Las jóvenes afro que están democratizando la cultura en Cartagena
Con lectura infantil, pódcast o performances luchan contra el racismo, la exclusión y la violencia
En Tierra Baja, Cartagena, el calor inclemente se mezcla con el polvo que levantan los carros que circulan por sus calles a medio asfaltar. En frente de uno de sus pocos árboles hay una casa azul de rejas negras, que adorna su entrada con un letrero hecho en cartulina donde se lee “La Canoa Literaria”. Este es el lugar alberga un proyecto social que encabeza Brindy Cantillo, una joven afrocartagenera estudiante de ciencias políticas que hace cuatro años inició allí un club de lectura enfocado en literatura étnica infantil. La Canoa Literaria inició con 25 niños. Con el tiempo ha ido creciendo y en 2022 se transformó en un centro cultural étnico educativo que incluye atención psicosocial, un cineclub africano infantil y una escuela de padres. Ya no solo asisten niños. También van sus madres y los jóvenes de la comunidad, que al momento suman más de cien integrantes.
Es apenas un ejemplo de las iniciativas que se han multiplicado en los últimos años en Cartagena, en su mayoría encabezadas por mujeres jóvenes afrocaribeñas que luchan por impulsar la cultura en la ciudad para romper con la inequidad siendo accesibles para todos los cartageneros.
La desigualdad como obstáculo
El más reciente informe de la veeduría Cartagena Cómo Vamos registró que es de las ciudades capitales con los índices más altos de pobreza del país con un 40,4%. Es además una ciudad en la que el 70% de la población se considera afrodescendiente.
Desde su labor, Cantillo ha querido combatir la pobreza, la inequidad y el racismo. De allí los temas que elige. “Nuestro fuerte es la literatura afrocolombiana infantil porque nos permite deconstruir imaginarios que reproducen patrones de desigualdad en la población afrodescendiente”, le cuenta a EL PAÍS. Con la misma intención nació Imagina Cartagena Lab. Es un proyecto de cuatro jóvenes profesionales en diferentes áreas que desde hace un año impulsan proyectos que desde la fotografía, el podcast, o la expresión corporal buscan transformar las narrativas hegemónicas y posicionar unas nuevas, con visiones feministas y antirracistas.
En 2022 inauguraron un taller de gestión cultural con enfoque étnico y de género que pretende transformar la visión del mercado cultural. “Cartagena es muy turística. Eso tiene como resultado que mucha gente del común que la habita se sienta excluida. Por eso queremos proponer unas narrativas en las que cada persona pueda sentirse representada”, explica Laura Romero, comunicadora afrocaribeña y una de sus fundadoras.
Romero indica que para democratizar la cultura en Cartagena es apremiante que se descentralice, pues en los barrios periféricos ya hay una agenda artística que carece de la atención y apoyo estatal que tiene la del Centro Histórico y las zonas turísticas. “En los barrios hay muchas manifestaciones de cultura, ya sean grupos de danza, colectivos de comunicaciones o de jóvenes que cuidan el ambiente. Pero esa vida cultural se ve atravesada por la pobreza, y hace difícil mantener los proyectos en el tiempo”, detalla.
Otro ejemplo de las iniciativas culturales con liderazgos de mujeres jóvenes afro es Untú Raíces, un colectivo integrado por mujeres feministas que tienen varias líneas de acción en barrios populares como Boston y el Líbano. Entre sus actividades principales están las escuelas barriales, los performances y los talleres de escritura creativa.
Sus labores alimentan el creciente movimiento feminista en Cartagena, que hace diez años era una utopía. “Hoy los mismos barrios se han negado a callar, se han dado cuenta que tienen que reclamar. Esto tiene que ver con pequeñas luchas que han generado inconformidad y han sido semillas para tomarse todas las artes”, sostiene Cindy Herrera, productos y escritora afro cartagenera.
Estas experiencias lideradas por mujeres han traído consigo la creación de espacios seguros para las mujeres y las juventudes en un contexto de violencia al alza: los homicidios se dispararon un 67 % en 2022, al pasar de 193 casos en 2021 a 323. Y en apenas un mes de 2023, la cifra asciende a 37 personas asesinadas.
Esa violencia, según los datos que consigna el mismo informe de Cartagena Cómo Vamos, afecta especialmente a los jóvenes: las personas entre 14 y 28 años son las víctimas del 42% de los homicidios, 35% de los suicidios, del 37% de los delitos sexuales y del 35% de la violencia intrafamiliar. “Iniciativas de este tipo aportan a la construcción de paz. A que los niños y las niñas, los jóvenes tengan la oportunidad de soñar”, reflexiona Cantillo a partir de sus aprendizajes en La Canoa Literaria. Para la politóloga, los logros de esas iniciativas demuestran que las políticas públicas se deberían construir de la mano de las comunidades.
“Desde los barrios populares, los liderazgos sociales, las juventudes y las mujeres afrocartageneras se están preguntando quienes son ellos dentro de la ciudad y qué lugar ocupan”, añade Herrera. A la misma conclusión llega Romero, quien también reclama un papel más activo por parte del gremio cultural. “Se necesita un trabajo mancomunado. Es importante combatir la visión empresarial que se lucra de la ciudad pero que le regresa muy poco, o que su trabajo de responsabilidad social empresarial suele ser insuficiente”.
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