Valérie Belin, fotografía que derrumba estereotipos
El Festival Internacional de Fotografía de Castilla y León celebra una primera edición donde las crisis identitarias que definen nuestro tiempo quedan reflejadas en el trabajo de la artista francesa
Durante los últimos 20 años Valérie Belin (Boulogne-Billancourt, France, 1964) ha encontrado su sitio en el escenario internacional de la fotografía a través de una obra que difumina la delicada línea entre la realidad y la ilusión e indaga en el artificio de la representación. Sus imágenes tienen como protagonistas a seres humanos y objetos. Ambos sometidos a un proceso de transformación, con el fin de encajar en los estereotipos y en los dictados de la apariencia establecidos por la sociedad actual. De ahí que los retratos de Belin nunca son lo que parecen. Observados desde la distancia cuestionan la percepción y las ideas de aquellos que los contemplan. Una pequeña representación de las series fotográficas más emblemáticas de la artista se va a poder ver próximamente en la plaza de la Inmaculada de Palencia, en una instalación al aire libre que constituye el plato fuerte de la primera edición del Festival Internacional de Fotografía de Castilla y León, que se celebrará entre el 20 abril y el 29 de mayo en Palencia.
Cargada de sofisticación, la obra de Belin se aleja del naturalismo y de la fotografía documental para indagar en algunos de los asuntos que definen nuestro tiempo. “Trata del tema de la identidad; de sus límites y de su representación, de los estereotipos, del género, de lo que parece y no es, también de la ficción y sobre todo de las identidades intercambiables”, apunta Anne Morin, comisaria del festival: “El siglo XXI está marcado por una gran crisis de identidad y he considerado fundamental darle relieve a esta cuestión”.
Las imágenes se exhiben en cubos de tres metros de altura. Los grandes formatos ofrecen una variedad de detalles que ayudan al confuso espectador a resolver sus dudas. Frente a Transexuales (2001) no será fácil averiguar si el sujeto de la imagen es un hombre o una mujer. Serán los pelos de la barbilla los que aclaren el equívoco. La serie Mujeres negras (2001) alude a “rostros-objeto”; elegidos como protagonistas por su llamativa belleza escultural, la ensalzada y contrastada plasticidad de los oscuros rostros desplaza al sujeto a un campo puramente abstracto. Desde lejos, el seductor semblante que compone una de las piezas de la serie Maniquíes (2003) podría pertenecer a una mujer real, pero a medida que uno se acerca se pregunta si se trata de la fotografía de un objeto, de la fotografía de una pintura o de la pintura de una fotografía. Belin reconstruye la mujer perfecta virtual a través de un maniquí hiperrrealista. En Damas pintadas (2017), los apagados e inexpresivos rostros de unas modelos cobran vida a través unos brochazos. Parecen pinturas animadas. Plantean cuestiones tanto sobre la naturaleza del medio fotográfico como acerca de la relación entre la fotografía y la pintura, la figuración y la abstracción, la realidad y la ficción.
Muy cercana a la tradición pictórica, Belin bebe de referencias tan opuestas como el barroco italiano y el minimalismo. La cámara se convierte en un intermediario entre la autora y el mundo real. Así, debido a la naturaleza autobiográfica de su obra, la mujer, más propensa a ser víctima de los estereotipos, se erige en protagonista de sus imágenes. Su obra alude a la inestabilidad de la vida, a la fragilidad y la extrañeza que conlleva estar vivo, así como a las consecuencias de la globalización y la ‘virtualización’ de nuestra sociedad.
Un lugar de encuentro y de reflexión
Son en total 50 artistas los que componen la programación de este ambicioso festival que aspira a convertirse en una referencia internacional. Organizado por la Consejería de Cultura y Turismo de Castilla y León, cuenta con la colaboración de The Lucie Awards de Nueva York y la École Nationale Supérieure de la Photographie de Arlés y surge como un lugar de encuentro y de reflexión. De ahí que su programación expositiva vaya acompañada de una serie de conversaciones con comisarios, historiadores y fotógrafos, como la que tendrá lugar entre David Campany (comisario, escritor y director de programas del Centro Internacional de Fotografía de Nueva York) y Roger Szmulewicz, que versará en torno la obra de William Klein.
La obra de Klein se sitúa en la confluencia de la imagen fotográfica y de la secuencia fílmica. Este cruce configura uno de los ejes en los que se apoya el festival y en el que se dan cita tres de los grandes maestros de la fotografía: el cine de Robert Frank dialoga con una secuencia de fotografías de Lee Friedlander, con claro carácter cinematográfico, Los coches nuevos, (1964), rescatada hace poco más de una década de los archivos del artista norteamericano. Isabel Coixet, premio Nacional de Cinematografía 2020, ha sido invitada a seleccionar cuatro películas realizadas por mujeres, entre las que se incluye Capturing Lee Miller, un documental dedicado a la fotógrafa americana dirigido por Teresa Griffiths.
Sandro Miller presenta GLORY: My Hair, My Soul, My Freedom (“GLORIA: Mi pelo, mi alma, mi libertad”), una serie de fotografías con las que rinde homenaje a la mujer africana a través de la representación de sus peinados como código identitario. Las imágenes establecen un diálogo con la obra de Belin y con la obra de un fotógrafo local, Álvaro de Castro Cea, quien a principios del siglo XX abrió un estudio en el municipio palentino de Ampudia. Su legado es un testimonio de la época centrado en un entorno rural. “Su exquisito e íntimo tratamiento del retrato recuerda a la obra del americano Mike Disfarmer”, destaca Morin. Los retratos antropomórficos de Miguel Vallinas, otro autor local, inciden en el tema de la identidad desde la idea de la duplicidad.
Destaca Splash, una colección de 90 imágenes Polaroid vintages, que reúne a grandes figuras de la segunda mitad del siglo XX, así como El lado oscuro del sueño americano, donde el latido de la calle sirve de reflejo de la historia de un país, a través de la obra de Joel Meyerowitz. La exposición también revela la transición del blanco y negro al color de este pionero de la fotografía en color.
Best of Show exhibe la obra de 41 jóvenes fotógrafos participantes del prestigioso International Photography Awards 2002 (Premio Internacional de Fotografía) y supone una ventana al sector más joven de creación contemporánea “Ha resultado muy interesante ver cómo en la actualidad se está recuperando un interés por la fotografía humanista, como ocurrió después de la Segunda Guerra Mundial”, señala Morín, quien fue seleccionada como comisaria invitada de la pasada edición del certamen.
Festival Internacional de Fotografía de Castilla y León. Palencia. Del 20 de abril al 29 de mayo.
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