Cuentas generacionales: una solución al dilema que genera la reforma pensional
Aunque algunos cambios apuntan a un sistema más equitativo, se estaría generando una injusticia generacional que recargaría a quienes hoy se encuentran en su infancia
El Gobierno ha propuesto una reforma pensional estructural, que modificaría el contrato social en Colombia notablemente. Algunos de los cambios propuestos apuntan en la dirección correcta de hacer un sistema más justo en la distribución del gasto pensional, entre personas de diferentes niveles de ingresos. En particular, el pilar solidario propuesto sacaría a millones de personas mayores de la pobreza extrema.
Sin embargo, persiste la preocupación de que la reforma termine perjudicando a las generaciones más jóvenes, al crear una repartición desigual de las cargas entre generaciones de los costos del sistema pensional. En este punto, el debate gira en torno al umbral a partir del cual se comienza a cotizar a las cuentas de ahorro individual.
El Gobierno plantea un umbral de tres salarios mínimos, mientras que la oposición exige un umbral más bajo. ¿Existe alguna fórmula para repartir el pasivo pensional entre diferentes generaciones de manera más justa y proteger el ahorro sin tener que recurrir a la difícil discusión política de bajar el umbral?
En efecto, la repartición de las cargas entre generaciones dependerá de las reglas que determinará la administración del fondo de ahorro público que crearía el Artículo 24 de la reforma. Para entender esto, recordemos que cerca del 90% de los trabajadores en Colombia gana menos de tres salarios mínimos. Dado el umbral de cotizaciones a tres salarios mínimos de la reforma, la gran mayoría de aportes que hoy se ahorran en cuentas individuales para pagar las pensiones de quienes las ahorran irían a Colpensiones. En consecuencia, lo más determinante para la repartición de las cargas financieras del sistema entre generaciones es lo que hará el Estado con esos nuevos aportes que recibirá. Entre mayor sea el porcentaje de los aportes de las generaciones más jóvenes que se gasten en el corto plazo, en lugar de ahorrarse para financiar sus pensiones, mayor será el hueco de recursos que deberán asumir estas en el futuro, mediante mayores impuestos, mayores aportes a pensiones o menores prestaciones.
En efecto, el texto actual de la reforma sólo restringe que los recursos que entren al fondo de ahorro se comiencen a gastar a partir del momento en que se jubilen quienes tengan actualmente menos de 1000 semanas cotizadas. Dicha regla de desacumulación implica que el fondo de ahorro acumulará aportes y retornos durante los primeros años desde la reforma, pero se agotaría alrededor de 2060. A partir de ese momento, todas las reservas del componente de prima media se habrán acabado, y el gasto pensional del Estado dará un salto significativo que tendrán que asumir los personas que se encuentran hoy en su infancia, y las siguientes generaciones. En este sentido, en su versión actual, la reforma estaría generando una injusticia intergeneracional, puesto que estaría recargando de manera desigual entre generaciones el costo del sistema pensional, vía impuestos generales.
Cabe anotar que los más jóvenes son quienes deberán enfrentar en mayor medida la carga del envejecimiento poblacional, los costos de la transición y la adaptación al cambio climático, así como la competencia de la inteligencia artificial en el mercado laboral. Sin embargo, es posible evitar la injusticia mencionada en el párrafo anterior sin recurrir a cambios en el umbral.
En efecto, una regla de acumulación y desacumulación menos arbitraria y más justa consistiría sencillamente en organizar el fondo de ahorro en cuentas generacionales. Una cuenta generacional es una figura de ahorro colectivo que registra y almacena cotizaciones de trabajadores con características demográficas similares (cohortes). El saldo de cada cuenta generacional sólo puede gastarse en las necesidades de seguridad social de la respectiva cohorte.
De esta manera, los aportes hechos al fondo por cada cohorte comenzarían a gastarse únicamente cuando esta llegue a la edad de pensión, logrando así que los recursos estén efectivamente ahorrados capitalizando retornos durante varias décadas, y asegurando que al menos una parte de los aportes de cada generación no se gasten antes de tiempo. Esto evitaría que el fondo de ahorro tenga una fecha de expiración, pues se continuaría alimentando de las contribuciones de las cohortes, nivelando así las cargas entre generaciones.
Además de la regla de desacumulación, el otro aspecto determinante de la repartición de la carga del sistema entre generaciones será el porcentaje de los aportes que se ahorrarán en el fondo (o en cada cuenta generacional). En este sentido, proponemos que todas las cotizaciones por debajo de tres salarios mínimos se dividan en mitades: una mitad se destinaría al fondo común de vejez administrado por Colpensiones (gastándose en las pensiones actuales), y la otra se destinaría a la cuenta generacional correspondiente a la cohorte a la que pertenezca el afiliado. Si adicionalmente los montos ahorrados correspondientes a las personas que quedarían en el régimen de transición se usaran para pagar las pensiones actuales, esto evitaría que el gasto del Gobierno tuviera un aumento elevado en el corto plazo.
Hacemos entonces un llamado a los congresistas y al Gobierno para que considere introducir esta idea de organizar el fondo de ahorro público que crea la reforma en cuentas generacionales. Dicha estructura no solo tendría la ventaja de apuntar hacia un equilibrio más justo en la repartición de cargas entre las diferentes generaciones de colombianos, sino que permitiría crear mejores incentivos y estrategias de manejo de riesgo en la política de inversión del fondo, logrando así una administración más eficiente de los recursos del sistema.
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