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El hundimiento del FMLN, la exguerrilla salvadoreña a la que Bukele quiere eliminar

El mandatario, que inició su carrera política bajo el brazo de la izquierda, quiere borrarla del mapa político, pero los analistas ven posible un “rescate de los principios revolucionarios del partido”

FMLN
Un simpatizante porta una bandera del FMLN, durante un mitin de cierre de campaña en San Salvador, el 27 de enero de 2024.APHOTOGRAFIA (Getty Images)
Carlos S. Maldonado

La noche del 4 de marzo, cuando el presidente Nayib Bukele se preparaba para celebrar una nueva victoria electoral al lograr, junto con sus aliados, el control de la mayoría de municipios de El Salvador, el controvertido mandatario también se apuntaba un triunfo más personal: el hundimiento del FMLN, la antigua guerrilla salvadoreña, que sufría su peor derrota política desde la llegada de la democracia. Bukele ha trabajado desde su primer mandato por eliminar a la organización de izquierda —de la que formó parte y que representa para él un pasado muy pesado—, y ha logrado grandes avances en esa empresa. El Frente no ganó un solo municipio en las elecciones municipales de inicios de marzo y ha quedado fuera de la Asamblea Legislativa, el órgano parlamentario salvadoreño. Un duro golpe para una organización que una vez movió las simpatías de medio mundo por su lucha contra la tiranía de orden militar que agobiaba a los salvadoreños y que, tras los acuerdos de paz de inicio de los años noventa, se reconvirtió en partido político, deponiendo las armas por las papeletas electorales.

El Frente Farabundo Martí Para la Liberación Nacional (FMLN) fue creado a inicios de los años ochenta para agrupar a las distintas facciones político-insurgentes que peleaban contra el ejército salvadoreño en un cruento conflicto bélico interno que dejó más de 75.000 muertos. Las agrupaciones de izquierda habían tomado las armas para derrocar a los gobiernos de corte militar que respondían a los intereses de una oligarquía conservadora y atrasada que temía una revolución al estilo cubano. Los guerrilleros salvadoreños contaban con la simpatía de la Cuba de Fidel Castro, que los entrenaba y ayudaba a financiar, mientras que Washington presionaba para evitar a toda costa el triunfo insurgente. El temor era que la guerrilla llegara al poder como había ocurrido con el FSLN de Nicaragua y la propaganda de izquierda cantaba que “si Nicaragua venció, El Salvador vencerá”.

Los Acuerdos de Paz de Chapultepec, firmados el 16 de enero de 1992 en Ciudad de México, marcaron un cambio político en El Salvador, al poner fin a más de una década de guerra civil e iniciar el camino para el fortalecimiento de una democracia electoral. El FMLN depuso las armas y se convirtió en la principal fuerza política de izquierda, y en junio de 2009 logró su más grande triunfo político al llegar por primera vez al poder de la mano de Mauricio Funes, un periodista de 49 años que representaba las esperanzas de cambio en un país golpeado por la desigualdad y la violencia sembrada por las llamadas maras, las pandillas que prácticamente controlaban el territorio.

El Mozote masacre en El Salvador
Soldados salvadoreños descansan antes de combatir a guerrilleros armados del Ejército Revolucionario del Pueblo, en la provincia de San Miguel, en agosto de 1983.Robert Nickelsberg (Getty Images)

A Funes le siguió en el Gobierno el exguerrillero Salvador Sánchez Cerén, uno de los principales líderes del Frente, un político incombustible que despertaba los viejos temores de la clase empresarial y conservadora. Ambos gobiernos de izquierda fracasaron en poner fin a la violencia y la pobreza y más bien son recordados por altos niveles de corrupción y la huida del país de los dos exmandatarios: Cerén y Funes buscaron refugio en la Nicaragua convertida en dictadura de Daniel Ortega. “El FMLN pactó con personajes oscuros de la política del país para poder gobernar. También con personajes señalados por corrupción, crimen organizado y narcotráfico. Además, su proyecto político no aportó soluciones a la altura de lo que esperaba la gente que se declara de izquierda, lo que provocó un fuerte desencanto en la ciudadanía”, explica el analista salvadoreño César Artiga. “La gente sintió que los principios revolucionarios y los valores de izquierda fueron traicionados de manera progresiva por la cúpula del partido”, agrega.

El descontento del electorado por la corrupción de FMLN, pero también de la derechista Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), los dos partidos que durante 25 años se repartieron el poder en el país, creó las bases para que Bukele tomara el relevo en las presidenciales de 2019. El joven mandatario, que se vende a sí mismo como un hombre moderno, eficiente y simpático, que mueve a las masas a través del eficaz uso que hace de las redes sociales, tenía entre sus objetivos eliminar al viejo Frente. Bukele formó parte de ese partido en sus inicios como político y bajo su ala logró ganar la alcaldía de San Salvador, la capital. “La de Bukele es una historia de oportunismo”, dice el analista Artiga. “Su vinculación al Frente nunca fue por ser una persona de izquierda, en realidad siempre ha sido muy conservador, pero vio en el FMLN la oportunidad de llevar a cabo su ambición de ser presidente”, agrega. Artiga recuerda que la familia de Bukele ha tenido “una relación histórica” con el Frente y financiaron en su momento a la guerrilla. “Cuando logró un capital político muy fuerte, y al saber que no podría correr como candidato a la presidencia por el FMLN, Bukele provocó una ruptura con el partido para que lo expulsara y crear así su movimiento político”, dice Artiga.

Bukele inicio su vendetta atacando los acuerdos de paz que dieron legitimidad política al FMLN, al calificarlos como una “farsa”, un “negocio” de élites y un “pacto entre corruptos”. El mandatario rechazó conmemorar la firma de los acuerdos y ordenó a golpe de decreto anunciado por la entonces Twitter, ahora X, que esa fecha se convertiría en un día para recordar a las víctimas del conflicto armado. “Lo que hizo Bukele fue culpar de los problemas a un evento político que para los demócratas latinoamericanos y centroamericanos es casi sagrado, que son los Acuerdos. En América Central el enemigo al que señalan los populistas son precisamente esos pactos, que denominan acuerdos entre élites que no dan entrada a nuevos actores que presumiblemente podrían solucionar los problemas del país. Y Bukele con su actitud y con su manera de presentarse encarna la posibilidad de un futuro que los salvadoreños no encontraban”, ha explicado Harry Brown, doctor en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid y coautor de El populismo en América Central (Siglo XXI).

Nayib Bukele, pronuncia su discurso de investidura en la Plaza Barrios en San Salvador, en junio de 2019. Sobre él, Salvador Sánchez Cerén, el presidente saliente, y miembros de su gabinete.
Nayib Bukele, pronuncia su discurso de investidura en la Plaza Barrios en San Salvador, en junio de 2019. Sobre él, Salvador Sánchez Cerén, el presidente saliente, y miembros de su gabinete. Salvador Melendez (AP)

Más tarde los cañones de Bukele se enfocaron contra el Frente, al que atacó por la corrupción y la incapacidad de resolver los problemas del país. “Desaparecer al FMLN tiene que ver con su ego, con la idea de borrar ese pasado que lo vincula con un partido de izquierda y decir que él se ha encargado de sepultar ese pasado que, según él, le ha hecho tanto daño al país”, explica el analista Artiga. Su mensaje caló hondamente en el electorado salvadoreño y el Frente ha perdido decenas de miles de votos y ha pasado de contar con el respaldo del 33% del electorado en 2009 a tener el favor de apenas el 7% desde 2019.

¿Tiene el FMLN posibilidades dentro de la vida política salvadoreña? Artiga considera que sí. El analista califica como “muy torpe” la pretensión de Bukele de que al acabar con el Frente fulmina también a la izquierda salvadoreña. “La izquierda está representada en movimientos sociales, ambientales, feministas que terminan siendo una garantía en la defensa de los derechos humanos, institucionales y constitucionales”, dice. En cuanto al FMLN, este analista considera que el partido tiene una nueva oportunidad de reestructurase de forma interna, con la elección de nuevos liderazgos. Artiga señala a personajes del partido como la diputada Anabel Belloso, que pueden imponer un cambio de rumbo. Ni Belloso ni otros representantes del FMLN quisieron dar entrevistas para este reportaje. “Hay liderazgos que pueden rescatar los principios revolucionarios del partido. Sus derrotas electorales son un golpe fuerte y si no entiende el mensaje en un corto plazo creo se enfrentan a la amenaza de desaparecer”, advierte Artiga. “Es una oportunidad histórica”, sentencia.

Un manifestante en un mitin del partido Nuevas Ideas acarrea ataúdes falsos para representar la muerte de los partidos FMLN, PDC y ARENA, en San Salvador, en 2021.
Un manifestante en un mitin del partido Nuevas Ideas acarrea ataúdes falsos para representar la muerte de los partidos FMLN, PDC y ARENA, en San Salvador, en 2021. FRED RAMOS

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Sobre la firma

Carlos S. Maldonado
Redactor de la edición América del diario EL PAÍS. Durante once años se encargó de la cobertura de Nicaragua, desde Managua. Ahora, en la redacción de Ciudad de México, cubre la actualidad de Centroamérica y temas de educación y medio ambiente.
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