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‘Pimpinero: Sangre y gasolina’, acción y ‘thriller’ para retratar el contrabando fronterizo en la Guajira

El filme de Andy Baiz cuenta en su reparto con la colombiana Laura Osma, el mexicano Alejandro Speitzer y el cantante Juanes, quien marca su debut en el cine

Pimpinero: Sangre y gasolina un filme de Andrés Baiz
Pimpinero: Sangre y gasolina un filme de Andrés Baiz.Carlos Cifuentes
Andrés Rodríguez

La génesis de la película Pimpinero: Sangre y gasolina, ya disponible a través de la plataforma Prime Video, estuvo en la cabeza del realizador Andrés Baiz hace una década. Se encontraba trabajando en 2014 en la región de Palomino, en la costa colombiana de La Guajira, y vio en una carretera una caravana de vehículos que pasó a muy alta velocidad con conductores jóvenes cargados de gasolina. Intrigado, preguntó qué estaba pasando. Le dijeron que era la Caravana de la muerte, que llevaba gasolina de contrabando de Venezuela, donde era muy barata, para comercializarla en Colombia. Fue así que vio el potencial para un thriller con toques de acción y romance para retratar lo que sucede en la frontera.

Baiz, de 49 años y originario de Cali, buscó a la escritora María Camila Arias para desarrollar esta historia en el desierto fronterizo, en la que los contrabandistas de gasolina, conocidos como pimpineros, arriesgan sus vidas transportando combustible. La sinopsis presenta a Juan (Alejandro Speitzer), el más joven de un clan de tres hermanos implicados en este peligroso negocio, quien se ve obligado a trabajar para un siniestro rival. Decidida a descubrir los secretos horribles que envuelven esta tierra de nadie, Diana (Laura Osma), la novia de Juan, emprende un viaje en la búsqueda de la verdad.

La película tuvo su estreno internacional en el Festival de Cine de Toronto el pasado mes de septiembre, mientras que la primera presentación para Latinoamérica fue en el certamen cinematográfico de Morelia, en México, uno de los más importantes de la región. “Pimpinero trata sobre las fronteras geográficas y físicas, pero sobre todo sobre fronteras éticas, morales y emocionales”, dijo entonces Baiz.

Para el también director de Roa (2013) —película sobre el asesinato del político y líder liberal Jorge Eliécer Gaitán—, era importante que se rodara en La Guajira, por ser el lugar donde acontece esta situación tan específica y por los paisajes “tan únicos” y “tan extraordinarios” que no se pueden replicar. Sin embargo, llevar una producción tan robusta a esa región era difícil. “Era complicado, una logística monumental. Entonces nos abrieron las puertas comunidad wayúu, que vive en esa zona y cuyas tierras son de ellos. Pudimos colaborar para que se pudiera hacer poco más fácil movilizar tantos vehículos, actores, pero valió la pena porque hace que la película sea auténtica y que tenga unos valores de producción muy lindos”, afirma el realizador a través de una videollamada.

Al cantante y compositor Juanes, quien hace su debut en el cine, la invitación a participar en el proyecto lo tomó por sorpresa. Baiz le pidió audicionar para el papel de Moisés, el hermano mayor de este clan pimpinero, pero fue claro cuando le dijo que no necesitaba al cantante, sino que quería a Juan Esteban Aristizábal. La idea de hacer algo distinto a la música le pareció especial al medellinense, como un reto de seguir haciendo arte, pero desde otra disciplina.

“Más que difícil, diría que fue como incómodo en el contexto en el que estaba, porque obviamente no estaba Juanes ahí, no estaba la música, no estaban mis amigos de la banda, no estaba mi equipo. Era simplemente una persona al servicio de Andy Baiz en la dirección de la película y al servicio del personaje. Entonces el proceso era totalmente diferente y eso para mí era extraño, pero esa incomodidad era lo que yo quería. Quería tomar este reto. Y lo hice con toda la pasión del mundo y con todo el compromiso, pues me lo metí de frente porque siempre me ha gustado el cine”, afirma el también ahora actor.

Juanes siente que fue una película compleja en distintos niveles. Desde que se haya grabado en el desierto, en jornadas muy extensas, manteniendo un diálogo constante con las comunidades indígenas para desplazarse por su territorio sin ser invasivos.

“No solo eran los nervios de estar ahí, sino que al pensar en mi actuación todo lo sentía muy difícil. Era la primera vez que lo hacía y sobre todo al lado de actores y actrices profesionales. Yo me decía: ‘Dios mío, te tiene que salir bien como sea’. Sobre todo en las escenas de coreografías, donde cada quien tiene un texto, tienes que saber todos y saber cuando tienes que entrar y cuando no. Todo ese tipo de cosas me generaban nervios, pero con mucha cautela. Como muy atento en cada instante de la filmación”, agrega Juanes.

Baiz ha estado vinculado a la pantalla pequeña la última década. Ha trabajado dirigiendo episodios en distintas series, desde la versión colombiana y mexicana de Narcos, —sobre el ascenso y caída de Pablo Escobar y Miguel Ángel Félix Gallardo, respectivamente—, así como la biografía para televisión de Griselda Blanco, la Reina de la coca, entre otros. Sin embargo, Pimpinero siempre lo pensó como un largometraje.

“Trabajé en series muy importantes que me hicieron crecer como director y adquirir muchos conocimientos que pude aplicar en esta película. Siempre quise que llegara al mayor número de personas posibles, que fuera entretenida. Las mejores películas son aquellas que emocionan, pero que también te confrontan con la realidad y que tienen cierta profundidad respecto a lo que abordan”, finaliza el director.

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Sobre la firma

Andrés Rodríguez
Es periodista en la edición de EL PAÍS América. Su trabajo está especializado en cine. Trabaja en Ciudad de México
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