A mayor riqueza, menos mujeres: las brechas de género se imponen entre los más ricos

Si los más ricos de Colombia ocuparan las habitaciones en lo alto de un rascacielos, se encontrarían más hombres y menos mujeres a medida que se ascendiera hasta la cúspide, el nivel de mayor riqueza. En esa imagen se refleja una de las conclusiones del análisis que acaba de publicar la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN) sobre la proporción de mujeres en los grupos de mayor riqueza e ingresos, tomando información de las declaraciones de renta del año gravable 2021. Históricamente, las estadísticas han mostrado la sobrerrepresentación de las mujeres entre las personas en condiciones de pobreza; hace tres años, por ejemplo, por cada 100 hombres en hogares pobres había 117 mujeres. Pero pocos estudios han profundizado en las diferencias de género entre los más pudientes en un país donde el 51,2% de la población es femenina.

El informe de la DIAN revela que el 5% más rico del país —aquellos con un patrimonio líquido de 162 millones de pesos (alrededor de 40.000 dólares), que resulta de restar los pasivos de los activos— está conformado por cerca de dos millones de personas, el 50,1% hombres y el 49,9% mujeres, un escenario aparentemente equitativo. Sin embargo, a mayor altura en la pirámide, menor proporción de mujeres. En el 1% más rico, la participación baja al 45,7%, mientras que en el 0,1% con mayor riqueza, disminuye al 38%. Si el foco se ubica en el 0,01% más rico de Colombia —3.700 contribuyentes con patrimonios líquidos superiores a 9.579 millones de pesos (unos 2,3 millones de dólares)— el porcentaje de mujeres cae al 33%.

El análisis plantea como posibles causas el hecho de que las mujeres tengan menos activos o propiedades a su nombre y enfrenten más barreras para acceder a productos financieros. Además, subraya que la mayoría de los ciudadanos con patrimonios significativos son personas mayores. Cerca del 30% de los adultos que conforman el 0,1% más rico reciben ingresos de pensiones, y es posible que en ese grupo haya menos mujeres.

Para poner un ejemplo, aunque el requisito de edad actual para obtener la pensión es de 62 años para los hombres y de 57 para las mujeres, el tiempo mínimo para sumar aportes es el mismo, una condición que limita las posibilidades de las mujeres de lograr un ingreso en la vejez, especialmente, considerando que tienen menos oportunidades de empleo. Como resultado, la baja cobertura de pensiones se acentúa en la población femenina: solo 2 de cada 10 mujeres en edad de jubilación acceden a una mesada, mientras que 3 de cada 10 hombres alcanzan ese derecho.

Los datos de la DIAN también muestran que en los grupos con mayores ingresos hay menos mujeres de las que figuran en la cumbre de mayor riqueza. De un 45,3% de mujeres en el 8% de la población con ingresos más altos, con promedios mensuales de 4,2 millones de pesos (1.000 dólares), la participación disminuye a 35,3% si se observa el 1% con ingresos promedio mensuales de 20,9 millones de pesos (alrededor de 5.000 dólares). La cifra cae hasta el 28,2% en el 0,1% de personas con mayores ingresos, y al 23,8% en la estadística del 0,01%. Las mujeres pierden aún más representación en grupos con mayores ingresos provenientes de fuentes de trabajo. En el top 0,1%, desciende al 25,2% y en 0,01% a tan solo el 20%.

Ese desequilibrio deja en evidencia las brechas de género que persisten en el mundo laboral, particularmente, en cargos directivos. Según el Observatorio Colombiano de las Mujeres, solo cuatro de cada diez posiciones de liderazgo estaban ocupadas por mujeres en 2021. A ello se suman las diferencias salariales. En 2020, las mujeres con posgrado ganaban 20,8% menos que los hombres con el mismo nivel educativo, de acuerdo con datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).

La distribución inequitativa del trabajo no remunerado es una de las principales causas de desigualdad, como lo ha expuesto la profesora de la Universidad de Harvard y premio Nobel de Economía, Claudia Goldin. En muchos casos, esa realidad deja a las mujeres por fuera del campo laboral o impone límites para acceder a mejores oportunidades que exigen disponibilidad por más tiempo. “Los hombres están desproporcionadamente disponibles para hacer largas jornadas en el trabajo, mientras que las mujeres están desproporcionadamente disponibles para dedicarse a tareas del hogar”, ha explicado Goldin. En Colombia, las mujeres dedican en promedio 7 horas y 46 minutos diarios a actividades de trabajo no remunerado, frente a 3 horas y 6 minutos de los hombres, según la encuesta nacional de uso del tiempo del DANE.

Desde su nombramiento, en julio de 2022, el director de la DIAN, Luis Carlos Reyes, había anticipado la necesidad de generar información más precisa sobre las brechas de género. “Hay buenas razones para pensar que nuestro sistema pone a las mujeres en desventaja, y necesitamos mejores datos. Un sistema tributario justo requiere tener en cuenta las dimensiones de género de la tributación, y de ahora en adelante eso será central en la labor de la DIAN”, sostuvo en sus redes sociales. El ejercicio estadístico que ha realizado la entidad, que ahora cuenta con una Unidad de Enfoque Diferencial y Género, supone un primer paso para entender cómo el pago de impuestos impacta las desigualdades de género y para generar información útil en futuras decisiones de política pública.

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