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Milei evita a Lula en su primera visita a Brasil y dice que Bolsonaro es víctima de una persecución

El ultraderechista argentino cierra la convención de la extrema derecha en el sur de Brasil sin confrontar directamente con su par brasileño

Javier Milei participa en la conferencia del Conservative Political Action Conference (CPAC), este domingo en Balneário Camboriú, estado de Santa Catarina (Brasil).Foto: André Borges (EFE) | Vídeo: REUTERS

El presidente argentino, Javier Milei, visitó Brasil por primera vez el domingo e ignoró a su homólogo, Luiz Inácio Lula da Silva, en todos los sentidos. No sólo no se reunió con él, ni siquiera lo citó en su esperado discurso en la CPAC, la convención de extrema derecha que se celebró el fin de semana en Balneario Camboriú y donde fue recibido como una estrella. Milei abrazó fuerte al expresidente Jair Bolsonaro y no ocultó su sintonía personal, pero tuvo cuidado de no añadir más leña al fuego en su tensa relación con Lula, a quien atacó varias veces en las últimas semanas. Sus admiradores brasileños recibieron al argentino con gritos de “Lula ladrón, tu lugar es la prisión” y Milei correspondió con una sonrisa cómplice. Nada más.

Milei prefirió desplegar un reposado discurso teórico sobre los males del socialismo del siglo XXI y sobre sus fórmulas para reconstruir Argentina, pero los presentes esperaban algo más. Uno de los pocos caramelos que entregó a la platea fue decir que el “amigo Jair Bolsonaro” sufre una “persecución judicial”. Lo dijo de pasada, mientras se detenía en la “farsa” del golpe en Bolivia o en la “dictadura sanguinaria” de Venezuela.

Tampoco hubo menciones a las decenas de bolsonaristas implicados en el intento golpista que vivió Brasilia el 8 de enero de 2023 y que cruzaron a Argentina huyendo de la Justicia brasileña. Para la ultraderecha brasileña, son “exiliados políticos”. Minutos antes de que Milei subiera al escenario, los presentadores del acto pedían no olvidarlos, tenerlos siempre presentes. El presidente argentino los ignoró solemnemente. Cuando hace unos días el Gobierno brasileño pidió la lista de los fugitivos, Argentina la entregó sin problemas. Nadie en la convención parecía tener presente ese detalle.

Milei subió al escenario cuando ya se sabía que la extrema derecha se había estrellado en Francia, pero también prefirió evitar el tema. “Soplan vientos de cambio en el mundo. Las ideas del socialismo empobrecedor han fracasado y la gente lo sabe (…) se están extinguiendo, y los vamos a sacar a patadas de todos los lados donde estén”, afirmó en uno de los pocos momentos en que elevó el tono de voz.

Brasil y Argentina son los dos motores del Mercosur, que celebra su cumbre de jefes de Estado el lunes, cita a la que Milei no acudirá alegando tener una agenda demasiado sobrecargada. El domingo lo pasó en su hotel en el paseo marítimo de Balneario Camboriú con Bolsonaro y amigos. Le acompañaban en todo momento el portavoz del Gobierno argentino, Manuel Adorni; el ministro de Defensa, Luis Petri; y su inseparable hermana, Karina, secretaria general de la Presidencia.

De manos de Bolsonaro recibió un regalo muy especial, la medalla de las tres ‘i’: “imbrochavél, imorrível, incomível”. Aunque es de traducción casi imposible, sería algo así como “el que no tiene gatillazos, el que no muere, al que no se pueden follar”. Es una broma que a Bolsonaro le hace mucha gracia. Milei también tuvo tiempo para verse con el gobernador de Santa Catarina, Jorginho Mello, un insigne bolsonarista, y con empresarios de la federación de industrias regional. La noche del sábado fue noche de fútbol: junto a Bolsonaro y el gobernador de São Paulo, Tarcísio de Freitas, vio como Brasil se despedía de la Copa América al caer ante Uruguay en los penaltis.

El discurso del líder argentino puso el broche final a una CPAC marcada por el clima electoral. Brasil celebra elecciones municipales en octubre, y muchos de los asistentes eran candidatos ultras de pequeñas ciudades en busca de contactos, nuevas ideas y visibilidad en redes sociales. Entre los ponentes extranjeros del domingo destacó el ministro de Justicia y Seguridad Pública de El Salvador, Gustavo Villatoro, el artífice de la política de mano dura de Nayib Bukele. Comentó orgulloso que no para de recibir a emisarios de Perú, Argentina, Honduras o Guatemala que quieren replicar su fórmula para acabar con la inseguridad. “Les hemos dicho a todos los amigos de América Latina que nuestra experiencia es como un libro abierto”, dijo. A pesar de las colas y una organización caótica, la edición brasileña de la convención ultraderechista se despide tras agotar las 3.500 entradas puestas a la venta y con una legión de fieles dispuestos a repetir.

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