Música para trascender el dolor de este mundo
El último disco de My Cat Is An Alien es “experimentación radical del alma”. Así lo afirman sus integrantes, Roberto y Maurizio Opalio, que conciben sonidos y arte como una forma de conciencia universal
Más de dos décadas llevan los hermanos Roberto y Maurizio Opalio intuyendo sinergias entre disciplinas artísticas, del arte visual —pintura, escultura, fotografía, cinematógrafo, instalaciones— a la más espontánea creación sonora. Actuaciones que pueden elevarse hacia un ruidismo extremo o pintar atmosféricos entornos; espectrales grabaciones rondando la música de las esferas o disipándose en un íntimo marasmo. A finales de los noventa, My Cat Is An Alien (MCIAA) se autoproclaman alienígenas y absorben la electrizante contaminación de su ciudad, Turín. El “agujero negro cósmico” en que la reconversión industrial convirtió a la urbe italiana nutrirá su primer elepé oficial, Landscapes Of An Electric City (2002), que publica el sello de Thurston Moore. Hoy su discografía supera el centenar de referencias.
“El arte visual fue siempre parte fundamental de nuestras vidas, ambos dibujamos y pintamos desde niños”, explican, recordando a una abuela benefactora cuya muerte inspiró el ciclo de grabaciones The Rest Is Silence (2004). “Más tarde Roberto comenzó a hacer esculturas de cristal, fotografía y vídeos, lo que llamamos ‘poesía cinemática’, filmes experimentales cuyas raíces están en los hermanos Lumière, Man Ray, Isidore Isou, Jonas Mekas, Stan Brakhage, Andy Warhol… Al comenzar a tocar instrumentos vimos que la música es la forma de expresión y comunicación más fuerte y directa. Es lo que mantiene unidas todas las disciplinas artísticas, el invisible fil rouge”.
En tiempos virtuales, los hermanos se aferran a lo palpable, al chorreo de óleo sobre una tela, al crujir de la aguja en el microsurco
“Grabado en dos días durante la interminable pandemia de 2020”, anuncia su nuevo disco, The World That Is And Is Not, cuya portada reproduce la pintura homónima de Roberto. Alterador de la conciencia, el sonido entre orgánico y electrónico del dúo piamontés extiende una trayectoria que en el pasado les llevó a colaborar con Christian Marclay, Keiji Haino, Loren Connors, Jackie-O Motherfucker, Mats Gustafsson o Jim O’Rourke y les ganó la portada de la prestigiosa publicación británica The Wire. Voluntariamente alejados de lo académico, combinaron su fascinación por el cosmos y las vanguardias europeas, los outsiders de la filosofía y la literatura (William Blake, Nietzsche, Henry Miller, Artaud, Anaïs Nin, Pasolini) y los gigantes del más libérrimo jazz (Sun Ra, Ornette Coleman), sin olvidar a John Cage ni a su paisano Luigi Russolo, autor de El arte de los ruidos.
“El legado de los movimientos vanguardistas del siglo pasado se ha desvanecido”, lamentan. “Desde el principio tuvimos que asimilar que nuestra declarada naturaleza independiente y nuestra conexión internacional nos habían desterrado de la escena italiana. Pero hemos colaborado con relevantes artistas que no pertenecen a nuestra generación: el más notable fue el compositor de música electrónica y figura del computer art Enore Zaffiri, ¡cuando tenía 80 años!”.
MCIAA se toman muy en serio a sí mismos. Se expresan reflexivos, a menudo finalizando uno la frase del otro, con seriedad monástica. Ocho años les separan, lo que parece otorgar a Roberto una cierta autoridad en tan obsesiva alianza. Ven las actuaciones como rituales arcaicos que siguen su propio curso y les arrastran hacia lo ignoto. Jamás retocan lo conjurado en su estudio The Alien Zone, situado en una “localización secreta de los Alpes orientales”, imponente zona montañosa que fue francesa o italiana según las épocas, un lugar sin identidad. Respetan las fuerzas primordiales mientras se adentran en los peligros de lo que no ha sido explorado, a sabiendas de que solo a través del arte podemos atisbar proposiciones teóricas como la materia oscura o ese universo que se expandirá hasta la involución.
En su metodología, que se quiere poética, usan pistolas galácticas de juguete conectadas a una guitarra y otros instrumentos inventados. Su mundo es espiritual, pero asimismo físico: en tiempos virtuales, se aferran a lo palpable, al chorreo de óleo sobre una tela, al crujir de la aguja en el microsurco. “En un mundo de consumo musical disfuncional, anestésico de la mente, creemos que únicamente la unicidad del objeto multimedia puede garantizar la verdadera fruición de la música”, proponen. “Esta es la razón de que, además de los discos fabricados industrialmente, tengamos especial interés en crear ediciones únicas, con vinilos a menudo pintados a mano, para ofrecer una experiencia inmersiva”.
“El arte es una ruidosa lágrima y un silencio infinito”, sentencia Roberto. Dicha observación se materializó una vez más cuando, en 2018, celebraron su vigésimo aniversario con los ilustres guitarristas invitados Jean-Marc Montera y Lee Ranaldo. Aquella efeméride, que se iniciaba con cánticos alienígenas a cargo de Roberto —vocalizaciones sin palabras en modulación electrónica; “un flujo de sonidos vocales más vertical y trascendental”, dicen— para dar paso a recitados del ex Sonic Youth y mantos de guitarras eléctricas entre catedralicios e indiferentes, todo ello inmerso en proyecciones de su obra visual, pervive en el doble álbum MCIAA XX Anniversary 1998-2018 (2019).
“Lo que hacemos puede considerarse experimentación radical del alma”, afirman. “Obviamente, no es una búsqueda dentro de los límites musicales, sino una visión personal de música y arte como una forma de conciencia universal. Al crear música tratamos con fuerzas poderosas y arcanas que están bajo y fuera de control, suspendidas entre el orden y el caos, y por esta razón tienden hacia la singularidad mágica y lo irrepetible de la experiencia creativa que ilumina el instante: el proceso de la creación poética. Como decía Albert Ayler, ‘la música es la fuerza sanadora del universo’. MCIAA existe en esa misma perspectiva. La música es el único medio para trascender el dolor de este mundo, iluminar cada segundo de nuestras vidas y elevar nuestros espíritus para así poder sobrevivir”.
The World That Is And Is Not. My Cat Is An Alien. Opax Private Press.
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