí en mi caso.
¿Qué tres ingredientes no deberían faltar en el relato ideal?
Nos han hecho creer que una introducción, un nudo y un desenlace, pero no es verdad. Lo que no puede faltar es una voz, y un propósito.
¿Cómo se imaginaba en 1990, cuando empezó a escribir estos relatos, que sería usted en 2021?
No me imaginaba nada en absoluto. No tenía planes, excepto estar escribiendo, en algún lugar, cosas que todavía no era capaz de comprender siquiera.
¿Qué le dicen sus editores cuando aparece con títulos de más de tres palabras?
Mis editores y yo hemos aprendido con el tiempo a jugar algunos juegos poco habituales, y los lectores de mis libros han aprendido a jugarlos también.
¿Por qué le gustan los títulos largos?
Porque no parecen gustarle a nadie. Y porque vienen a decir que mis libros tienen una relación algo distinta con las ideas de producto, mercado y consumidor que condicionan las prácticas de lectura. Me gusta que no sea fácil recordarlos porque esto supone que quien los recuerda se los ha apropiado, los ha hecho propios pese a las dificultades que siempre planean sobre los libros “literarios”.
Este título es algo más que un guiño a Dylan y a veces ha preparado listas de canciones para sus libros, díganos música para este.
De las cumbias de Andrés Landero a Françoise Hardy, de los vallenatos de Adolfo Pacheco a Blood Orange y a los discos de Paul Bowles, de Bill Callahan a Divididos pasando por Bigott, el Too Much Monkey Business de Chuck Berry, Triángulo de Amor Bizarro y don Isaco Abitbol, en este libro cabe mucha música, además de la de Bob Dylan.
¿Qué libro ajeno le habría gustado escribir?
Muchos, que cambian prácticamente de día en día como recordatorio de que todavía hay mucho por hacer y que, sin embargo, también hay mucho ya hecho, por los maestros. Hoy, por ejemplo, me habría gustado escribir todos los libros de Edgardo Cozarinsky, los de Sylvia Molloy y los de Francisco Ferrer Lerín.
¿Qué libro no pudo terminar?
Soy un devoto lector de primeras cuarenta o cincuenta páginas, que parece ser el punto a partir del cual un mal libro no va a convertirse en uno bueno. Así que son muchos los libros que abandono. Y, en general, responden a algún tipo de engaño: ensayos que no son ensayos sino artículos de dominical estirados, autoficciones sin autor y sin ficción, los ejercicios de nostalgia españolista, el “mejor libro del año” este fin de semana…
De no ser escritor le habría gustado ser...
Me resisto a creer que alguien pueda “ser escritor”, y pienso más bien en pequeños gestos iniciales que uno repite de tanto en tanto al margen de las ideas que existan acerca de lo que uno sería o dejaría de ser. Pero podría haber sido profesor, de haberse dado otras circunstancias.
¿Cuál es el mayor defecto del mundillo literario español?
Yo diría que el aislamiento en el que vive, que lo protege de hacerse una idea real de su tamaño y de su importancia en comparación con el de otros países.
¿Y del argentino?
Lo mismo, aunque diría que en el argentino existe también una ficción de cosmopolitismo y centralidad que el telurismo español no admite.
¿Cuál es la película que más veces ha visto?
Vi varias veces unas cuantas de Wim Wenders, pero solo porque me quedaba dormido y, cuando me despertaba, como no recordaba qué había sucedido mientras todavía estaba despierto, volvía a verlas.
Si tuviese que usar una canción o una pieza musical como autorretrato, ¿cuál sería?
Foreign Window, de Van Morrison.
¿Qué está socialmente sobrevalorado?
La opinión. Que todo el mundo tenga una demuestra lo poco que vale.
¿A quién le daría el próximo premio Cervantes?
Tengo la impresión de que el Premio Cervantes se otorga a quienes “se lo trabajan”, cosa que deja fuera a muchos escritores que podrían obtenerlo. Pero, en cualquier caso, se lo daría a la uruguaya Circe Maia. Y, recogiendo una propuesta hecha en este mismo sitio, crearía un Cervantes póstumo que contribuyese a revisar una tradición literaria en español demasiado constreñida por visiones erróneas de género, centro y periferia, además de por la superstición de que habría algo llamado “América Latina” y no simplemente países. Un Cervantes póstumo permitiría pagar algunas deudas que tenemos, ampliar nuestro conocimiento de la tradición y devolver la actualidad a obras de autores y autoras de mucha importancia.
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