Nieve y frío: canciones para chimenea
Una ‘playlist’ con temas que invitan al fuego casero, al reposo y la escucha relajada
En el libro Nieve, el escritor turco Orhan Pamuk comenzaba así su primer capítulo: “El silencio de la nieve —pensaba el hombre que estaba sentado inmediatamente detrás del conductor del autobús—. Si hubiera sido el principio de un poema, habría llamado a lo que sentía en su interior el silencio de la nieve”. La nieve siempre ha sido motivo de viaje interior y recogimiento, pero también de inspiración ante la pureza que desprende. Como Pamuk y tantos escritores, los creadores musicales han sentido en su interior el silencio de la nieve, esa sensación nostálgica y profunda, que, en su caso, acaba transformada en canciones.
Aprovechando que la nieve ha llegado justo en el final de las Navidades, urge recuperar canciones con el eco de inviernos pasados, pero cálidas. No se trata de repetir las consabidas canciones navideñas, donde se citan a cascoporro escenas de nieve y se loa su presencia en árboles y tejados. Menos ahora que (por fin) se acabaron fiestas tan contundentes y grandilocuentes. No. Más bien el objetivo es crear una lista musical formada por composiciones que invitan al fuego casero, al reposo y la escucha relajada. Canciones que, gracias a sus atmósferas evocadoras, parecen sonar mejor junto a la estufa o la chimenea, como pensadas por sus autores para ofrecer el equilibrio que falta ante los silencios de nieves que nos invaden.
La banda californiana Fleet Foxes sorprendió a todos en 2009 con un álbum de debut que tenía en la portada el cuadro de Los proverbios flamencos, de Pieter Brueghel el Viejo. Una pintura rural que anticipaba el ambiente invernal de un disco fabuloso que se abría con White Winter Hymnal. Este himno a un invierno blanco era folk elegante y reconfortante, repleto de armonías vocales. Las mismas resonancias que guardan Band of Horses, quienes han compartido con Fleet Foxes al productor, Phil Ek. Cuando se ponen melancólicos con melodías de bufanda, Band of Horses son imparables. También otras bandas elegidas para la ocasión, como The Jayhawks (la primera formación con Mark Olsen y Gary Louris empastando voces) y Magnolia Electric Co (del malogrado Jason Molina, todo un talento de la americana).
El folk de cuño más indie siempre ha estado poblado de francotiradores que, sin avisar, parecen coger el coche para recorrer Fargo en pleno invierno. Ahí están M. Ward, Kevin Morby, Bill Callahan o Damien Jurado dejando huellas en la nieve con canciones bellas y de tono confesional. Lo mismo sucede con artistas de Nueva York que saben lo que es componer pensando en esas noches nevadas. Citamos a Ben Kweller y Conor Oberst. Talentos siempre a reivindicar más.
Como más reivindicables también son las voces femeninas incluidas en esta lista: Neko Case, Tift Merrit, Laura Veirs, Jesse Sykes y Mary Gauthier rebosan calidad en cada una de las canciones seleccionadas. Medios tiempos de raíz profunda, capaces de recogernos en nosotros mismos hasta que acabe el duro invierno o la maldita pandemia. Lo que sea.
Mención aparte tienen Bon Iver, que grabó su debut con una cabaña perdida en la montaña durante un invierno que le dejó su novia. Su álbum For Emma, Forever Ago ha pasado por ser el canon de álbum de bucólica nevada, pese a la dureza de las letras. Aunque es difícil ser más bucólico que Sufjan Stevens, dueño de un estilo tan personal como arrebatador. Las compañías de gas harían con las canciones de ambos grandes campañas de esas en las que nos hacen creer que no contaminan y que les preocupa el planeta más que a Greta Thunberg.
Canciones para chimenea. Porque, si alguna vez todos hemos sentido en nuestro interior “el silencio de la nieve”, como escribía Pamuk, al menos que en el exterior suene buena música para hacernos compañía.
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