Carlos Camacho: “Estamos asistiendo al desvanecimiento del recuerdo colectivo de Gaitán”
El historiador se muestra sorprendido por el poco despliegue que ha tenido el aniversario 75 del magnicidio que marcó la segunda mitad del siglo XX en Colombia
Carlos Camacho Arango (Medellín, 45 años), doctor en Historia y profesor de la Universidad Externado de Colombia, publicó en 2022 La Gran Marcha Roja. Se trata una reedición y estudio de varias “tiras gráficas” que originalmente imprimieron periódicos conservadores entre abril y mayo de 1949, un año después del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, que busca entender cómo se narraron el magnicidio y las revueltas posteriores en ese entonces. Camacho encontró un esfuerzo por atizar el miedo al comunismo para buscar que el conservatismo no perdiera las postergadas el elecciones al Congreso de junio de ese año. Ahora, 75 años después del magnicidio, da luces en esta entrevista con EL PAÍS sobre el impacto de la muerte del líder: “El asesinato de Gaitán es muy fuerte, porque él físicamente se parecía a ese pueblo que decía representar”.
Pregunta. ¿Fue el asesinato de Gaitán el principal evento del siglo XX en Colombia?
Respuesta. Es difícil hacer un ranking de importancia de eventos. Sin duda es uno de ellos, pero también la toma del Palacio de Justicia, la separación de Panamá o la masacre de las bananeras. La pregunta es que me pone a pensar en la cronología, porque para muchas personas el asesinato de Gaitán marca el inicio de lo que los colombianos llamamos la Violencia, con v mayúscula, y no es así. Hasta donde yo tengo entendido, la Violencia empieza con el cambio de Gobierno de 1946, cuando después de 16 años de gobiernos liberales el Partido Conservador retoma el poder. Ahí empieza una lucha muy fuerte entre militantes de los dos partidos, sobre todo en ciudades más pequeñas y en el campo. En ese marco se dan primero el asesinato de Gaitán y luego el Bogotazo. El asesinato es visto como como el gran acontecimiento del siglo XX si se concibe como el detonante de la Violencia, pero ese no es el caso. Más bien pudo ser consecuencia de esa violencia. Aunque yo no descarto que el asesino, Juan Roa Sierra, haya actuado solo, sin patrocinadores ni compinches. Muchos colombianos creen en otra hipótesis, creen que hubo una conjura. Pero si aceptamos que Roa pudo haber sido un lobo solitario, el asesinato de Gaitán pasa a ser un acontecimiento que se inserta en un proceso violento más grande, al que le echa gasolina.
P. Más allá de su efecto en La Violencia ¿el asesinato sigue retumbando en la memoria colectiva en otros aspectos? Como la cerrazón de las elites o del bipartidismo, o la oportunidad fallida de haber tenido un gran líder populista al estilo de Perón o Getúlio Vargas...
R. Yo pensé que iba a haber más ruido alrededor del aniversario 75 del asesinato y de la revuelta posterior conocida como el Bogotazo. Pensé que este gobierno iba a apropiarse mucho más de la efemérides, pero no. Desde el año pasado estoy tratando de mover una reflexión alrededor del aniversario. Con La Gran Mancha Roja hicimos varios eventos, pero no he visto mucho en el nivel del Gobierno, cosa que me parece rara. Entonces tal vez estemos asistiendo al desvanecimiento de ese recuerdo colectivo de Gaitán. Pero la figura misma de Gaitán es muy fuerte porque , físicamente, él se parecía a ese pueblo que decía representar. Cuando ves una foto de él, no ves una cara que asocias en principio con un dirigente político nuestro de mediados del siglo XX. No es que no hubiera líderes como Gaitán, los había con caras más indígenas, más morenos. Pero lo fuerte es el asesinato: es muy difícil que el colombiano de a pie no piense que hubo algo escondido en el homicidio del personaje que encarna literalmente las esperanzas populares, que las representa desde su misma cara y su mismo color de piel. Simbólicamente yo creo que sí es muy, muy fuerte el asesinato, en el sentido de desde que la gente sienta que se truncaron esas, esas esperanzas de cambio desde abajo.
P. ¿Y entonces por qué Petro no parece reivindicarlo?
R. Creo que a Petro sí le interesa Gaitán, pero quiere ser más original, tener su personaje histórico para reivindicar y es José María Melo. El ha hecho algunos guiños en Twitter sobre eso, ha hablado de repatriar sus restos desde México. Creo que es más bien eso, que hay un otro personaje histórico que, al menos en la interpretación de Petro, le conviene más a su proyecto político.
P. Este Gobierno suele referirse a si mismo como uno de izquierda, y hay un debate sobre si es el primero de esa tendencia, cuáles son los anteriores, hasta dónde se puede hablar de izquierda y derecha hoy o en los diferentes momentos. En la discusión aparecen mencionados los gobiernos de José Hilario López, José María Melo, Alfonso López Pumarejo...
R. El caso de Melo es interesantísimo porque nos lo han vendido como un personaje proteccionista que estaba con los artesanos, que es indígena. Lo ha dicho Petro. Pero él era básicamente un militar golpista. Dio un autogolpe para atornillar a José María Obando en el poder, Obando se le quitó y ante el fait accompli Melo se tuvo que quedar ahí porque ya eso no tiene reversa. Ahí no hay un plan de gobierno, ni él es un estadista. Es un tema es apasionante del que estoy escribiendo algo.
P. Es curioso que el Gobierno prefiera reivindicar a un militar golpista poco y no a un mártir famoso, aunque es cierto que Gaitán ya ha sido reclamado por otros...
R. Lo que tienen en común Melo, Petro y Gaitán es que no tienen cara de blanco. Eso es interesante porque la cara de Gaitán muy, muy importante en la cuestión simbólica y en la batalla por la memoria de él y por lo que pudo haber detrás del del magnicidio. Está la idea de que él el pueblo y que claro al pueblo no se le puede dejar gobernar por cada indio. Pero Enrique Olaya Herrera fue presidente y nadie lo reivindica como como indígena, a pesar de que le decían “el indio blanco de Guateque”. Algo similar, una puja por el simbolismo y la memoria de un líder, se da en el caso de Bolívar. Hasta los años 40 o 50 a nadie se le ocurría decir que Bolívar fuera de izquierda, nadie de izquierda lo reivindicaba. Era muy claro que del Partido Liberal hacia la izquierda estaban pensando en Francisco de Paula Santander como símbolo, y el Partido Conservador en Bolívar. Pero, hasta donde he visto y explica David Bushnell, Indalecio Liévano Aguirre coge la figura de Bolívar y la resignifica para mostrarla como de izquierda. Desde ahí una cantidad de gente, como Antonio Caballero, William Ospina o Gabriel García Márquez, se han encargado de mantener a ese Bolívar de izquierda.
P. Gaitán inició y terminó su vida política en uno de los dos grandes partidos tradicionales ¿Tendrá eso que ver con la preferencia por Melo y en la reducida difusión de este aniversario?
R. Puede influir que los partidos tradicionales, el Liberal y el Conservador, han perdido el protagonismo que tenían hace hasta hace 20 o 30 años. El Partido Liberal, del que Gaitán era la cabeza cuando fue asesinado, se ha debilitado. Eso puede tener que ver con el olvido en el que ha caído. Habría que mirar si ha habido algunos intentos de hacer algo para conmemorar este aniversario de los que yo no me haya dado cuenta, pero he estado muy pendiente mirando prensa y medios en internet, radio, televisión y solo he visto un anuncio de señal memoria del que me enteré por casualidad. Yo me imaginé que iba a haber mucho más ruido sobre este aniversario, pero se nota un desvanecimiento de la memoria de Gaitán.
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