Jasy Porã, la comunidad guaraní que combina turismo y reforestación en Iguazú
Unas 60 familias comparten su vida y cosmovisión con los visitantes. Junto a un hotel local, impulsan un vivero de plantas nativas para reforestar la selva misionera

EL PAÍS ofrece en abierto la sección América Futura por su aporte informativo diario y global sobre desarrollo sostenible. Si quieres apoyar nuestro periodismo, suscríbete aquí.
“Nos queda la catarata. Densas nubes de agua vaporizada velan la caída de las aguas. Según la presión atmosférica y el grado de humedad, los vapores ascienden a veces en ralos cendales que en breve se desvanecen. Algunos arcos iris desvanecidos coloran aquí y allá la neblina”. Así describió el escritor uruguayo Horacio Quiroga a las Cataratas del Iguazú, un sistema de casi 300 saltos ubicado entre la frontera de Argentina y Brasil y declarado una de las siete maravillas naturales del mundo y patrimonio de la humanidad por la Unesco.
Durante 2024, el Parque Nacional Iguazú de Argentina recibió poco más de 1,3 millones de visitantes, una gran afluencia para Puerto Iguazú, una ciudad de apenas 80.000 habitantes en la provincia de Misiones. Los turistas que llegan caminan por las pasarelas del parque, se maravillan con el entorno selvático, con las pesadísimas cortinas de agua y con el estruendo de la Garganta del Diablo, el salto más famoso.
A sólo 15 kilómetros, lejos del gran bullicio del parque que recibe a unos 4.000 turistas por día, está la Comunidad Mbya Guaraní Jasy Porã. Se ubica en un área llamada 600 Hectáreas en la Selva Yryapú. Allí viven unas 60 familias que, hace algunos años, abrieron sus puertas al turismo para mostrar su vida y parte de su cosmovisión.
En el ingreso, antes de comenzar el tour, hay un puesto de artesanías: una cosmología guaraní materializada en tacuara, semillas y otras maderas. Se exhiben figuras de tucanes, cuencos y un yacaré (caimán) que impresiona aunque esté hecho de madera inmóvil. “Queremos interactuar con los turistas y tener una vida buena sin perder nuestra tradición”, dice Milicio Cabrera, guía e integrante de la comunidad Jasy Porã. Su nombre significa Dios del Trueno en guaraní.
Cabrera es uno de los seis guías que todos los días conducen paseos por algunos espacios de la comunidad, donde hay una iglesia, una escuela, un centro de salud y un vivero de plantas nativas. “Cada familia tiene una parcela de tierra. Siempre hay trabajo por hacer”, dice antes de recorrer los senderos.
La caminata por la tierra colorada de la selva misionera es apacible. Acá no hay apuros como en los parques. Cabrera señala el lugar de asamblea donde se elige al cacique. Cuenta que, hace pocos meses, asumió la nueva autoridad. Luego muestra una casa típica construida con varillas de aguaí, mora blanca y alecrín e invita a abrazar un soberbio ejemplar de palo rosa, el árbol de mayor talla de ese bosque. “Tiene 600 años y 40 metros de altura”, ilustra.

La visita sigue con el guía mostrando una “aripuca”, una trampa tradicional guaraní para cazar pequeños animales y aves, como palomas y perdices. Se hace con ramas en forma de pirámide. A mitad del recorrido, se acercan unos chicos de la Escuela Intercultural N.º 941. “Hay siete docentes. Dos nos manda el gobierno y dos son nuestros. Asisten 113 chicos de nuestra comunidad y de otras cercanas. Lo mismo ocurre con la sala de salud: un médico viene dos veces por semana y una enfermera nativa atiende a la comunidad”, cuenta.
El vivero es uno de los pilares más importantes de Jasy Porã. Cabrera muestra con orgullo el invernadero con polietileno. Adentro hay plantines de loro negro, timbó, mora blanca, orquídeas nativas y muchas otras. La producción se vende a los turistas que visitan la comunidad y sirve para reforestar algunas áreas del hotel Iguazú Jungle Lodge, a raíz de un acuerdo entre la comunidad y el establecimiento.
“Siempre buscamos colaborar y hacer un turismo inclusivo. Con un equipo de asesores, organizamos este proyecto para generar una economía circular y vincular a personas de la comunidad. Nos preguntamos cómo devolverle algo al espacio que había sido alterado por las obras”, explica Marcelo Ghione, gerente general del hotel Iguazú Jungle Lodge.
El hotel donó el vivero para que la comunidad pudiera cultivar sus propias semillas, que después se convierten en plantines. Finalmente, la empresa compra esa producción para reforestar lo degradado dentro de la propiedad. A partir de ese proyecto, otros hoteles imitaron la iniciativa. “El 90% de la población de Iguazú vive del turismo, pero muchos no llegan a comprender lo importante que es preservar un destino verde”, agrega el gerente del hotel, que tiene el Nivel Oro en el programa de sustentabilidad Hoteles Más Verdes de la Asociación de Hoteles de Turismo de la República Argentina (AHT).
El proyecto de vivero de plantas nativas no sólo sirve para reforestar la zona degradada del hotel y brindar una herramienta de trabajo a la comunidad. También se coordinan actividades de jardinería y plantaciones de árboles con los huéspedes. A la vez, ayuda a combatir la presencia de la leucaena leucocephala, una especie leñosa y exótica.
Conocida como peladera o guaje, esta especie es oriunda de México y América Central. “Se convirtió en una plaga en Iguazú e incluso en la zona del parque nacional. Muy buena forrajera, pero acá no hay ganado. En el proyecto vamos aclareando el monte de estas invasoras y poniendo nativas surtidas, como lapacho, caña fístula, frutales, palmera y otras”, explica Marcelo Fuguet, ingeniero agrónomo, que trabaja para el hotel y coordinó parte del emprendimiento con los miembros de Jasy Porã. Esta se convirtió en la primera comunidad indígena del país en certificarse oficialmente como Área Productora de Semillas de Especies Nativas.

Además de valorar la erradicación de las exóticas invasoras y la idea de “volver a las plantas nativas”, Fuguet destaca el trabajo con las comunidades. “Para nosotros, no es sencillo entender su cosmovisión. Pero se crea un vínculo muy fuerte una vez que se logra el entendimiento y la confianza mutua. Te obliga a cambiar el chip a cada momento. Además de la interacción, ellos logran otro medio de vida con este proyecto, el turismo y la venta de artesanías. También están mejorando el monte alrededor de su vivienda”, agrega.
Después del mediodía, con el sol alto en Iguazú, sigue la visita con Milicio Cabrera. Cuenta que su mamá es una partera importante en la comunidad. “Si hay complicaciones, llamamos a una ambulancia”, señala. Habla de la ceremonia que se realiza para conocer a una pareja y de la chamana que predice el clima a partir de los sueños. La visita termina con un coro juvenil que interpreta cantos guaraníes. La experiencia puede complementarse con comidas típicas -a base de maíz, mandioca y otros vegetales- preparadas por las mujeres de la comunidad.
“Quiero que la selva no se pierda. Es muy importante para nosotros. La cuidamos con el vivero, con las plantaciones y con nuestro trabajo”, dice el joven, que estudia la carrera de Guía de Turismo y Ambiente y que sueña con que esa carrera le ayude a expandir sus horizontes y los de su comunidad. “Mi idea es salir un poco de la comunidad y conocer la sociedad. Una vez que me convierta en profesional, quiero regresar y compartir lo aprendido. Quiero que el día de mañana los jóvenes sigan mis pasos”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Más información

El hockey inclusivo en Argentina, una excusa para hacer amigos y derribar prejuicios
